Bosquejos Bíblicos
Prédica de Hoy: Los deseos de la carne no son los del Espíritu
Bosquejos Bíblicos Texto Bíblico: “Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (Mateo 5:27-28)
Introducción
Si consentimos los deseos impuros en el corazón, es como si estuviésemos cometiendo adulterio. Porque los pensamientos impuros nos invaden y no dejan crecer la vida espiritual en nosotros. Debemos estar muy atentos y fortalecidos por la oración para no caer en la tentación. El matrimonio cristiano vivido en la fe nos ayudará a evitar los deseos de la carne.
I. Quien vive en el Espíritu Santo domina los deseos de la carne (vers. 27)
a. La ley de Moisés nos indica que no debemos cometer adulterio. Cometer adulterio es pecar con el conyugué de otro. Sin embargo, no sólo abarca las relaciones entre personas casadas. También implica los actos impuros que cometemos con la mente. (vers. 27)
b. Porque no es un precepto que sólo indica que hay un límite en las relaciones carnales entre los casados. Sino que incluye todo lo referido a los deseos de la carne consentidos en nuestro interior.
Si damos rienda a estos deseos, nos volvemos seres carnales, incapaces de tener un espíritu elevado. Nuestro corazón quedará embotado, lleno de lujuria, que nos llevará a cometer actos impuros, o a menospreciar los bienes espirituales (Proverbios 25:28).
c. Para evitar esto, debemos estar muy atentos hacia dónde va nuestro pensamiento. Puede ser que no nos demos cuenta al principio, pero si hablamos con Dios en la oración, Él nos mostrará las ocasiones de pecado.
Continuamente somos tentados, porque el mundo siempre tiene para ofrecer placeres terrenales. Está en nosotros resistir a estas tentaciones, pidiendo al Espíritu Santo la fuerza necesaria para rechazarlas (Mateo 5:29).
d. No es una batalla fácil la que se libra contra los deseos de la carne. Porque nuestra naturaleza está herida por el pecado, siempre tiende a inclinarse hacia él.
Debemos estar fortalecidos por la oración y la Palabra de Dios, para usarlos como escudo y llenar nuestra mente de las cosas divinas. El corazón lleno de impureza, no hablará ni pensará en otra cosa; nosotros debemos buscar lo contrario (Colosenses 3:5).