La Gran Comisión

Bosquejos Bíblicos

Bosquejos Bíblicos Predica de Hoy: La Gran Comisión: El Llamado a la Iglesia

Bosquejos Bíblicos Lectura Bíblica de Hoy: Mateo 28:18-19

Introducción

Vivimos en tiempos donde la “Gran Comisión” es más relevante que nunca. Vivimos en una época donde los desafíos y las incertidumbres abundan. En medio de las tormentas de la vida, la fe se convierte en nuestro ancla, en la luz que ilumina nuestra senda en la oscuridad. La palabra de Dios, con su sabiduría y verdad, es la brújula que nos orienta, mostrándonos el camino correcto en cada decisión y situación que enfrentamos.

Es un faro constante que nunca se apaga, incluso en los momentos más difíciles. Y en esa palabra divina, encontramos un llamado, un mandato que Jesús, nuestro Salvador, nos confió con amor y esperanza: “La Gran Comisión”. Esta misión, encomendada a cada uno de nosotros, nos invita a compartir el evangelio, a llevar la buena nueva a cada rincón del mundo.

Pero, ¿realmente comprendemos la magnitud de este llamado? ¿Qué implica “La Gran Comisión” en el contexto de nuestra iglesia y comunidad actual? Y, lo más importante, ¿estamos, como cuerpo de Cristo, haciendo todo lo posible para cumplir con este mandato divino? Es momento de reflexionar y actuar conforme a la voluntad de Dios.

I. El Mandato de Jesús

Jesús, con toda autoridad, nos llamó a ir y hacer discípulos a todas las naciones. Esta no es una petición ligera ni una sugerencia pasajera; es un mandato directo del Salvador del mundo. Jesús, después de Su resurrección y antes de ascender al cielo, dejó esta instrucción clara a sus seguidores.

Significa que cada uno de nosotros, como creyentes, tiene la responsabilidad de compartir el evangelio, de llevar la luz de Cristo a cada rincón oscuro del mundo. No se trata solo de evangelizar, sino de formar, guiar y nutrir a nuevos creyentes en su caminar con Dios. Pero, ¿estamos realmente tomando en serio este mandato? ¿Estamos saliendo de nuestra zona de confort para alcanzar a aquellos que aún no conocen a Jesús? ¿O nos hemos conformado con una fe cómoda, limitada a las cuatro paredes de nuestra iglesia?

Es esencial que reflexionemos sobre estas preguntas y evaluemos sinceramente cómo estamos respondiendo al llamado de Jesús. Porque al final del día, no se trata solo de lo que decimos creer, sino de cómo vivimos esa creencia en acción y servicio.

a. La autoridad de Jesús (vers. 18)

  • Jesús es el Hijo de Dios, es el Salvador y Redentor. (1 Timoteo 1:15)
  • Toda autoridad en el cielo y en la tierra le ha sido dada. (vers. 18)
  • Como Rey de reyes, su autoridad supera a todos los poderes terrenales. (Apocalipsis 19:16)
  • A través de su resurrección, Jesús demostró su dominio sobre la muerte y el pecado. (Romanos 1:4)
  • Su autoridad no es solo temporal, sino eterna, y se extiende a todas las generaciones. (Hebreos 13:8)
  • Bajo su autoridad, somos más que vencedores y podemos enfrentar cualquier desafío. (Romanos 8:37)

b. Hacer discípulos (vers. 19a)

  • No solo se trata de evangelizar, sino de enseñar y guiar a otros en su camino de fe.
  • Ser discípulo implica seguir los pasos de Jesús y vivir según sus enseñanzas. (Lucas 9:23)
  • Hacer discípulos es una responsabilidad compartida por la iglesia. (Efesios 4:11-12)
  • El discipulado implica una relación de mentoría, donde los más experimentados guían a los nuevos creyentes. (2 Timoteo 2:2)
  • A través del discipulado, la iglesia crece en unidad y madurez espiritual. (Colosenses 2:6-7)
  • El objetivo del discipulado es que cada creyente alcance su máximo potencial en Cristo. (Efesios 4:13)

c. A todas las naciones (vers. 19b)

