La muerte de un hermano en Cristo

Bosquejos Biblicos

Bosquejos Biblicos… Texto de la Predicación: 1 Tesalonicenses 4:13-18 

Introducción

¿Cómo enfrentar la muerte de un hermano en Cristo? La muerte sin duda alguna es una de las consecuencias del pecado que trae más pena al ser humano. La muerte en sí mismo es algo que causa tristeza, desánimo, lamentos, quejas, e incluso, he llegado a ver a muchos que se deprimen tanto que ya sus vidas parecen no tener sentido, por haber perdido a un familiar querido.

Todos le tenemos temor a la muerte. Tener miedo a perder nuestras vidas, nuestros cuerpos, nuestras familias, nuestras posesiones, nuestras metas, es parte de la debilidad humana.

Sin embargo, en este pasaje, la Palabra de Dios nos anima para que cuando muramos, o para cuando algún hermano en la fe parta con el Señor.

Contexto

Desde sus comienzos, la Iglesia de Tesalónica sufrió persecución. Pablo y Silas fueron a Tesalónica, y predicaron en las sinagogas a los judíos, mientras muchos griegos escuchaban. Irónicamente fueron los gentiles los que aceptaron la palabra de Dios, y se convirtieron al cristianismo. Dejaron a sus ídolos y empezaron a adorar a Dios.

La Iglesia de Tesalónica estaba compuesta mayormente por gentiles. Esto causó mucha envidia en los judíos de aquella región, y como consecuencia, empezaron a perseguir a Pablo y a Silas, y a todos estos hermanos. Armaron una turba, y alborotaron a toda la ciudad, entraron a casa de un hermano llamado Jason, para procesar públicamente a Pablo y a Silas. Y al no encontrarlos, metieron preso a Jason y a varios hermanos.

Entonces, Pablo y Silas huyeron, y pocos meses después escribieron la primera carta a los Tesalonicenses. Ero la persecución no cesó, sino que incrementó más y más, hasta el punto que muchos hermanos de esta Iglesia habían sido asesinados por manos de los judíos, solamente por haber puesto su fe en Cristo.

A. Conscientes de lo que será de nosotros (vers. 13).

Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza”.

Sin duda alguna, perder a un ser querido es sumamente difícil, y más cuando este fue un hermano en la fe. Pero si esta tristeza no se trata de la forma correcta, puede llegar a deprimirnos hasta tal punto que nos desanimemos, y nuestro corazón se llene de temor de arriesgar nuestras vidas por Cristo. Esta tristeza puede ser muy contraproducente.

Por eso, Pablo muestra que hay una verdad acerca de los muertos en Cristo que no debemos ignorar.

Esta verdad nos da una perspectiva completamente diferente acerca de la muerte, una verdad que nos da consuelo, alegría, paz y gozo, e incluso una envidia santa por aquellos que han muerto. Una verdad que el mundo no tiene, pues para el mundo, la muerte de una persona representa un luto sin remedio, pues no tienen esperanza.

B. Una esperanza (vers. 14).

Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él”.

Los que creemos en Cristo tenemos una esperanza. Que quienes murieron en Cristo, Dios los resucitará, y los traerá de vuelta, cuando Cristo venga por segunda vez. Nosotros creemos que nuestros hermanos no estarán muertos para siempre, sino que Dios les dará vida, y vida en abundancia, en la segunda venida.

C. De primer lugar en la resurrección (vers. 15).

Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron”.

En la venida del Señor, los creyentes estarán divididos en dos grupos: los que hayan muerto y estén con Cristo en el paraíso, y los que estén vivos, y aún permanezcan en este mundo. En la venida del Señor, habrá creyentes que no verán la muerte física.

Y es importante notar, que el apóstol Pablo consideró la posibilidad de que él y los creyentes de tesalónica fueran parte de aquellos que estarían vivos hasta ese momento. Por eso, él habla en primera persona y dice: “nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor”, él se cuenta entre ellos. Por eso, nosotros también debemos vivir como si el Señor fuera a venir mañana, y como, si nosotros fuéramos parte de ese grupo que permanecerá hasta la venida del Señor.

Ahora bien, hablando en términos humanos ¿quién es mayor? ¿El que ha muerto o el que vive? ¿Quién es más victorioso? ¿El que está «vivito y coleando» o el que llegó al final de sus días? ¿Quién es más privilegiado? Nosotros responderíamos: ¡Por supuesto que el que sigue vivo!

Pero para el Señor no es así. En ninguna manera nosotros nos adelantaremos a los que murieron, pues ellos recibirán la gloria eterna primero que nosotros. Los que hayan vivido por Cristo, y muerto en Él, tendrán el privilegio de recibir la herencia eterna primero que todos nosotros.

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José R. Hernández
Pastor jubilado de la iglesia El Nuevo Pacto, en Hialeah, FL. Graduado de Summit Bible College. Licenciatura en Estudios Pastorales, y Maestría en Teología.

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