Bosquejos Bíblicos
Bosquejo Bíblico Predica de Hoy: El más importante del Reino de los Cielos
Bosquejo Bíblico Texto de la predicación: Mateo 18:1-4
Introducción
Según los evangelios Mateo, Marcos y Lucas, Jesús y sus discípulos hicieron un viaje a Capernaúm. Y mientras que estaban en ese viaje surgió una discusión muy fuerte entre los discípulos. Jesús les preguntó, qué estaba discutiendo. Y los discípulos preguntaron: “Señor, ¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?”
Rápidamente, Jesús tomó a un niño y lo puso en medio de ellos, y les dijo: “De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos..” (vers. 3)
Esto que les sucedió a los discípulos en aquel momento, es un problema que está presente constantemente en la iglesia. Como seres humanos, tendemos a buscar constantemente nuestra propia gloria. Deseamos ser vistos, anhelamos resaltar entre los demás, y procuramos tener un puesto mayor que los otros. Llegamos a creer que nuestra piedad, sabiduría, conocimiento o experiencia hacen de nosotros personas más importantes que nuestros hermanos.
Esto produce muchos conflictos, pues la Iglesia se convierte en una lucha de titanes donde cada uno procura exaltarse sobre su hermano. Todos hemos vivido situaciones en la Iglesia donde somos desestimados por nuestra falta de conocimiento, por problemas espirituales o por falta de experiencia. O en el caso contrario, nos hemos creído mejores que nuestros hermanos por estas cosas.
Sin embargo, el Señor Jesús hoy también nos exhorta a volvernos como niños, recordándonos que el mayor en el reino de los cielos es aquel que se humilla. Y en este sermón deseo enfocar la enseñanza de este texto en algunos principios importantes para la práctica de las exhortaciones. Por eso, el propósito de este sermón es que aprendamos a ser como niños en el ámbito de las exhortaciones.
Proposición: Hermanos, ya que el Señor Jesús nos manda a ser como niños, debemos humillarnos:
- Dejando a un lado la soberbia
- Dejando a un lado la envidia
Desarrollo
I. Dejando la soberbia
A. Su problema fue la soberbia.
La primera razón por la cual esta disputa surgió entre los discípulos era la soberbia de alguno de ellos. Antes que los discípulos llegarán a Capernaúm, estaban en Cesarea de Filipos. Allí, Jesús apartó a tres de sus discípulos, Pedro, Jacobo y Juan, y los lleva a una montaña, donde ellos tres logran ver la transfiguración. Cuando ellos bajan, resulta que los otros discípulos se encontraban en cierto problema.
No habían podido sacar el demonio de un muchacho. Y Jesús los reprende fuertemente y les dice: El Señor los llamó hombres de poca fe.
Y según parece, esto lleno de soberbia a Jacobo, a Juan y a Pedro. Pues ellos pensaban: “Miren como el Señor nos recompensa y nos da el privilegio de ver cosas tan maravillosas como la transfiguración, mientras que estos otros discípulos no pueden sacar a un demonio y son fuertemente reprendidos por nuestro Señor. Obviamente somos mejores que estos discípulos, el mismo Señor nos trata mejor que a ellos.”
Y no tardaron en demostrar lo que pensaban, pues cuando viajaron hacia Capernaúm comenzaron una discusión tal con los otros discípulos acerca de quién era el mayor, que Jesús mismo, como registro Marcos, no lo dejó pasar y les preguntó: “¿Qué era lo que venían discutiendo por el camino?” (Marcos 9:33-34), “¿Qué era lo que estaban discutiendo con tanto fervor?” Entonces, estos discípulos demostraron su soberbia y le preguntaron a Jesús: “¿Quién de nosotros el más importante en el reino de los cielos?”
B. Combatiendo la soberbia
Sin embargo, para sorpresa de los discípulos, Jesús no dijo que los mayores habrían de ser aquellos que en esta vida estuvieran dotados con más piedad, obediencia, sabiduría, intelecto o privilegios. Jesús tomó a un niño pequeño, lo puso en medio de sus discípulos y les dijo:
“De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. 4 Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos.” (verss. 3-4)
Jesús deja claro que el mayor es el que se hace como niño. ¿Pero qué significa ser como niño? Verán, dentro de una sociedad y dentro del mundo los niños no son personas que sobresaltan y sobresalen sobre los demás.
Los niños son personas que siempre pasan desapercibidas, y por ser niños siempre son menores en edad. Y en esto es que los discípulos debían hacerse como niños. No debían procurar sobresalir sobre los demás, debían procurar siempre pasar desapercibidos, debían procurar ser menores a los demás.
Debían humillarse, es decir, no debían pretender hacerse mayores a sus hermanos por todos los privilegios y bendiciones que habían recibido del Señor. Pues Jesús les concedió el privilegio a Juan, Jacobo y Pedro de ser más cercanos a él, pero no porque ellos sean mayores, sino porque Jesús es el Rey de este reino y da a cada quien conforme a su voluntad y su gracia.