  • No hay límites geográficos para el amor y la palabra de Dios. ¿Estamos extendiendo nuestras manos y corazones más allá de nuestras fronteras? (Marcos 16:15)
  • La misión de llevar el evangelio a todas las naciones fue encomendada a cada creyente. (Hechos 1:8)
  • Dios muestra su amor y misericordia a todas las personas, sin importar su origen o cultura. (Gálatas 3:28)
  • La diversidad de naciones y culturas enriquece la iglesia y refleja la creatividad de Dios. (Apocalipsis 7:9)
  • Al compartir el evangelio, construimos puentes de entendimiento y paz entre diferentes pueblos. (Efesios 2:14)
  • La expansión del evangelio a todas las naciones es una señal de que la venida de Cristo está cerca. (Mateo 24:14)

II. Bautizando en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (vers. 19c)

El bautismo es un paso esencial en nuestra fe. No es simplemente un ritual o una tradición; es un acto significativo que simboliza nuestra muerte al pecado y nuestro renacimiento en Cristo. Al sumergirnos en el agua, estamos identificándonos con la muerte y resurrección de Jesús, dejando atrás nuestra vieja naturaleza y emergiendo como una nueva creación, renovados y transformados.

Es una declaración pública de nuestra decisión de seguir a Jesús, mostrando al mundo que hemos decidido entregarle nuestras vidas y caminar en sus caminos. Además, el bautismo es un momento de celebración, donde la iglesia se reúne para dar testimonio y apoyar al nuevo creyente en su jornada de fe.

Es un compromiso ante Dios y ante la iglesia, un pacto que nos recuerda constantemente nuestra identidad en Cristo y la misión que tenemos como sus discípulos. Es, en esencia, una puerta de entrada a una vida de crecimiento espiritual, servicio y comunión con Dios y con nuestros hermanos en la fe.

a. La importancia del bautismo (Hechos 2:38)

  • Es un acto de obediencia y un símbolo de nuestra nueva vida en Cristo. (Romanos 6:3-4)
  • Representa la muerte al pecado y el renacimiento en el Espíritu Santo. (Colosenses 2:12)
  • Es una declaración pública de nuestra fe y compromiso con Jesús. (Mateo 10:32-33)
  • Une a los creyentes en una comunidad de fe, fortaleciendo la iglesia. (1 Corintios 12:13)
  • Marca el inicio de un camino espiritual, guiado por la enseñanza divina. (Efesios 4:4-5)
  • Reafirma las promesas de Dios y su amor inquebrantable hacia nosotros. (1 Pedro 3:21)

b. La Trinidad (1 Juan 5:7)

  • El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son uno, y en ese nombre somos bautizados. (vers. 19)
  • El Padre es el creador y sustentador de todo. (Génesis 1:1)
  • Jesucristo, es el Salvador y Redentor. (Hechos 4:12)
  • El Espíritu Santo es el Consolador y Guía. (Juan 14:26)
  • Los tres trabajan juntos en perfecta unidad para cumplir la voluntad divina. (Efesios 4:4-6)
  • A través de la Trinidad, Dios se revela a sí mismo y se relaciona con la humanidad. (2 Corintios 13:14)

c. Un nuevo comienzo (2 Corintios 5:17)

  • Al ser bautizados, somos una nueva creación en Cristo. ¿Estamos viviendo como tal? (Gálatas 3:26-27)
  • Nuestro pasado queda atrás y comenzamos una vida renovada en fe. (Filipenses 3:13-14)
  • Somos liberados del pecado y adoptados como hijos de Dios. (Romanos 6:4)
  • El bautismo simboliza la purificación y el lavado de nuestros pecados. (Hechos 22:16)
  • Con el bautismo, nos unimos al cuerpo de Cristo, la iglesia. (1 Corintios 12:13)
  • Como nueva creación, estamos llamados a vivir en santidad y justicia. (Efesios 4:22-24)

