Bosquejos Bíblicos
Predica de Hoy: Nunca os conocí
Bosquejos para predicar Lectura Bíblica de Hoy: Mateo 7:23
Introducción
El espacio tiempo donde está ubicado este versículo bíblico es justo cuando Jesús se encontraba por terminar el sermón del monte en el capítulo 5.
Muchas veces relacionamos el sermón del monte solo a las bienaventuranzas, nos encantan, pero no es todo lo que Jesús dijo. Aparte de las bienaventuranzas, Jesús hablo de:
- La ley
- La ira
- El adulterio
- El divorcio
- Los juramentos el amor a los enemigos
- La limosna
- La oración
- El ayuno
- Las riquezas
- El afán y la ansiedad
Entre otras cosas que vamos a ir viendo por lo que le pido que NO CIERRE SU BIBLIA para que me acompañe a escudriñar estos capítulos para entender mejor el mensaje
Y menciono esto porque como cristianos lamentablemente es muy común que dediquemos nuestros esfuerzos a quedarnos solo con lo que nos gusta, quedarnos solo con lo lindo, y lo que nos molesta lo quitamos como los niños cuando separan la comida del plato.
PERO LA PORCION QUE ACABAMOS DE LEER COMIENZA CON ESTO:
“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.” (vers. 23)
Acá nos encontramos con una triste verdad. No todos los que creemos que son cristianos lo son. Muchos dicen ser siervos de Dios, pero en realidad no se ciñen a lo que Dios manda.
Juan 13:13-15
“Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy. 14 Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. 15 porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.“
En este versículo Jesús nos habla de los que son imitadores de Él.
Lucas 10:29
“Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.“
Y el problema es este, que dentro de las iglesias poca gente quiere llevar el yugo de Dios. Por eso dice: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos”. Por lo mismo me hace mucho sentido lo que viene antes y lo que viene después del texto que acabamos de leer.
Acompáñeme con su biblia. Vámonos al mismo capítulo 7 pero en el versículo 15-20
“Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. 16 Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? 17 Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. 18 No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. 19 Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. 20 Así que, por sus frutos los conoceréis.“
Decimos Señor, Señor, pero, ¿Cómo están nuestros frutos?
- amor,
- gozo,
- paz,
- paciencia,
- benignidad,
- bondad,
- fe,
- mansedumbre,
- templanza
Vámonos al mismo capítulo 7 pero en el versículo 13-14
“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; 14 porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.“
Queremos ser reconocidos por el Señor, pero ¿donde están nuestros pasos? ¿Por qué puesta estamos entrando?
Es fácil llevar un evangelio ligero, un evangelio a nuestra pinta. Pero no se trata de lo que queremos si no de lo que Dios quiere.
“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.“
Vámonos al mismo capítulo 7 pero en el versículo 7-12
No vamos a leer todo porque estoy seguro que lo conocemos. Mire dice pedid y se os dará. Lo conocemos ¿cierto?
Pero que dice el versículo 12
“Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.” Y esto viene pegadito con el versículo 1: “No juzguéis, para que no seáis juzgados.“
Queremos que el Señor nos reconozca. Hagamos lo que pedimos que hagan con nosotros. Si pedimos amor, demos amor. Si pedimos misericordia, seamos misericordiosos. Pero eso es lo que nos falta.
Queremos que Dios se apiade de nosotros, que nos hable con amor, pero realmente nosotros no usamos nuestra lengua con amor para con nuestro hermano.
Leamos el texto otra vez:
“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 22 Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? 23 Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.“
Hermanos no basta con todo lo que hagamos para Dios. Lo que realmente vale es donde esta cimentada tu fe, como llevas tu vida.
Para terminar
¿Cuál es la última parte de este capítulo?
“Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. 25 Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. 26 Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; 27 y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.“
¿Dónde esta tu casa?
Esa es la pregunta que debemos hacernos para que sepamos si seremos reconocidos por Dios o no en el día del juicio.
Reflexionemos de todo lo que hemos leído, y preguntémonos. ¿Soy realmente un hijo digno de ser reconocido?
Dios les bendiga
© Luis Arancibia Ponce. Todos los derechos reservados.