Dios prohíbe el yugo desigual

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Bosquejos Bíblicos Predica de Hoy: Yugo desigual

Bosquejos Bíblicos Lectura Bíblica de Hoy: 2 Corintios 6:14-18 

Introducción

Es muy común ver a cristianos enamorarse de incrédulos. La historia puede ser muy conocida para nosotros. Una hermana soltera tiene tiempo congregándose en la iglesia. Y de repente llega con su nuevo novio. Alguien que conoció en la universidad, pero que no es cristiano, y que asiste a la iglesia solamente para enamorarla.

Su pastor se acerca y le dice: “No puedes mantener esa relación, porque Dios prohíbe el yugo desigual”. Al escuchar esto, ella piensa dentro de sí: ¿Por qué Dios me prohíbe hacer esto, si es amor verdadero? Y con este cuestionamiento en su corazón, muchos se apartan del Señor.

Y con este pasaje, quiero que respondamos a la siguiente pregunta: ¿Qué problema tiene Dios con que me case con un no cristiano?

Desarrollo

I. ¿Qué es un yugo desigual? (vers. 14)

A. Definiendo el yugo desigual.

En la antigüedad, no se tenían máquinas para arar. Así que se usaban dos toros para arar la tierra. El método funcionaba así: Se les amarraba un yugo, o un cepo a ambos toros en el cuello. Y esto hacía que los dos toros caminaran unánimemente, preparando la tierra.

Sin embargo, había ocasiones en que un toro era mayor en tamaño o en fuerza que el otro. Esto hacía que el mayor en fuerza y tamaño arrastrara al menor, y el arado terminará torcido. Esto era un yugo desigual.

B. Aplicando la definición de yugo desigual.

Ahora, lo que esto quiere decir es que el cristiano y el no cristiano son totalmente distintos. Si se unieran ambos, no sólo el matrimonio terminaría torcido, sino que incluso, el creyente puede apartarse del Señor. Así como el toro más grande arrastra al más pequeño, el conyugue o la pareja incrédula arrastra al no creyente al pecado.

II. ¿Por qué una relación así es un yugo desigual? (vers. 15-16)

A. En un yugo desigual no hay concordancia entre ellos.

Así pues, ellos son yugos desiguales porque no hay concordancia entre ellos. Algunos piensan que el matrimonio simplemente es cuestión de sentimientos y emociones. Todo esto suena muy bien, pero con el tiempo esas emociones disminuyen y se enfrían. Y lo que guía el matrimonio son las convicciones. Por tanto, habiendo discrepancia en la comunión de cosas tan esenciales, los problemas serán muy frecuentes, y uno terminará influenciando al otro (normalmente el incrédulo al creyente).

Claramente, Pablo dice que no hay ninguna comunión entre creyentes e incrédulos. Y nos muestra que hay por lo menos dos diferencias entre ellos.

B. No sirven al mismo Dios.

La primera diferencia está en el Dios que sirven. Pablo pregunta:

¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? …¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos?” (verss. 14, 16).

Belial era un dios pagano. Esto no quiere decir que todos sirven a Belial, sino que los incrédulos sirven a sus propios ídolos. Trabajan y se esfuerzan en adorar al ídolo de sus vidas. Pero los creyentes buscamos a adorar al Dios vivo. Ellos son templo de idolatría, y nosotros templo del Dios verdadero.

Y todavía algunos se preguntarán, ¿qué diferencia hay entre Dios y los ídolos? La principal es que al Dios verdadero le desagrada todo lo que demandan estos ídolos. Y cabe destacar que un ídolo no es solamente una figura o estatuilla de arcilla, sino todo aquello que tome el lugar de Dios, como el dinero, la profesión, el trabajo, la sexualidad, etc.

Los incrédulos suelen servir a la inmoralidad sexual. Casarte con incrédulo no es casarte con una persona que tiene temor de Dios, y se mantendrá puro. Como ese es su ídolo, posiblemente pueda cometer adulterio. Y de hecho, así sucede.