Hermanos, en el presente el Señor nuestro Rey también le ha concedido a algunos ciertos dones y bendiciones a unos y a otros no. Y siempre hay el peligro de que los hermanos que hayan sido más bendecidos se crean mejores que los otros. Y esta soberbia ocasiona pleitos entre los miembros de la Iglesia.
C. La soberbia es la razón por la que la exhortación se hace difícil.
Algunos se creen tan sabios y piadosos, que no pueden recibir exhortaciones de los demás. Otros son semejantes, pero lo demuestra cuando son legalistas
Sin embargo, el Señor nuestro Dios también quiere que el ámbito de las exhortaciones aprendamos a ser como niños. Cuando vayamos a exhortar o estemos siendo exhortados no debemos ser orgullosos. Más bien, debemos aprender a ser como niños, a ser humildes.
Eso hace, cuando vemos a los demás como mayores que nosotros, cuando damos las exhortaciones con mansedumbre y amor, y recibimos las correcciones con humildad. Esto mis hermanos es ser como niños, es ser humildes.
Jesús es el ser a quién le pertenecen todas las cosas, el cielo y la tierra y lo que hay en ellos. Es el Dios todopoderoso. Pero, no tomó todas esas cosas en cuenta, y se humilló hasta lo sumo por amor a nosotros. No se sobre-exaltó sino que se humilló. Y por eso, Dios lo ha exaltado y le dio autoridad sobre los cielos y la tierra.
De la misma manera mis hermanos, si nosotros ponemos un lado toda soberbia, llegaremos a ser mayores en el Reino de los cielos. Es cuando no deseamos exaltarnos por encima de nuestros hermanos, que seremos exaltados por Dios. Por tanto, procuremos ser como niños.
II. Dejando la envidia
A. La envidia y la disputa de los discípulos.
Ahora bien, otra cosa que causó la discusión entre ellos fue la envidia de los otros discípulos. Todos los discípulos estaban juntos, con Jesús en Cesarea de Filipos. De repente Jesús se fue a una montaña, pero sólo se lleva a tres, Jacobo, Juan y Pedro.
Esto molestó a estos discípulos, pues sintieron envidia de que mientras Jesús parecía tener cierto favoritismo con Jacobo, Pedro y Juan, a estos los reprendía fuertemente por su falta de fe. La soberbia de estos discípulos no se demostró al creerse mejores que los demás, sino al no recibir de Jesús lo que ellos creían que merecían.
Y a estos también les dice que deben humillarse como los niños. Y humillarse allí significa no envidiar lo que sus hermanos habían recibido, sino aceptar con humildad lo que el Señor les había dado.
Hermanos, y aunque parezca increíble entre nosotros también existe la envidia. Todos alguna vez en la Iglesia hemos sentido odio o rencor porque a un hermano se le ha dado algo que creemos que merecemos, porque tenemos cosas en nosotros que nos hacen mejores.
Todos hemos sentido molestia porque un hermano fue elegido para un ministerio que yo quería o para ejercer una tarea en cierto comité. A veces sentimos molestia porque algún hermano tiene muy buena reputación por bendiciones que Dios le ha dado, y porque nosotros quisiéramos tener la misma reputación que ellos.
B. La envidia y la falta de humildad en las exhortaciones.
Y esa envidia produce un odio en nuestro corazón que impide que recibamos o demos correctamente las exhortaciones.
Cuando corregimos así lo hacemos con odio, o cuando recibimos la corrección de un hermano, la envidia nos hace estar demasiado indispuestos. Todos hemos escuchado el tipo caso donde un hermano se niega a escuchar la corrección porque dice:
“Ahí viene el santurrón que me viene a exhortar. O ahí viene el hombre súper dotado que nos va a iluminar. Yo no puedo escuchar la corrección de una persona que se cree mejor que yo.”
Pero muchas veces resulta que no es que el hermano se crea mejor, sino que la envidia del otro le hace pensar eso y por eso se niega a ser corregido.
Sin embargo, nuestro Señor Jesús nos enseña que en esto también tenemos que ser como niños. La envidia es una manifestación más de soberbia, porque es un odio que sentimos porque otra persona tiene algo que creo que yo merezco.
Pero nuestro Señor quiere cambiarnos y hacernos humildes. Donde ese deseo de creer que yo también tengo que recibir lo que Dios le dio a otra desaparezca. Y donde estemos contentos con lo que sea que Dios haya decidido darnos. Ese es vivir como humildad y ser como niños. Jesucristo da a cada quien conforme a su voluntad. Y nosotros debemos aceptar eso con humildad.
Conclusión
La fuente de las malas exhortaciones, o del mal recibimiento del consejo, no está en el método que usamos, principalmente, sino en la soberbia que tenemos, en sus diferentes manifestaciones. La humildad es necesario para poder ayudar a otros, y para que otros, nos ayuden a nosotros.
© Ricardo Hernández. Todos los derechos reservados.