Nuestro cuerpo es templo del Espíritu

Bosquejos Bíblicos

Bosquejos Biblicos Texto Biblico:¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”. 1 Corintios 6:19-20

Introducción

Nuestro cuerpo es parte de la maravillosa obra creadora de Dios. Es una muestra de su infinita sabiduría. Pero tenemos que usarlo correctamente para lograr con él la salvación y no la condenación. Si bien tenemos que cuidarlo, no hay que adorarlo preocupándonos excesivamente por lo exterior. Debe haber un equilibrio entre nuestra vida espiritual y el respeto por nuestro cuerpo mortal.

I. Respetemos nuestro cuerpo, porque es de Dios (vers. 19)

a. Si tenemos un cuerpo, no es para entregarlo al pecado.

Porque desde que el Espíritu Santo habita en nosotros por el bautismo, es algo sagrado que no debe mancharse con la iniquidad. Debemos entregarnos completamente a Dios, no sólo en el pensamiento, sino en las acciones que cometemos con nuestro cuerpo. Por eso, el alejarse del pecado también implica alejarnos de aquello que nos hace mal físicamente (vers. 19).

b. Cuando pecamos contra el cuerpo nos hacemos mal a nosotros mismos.

Pero también estamos desechando el don de Dios, que nos dio la salud para usarla en su servicio. Si el placer corporal o el vicio que cometemos con el cuerpo nos aleja de Dios, debemos refrenarnos con todas nuestras fuerzas. Porque de lo contrario, por dar placer al cuerpo estaríamos poniendo en riesgo nuestra salvación eterna (Mateo 5:29).

c. Somos seres racionales, que debemos saber moderar los apetitos carnales.

Si nos dejamos llevar por el instinto, nuestra tendencia es hacia el pecado, debido a la herida de nuestra naturaleza humana. La lucha contra esta tendencia es el mejor sacrificio que podemos ofrecer a Dios. Él nos ayudará con su gracia, para vencer la naturaleza y entregarnos completamente a la alabanza de Dios en cuerpo y alma (Romanos 12:1).

d. El sacrificio de Cristo para nuestra salvación

Si meditamos más a menudo sobre el sacrificio de Cristo para nuestra salvación, seríamos más respetuosos de nuestro cuerpo. Porque nuestra vida tiene un valor muy alto, tan alto que el mismo Hijo de Dios se entregó a la muerte por nosotros. Jesús pagó con su sangre nuestro rescate de la muerte. Por esto es que debemos tratar con respeto y seriedad a nuestra humanidad, sabiendo que Dios nos llama a honrarlo con todo nuestro ser (1 Corintios 6:20).

II. Hay que respetar el cuerpo, pero no adorarlo (Mateo 6:25)

a. Respetar lo que Cristo redimió con su sangre

Si bien tenemos que respetar lo que Cristo redimió con su sangre, no significa que debamos darle más importancia que al crecimiento espiritual. Debemos llegar a un equilibrio en el que hay que cuidar nuestra vida, porque es un don de Dios, y a la vez no descuidar nuestra alma.

La preocupación por el sustento y el vestido, no deben llevarnos a la mundanidad. Cuando esto ocurre, le damos una importancia excesiva a los cuidados del cuerpo, con el peligro de volcarnos hacia el exterior y olvidar nuestra amistad con Dios.

b. El cuerpo debe ser cuidado

Por eso el cuerpo debe ser cuidado, ya que es un don de Dios, pero creciendo también en la piedad que alimenta el alma. Esto es importante porque no consideramos que el hombre sea un cuerpo y un alma separados, sino una unidad.

Mediante el respeto por el cuerpo nos alejamos del pecado, y mediante la piedad, salvamos la totalidad de la persona para la vida eterna. Tenemos que crecer en equilibrio, no dándole al cuerpo una preeminencia, pero tampoco descuidando el regalo de la salud (1 Timoteo 4:8).

c. No debemos ser espiritualistas que menosprecien el regalo que significa la vida corporal.

Tenemos que maravillarnos de la obra de Dios en nosotros, cualquiera sea nuestra condición, porque todo lo que ha hecho Dios es perfecto. Si contemplando la naturaleza nos asombramos de la sabiduría divina, contemplando al hombre en su cuerpo y alma tenemos que admitir la perfección de la creación. No tiene que ser un motivo de orgullo, sino de alabanza de la obra de Dios (Salmo 139:13-14).

Conclusión

El cuerpo es un regalo de Dios que debemos usar en su servicio. Si lo usamos para el pecado, estamos poniendo en riesgo nuestra salvación por un placer temporal. A su vez, los pecados que dañan el cuerpo son pecados que nos hacen menospreciar el don divino (Romanos 6:12).

La lucha contra la inclinación al pecado que sufre nuestro cuerpo y nuestro espíritu es el mejor sacrificio para Dios. Con la ayuda de su gracia, aprenderemos la moderación en el uso de las cosas terrenales y a cuidar el templo del Espíritu Santo.

Somos una unidad, en la que el cuerpo no tiene que estar sobre el espíritu, pero el espíritu necesita del cuerpo para crecer en el amor a Dios. Al luchar contra el pecado y usarlo para servir a los hermanos, nos estamos ganando con este cuerpo de muerte nuestra salvación futura. Para que esto sea realidad, debemos vivir inflamados del Espíritu Santo, y dejando que habite siempre en nuestro corazón (Romanos 8:10).

© Julio Torres. Todos los derechos reservados.

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Julio Torres
Nacido en hogar cristiano, me gusta estudiar la biblia y predicar el evangelio de Jesucristo.

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