Supongamos otro caso. Los cristianos sabemos que robar es pecado. Pero supongamos que con la persona con que te casas no cree que está mal, y enseña eso a los niños. ¿Cómo cumplirás el mandamiento de enseñar a tus hijos la disciplina del Señor, en este caso?

Es más, y puede ser peor. Porque si la persona con la que te casas no sirve a Dios, sino a las cosas de este mundo, es seguro que constantemente te arrastrará a interesarte en lo fútil y vano. Casándose con ellos, muchos creyentes se exponen a una tentación y a una influencia del mundo, mayor que otros cristianos.

C. En el yugo desigual no buscan el mismo estilo de vida.

Es por eso que Pablo también pregunta: “¿Qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?” (vers. 14). Lo que para ellos es bueno, para nosotros es malo. Su justicia es injusticia para nosotros. Ellos andan tinieblas, y nosotros en luz.

Ahora, el problema de esto no es solamente que el creyente expone su vida espiritual, sino que al casarse de esta manera, no puede cumplir el rol que Dios le dio a un matrimonio temeroso de su nombre. En Efesios 5, vemos que los esposos se sirven mutuamente, teniendo a Cristo como su ejemplo. Eso hace que el matrimonio sea dulce, y crezca cada vez más en amor a Dios.

Los matrimonios, donde ambas conyugues no tienen a Cristo como ejemplo, le esperan dos destinos seguros. El primero, es que las peleas y conflictos serán constantes. Y no existe nada más angustiante que las peleas matrimoniales constantes. Muchos se cansan, y terminan divorciándose, y arrepintiéndose de tan mala decisión.

Y segundo, el matrimonio estará estancado. No avanzará en su devoción al Señor. Claro, Pablo presenta la posibilidad en 1 Corintios 7 de que el creyente pueda ganar al conyugue incrédulo. Pero esa es una esperanza principalmente para quienes llegan al cristianismo ya casados, no para darnos una licencia para unirnos en yugo desigual.

III. ¿Qué debemos hacer, entonces? (verss. 17-18)

El texto, entonces, tiene varias aplicaciones. Una explícita, y otra implícita.

A. Apartarse de ellos.

El versículo 17 dice: “Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré”.

El texto es claro. Debemos “salir de en medio de ellos”, “apartarnos”, y “no tocar lo inmundo”. No debemos dar nuestro corazón a enamorarse de estas personas. No debemos dejarnos seducir por sus palabras halagadoras. De entrada, debemos dejarles claro que nuestro corazón no tiene puertas abiertas a personas que aborrecen a Dios.

El Señor promete que quienes actúen así, se mantendrán en comunión con Dios. Y lo contrario también es cierto. Da tu corazón a un incrédulo, y se lo quitarás a Dios.

B. Casarse con personas temerosas de Dios.

Ahora, el texto no dice esto, pero se deduce claramente. No debemos casarnos con personas incrédulos y no cristianas porque son dañinas para nuestra relación con Dios. Pero lo contrario también es cierto: casarnos con personas que amen al Señor con todo su corazón, será de crecimiento para nuestra alma.
Es por eso, que yo pregunto.

¿Cuándo buscas a un candidato para establecer una relación, ¿qué buscas? ¿Un rostro bonito? ¿Alguien bien arreglado? ¿Un cuerpo voluptuoso? ¿Alguien que te trate bien? ¿O te importa más su vida? ¿Teme a Dios? ¿Es creyente? ¿Muere al pecado? ¿Estudia su palabra? ¿Es maduro en la fe? ¿Se congrega constantemente? ¿Habla y vive como un cristiano genuino?

Si sólo piensas en lo primero, no te diferencias a la gente del mundo. Los cristianos ponen como prioridad lo segundo.

Conclusión

Hermanos, cuando Dios prohíbe el yugo desigual, no es porque sea caprichoso, no porque no quiere que seas feliz. ¡Es lo contrario! Él sabe que Él es tu mayor felicidad. Y por eso, te prohíbe estas relaciones para que no te aparten de Él. Esta es una muestra de su bondad. “No os unáis en yugo desigual”.

© Ricardo Hernández. Todos los derechos reservados.

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