III. Enseñando a Guardar Todo lo que Jesús Mandó (vers. 20)

No es suficiente solo conocer la palabra de Dios, debemos vivirla y enseñarla. La Biblia no es simplemente un libro para ser leído, sino una guía para ser vivida. Cada versículo, cada enseñanza, tiene el propósito de transformar nuestros corazones y nuestras vidas. Cuando realmente vivimos según las Escrituras, reflejamos el amor, la misericordia y la justicia de Dios en cada acción y decisión que tomamos.

Además, no podemos guardar este tesoro solo para nosotros. Es nuestra responsabilidad compartir estas verdades con otros, enseñarlas a las nuevas generaciones y a aquellos que aún no conocen a Cristo. Al hacerlo, no solo fortalecemos nuestra propia fe, sino que también edificamos la iglesia y extendemos el reino de Dios en la tierra. Es un llamado a ser luz en medio de la oscuridad, a ser sal en un mundo que necesita sabor y esperanza.

a. La importancia de la enseñanza (2 Timoteo 3:16)

  • La Biblia es nuestra guía, y debemos estudiarla y compartirla con otros. (Salmo 119:105)
  • La palabra de Dios es viva y eficaz, penetrando en lo más profundo del ser. (Isaías 55:11)
  • A través de las Escrituras, Dios nos instruye y corrige. (Proverbios 3:11-12)
  • Estudiar la Biblia fortalece nuestra fe y nos prepara para enfrentar desafíos. (1 Pedro 2:2)
  • Compartir la palabra de Dios es esencial para la edificación de la iglesia. (Efesios 4:11-12)
  • La enseñanza bíblica nos equipa para hacer buenas obras en nombre de Cristo. (Efesios 2:10)

b. Vivir la palabra (Santiago 1:22)

  • No solo escuchemos la palabra, sino pongámosla en práctica. (Lucas 11:28)
  • La verdadera fe se manifiesta en acciones conforme a la palabra de Dios. (Gálatas 5:25)
  • La obediencia a la palabra nos acerca más a Dios y refuerza nuestra relación con Él. (Juan 14:23)
  • Al vivir según las Escrituras, somos luz en medio de la oscuridad. (Mateo 5:14-16)
  • La palabra de Dios en acción en nuestras vidas produce frutos espirituales. (Gálatas 5:22-23)
  • Vivir la palabra es una demostración de amor genuino hacia Dios y hacia nuestro prójimo. (1 Juan 3:18)
  • c. Jesús siempre con nosotros (vers. 20b)

Aplicación

Hermanos, es nuestro deber como iglesia seguir “La Gran Comisión”. Debemos evangelizar, bautizar y enseñar. Cada uno de nosotros tiene un papel en esta misión. ¿Estás dispuesto a tomar tu parte? Recordemos que en nuestra misión, no estamos solos. Jesús prometió estar con nosotros siempre.

Conclusión

“La Gran Comisión” no es solo un pasaje bíblico, es un llamado a la acción. Es una responsabilidad que todos compartimos como hijos e hijas de Dios. A lo largo de las Escrituras, vemos cómo Dios siempre ha buscado tener una relación con su creación, y a través de la Gran Comisión, nos invita a ser parte activa de su obra redentora en el mundo.

Recordemos siempre que Jesús está con nosotros en cada paso de este viaje, brindándonos fuerza, sabiduría y amor. No estamos solos en esta misión; contamos con el apoyo de la comunidad de creyentes y la guía del Espíritu Santo. Es esencial que, como iglesia, reflexionemos sobre cómo estamos respondiendo a este llamado y busquemos maneras de vivirlo día a día.

Que nuestro compromiso con “La Gran Comisión” no sea solo de palabras, sino que se refleje en nuestras acciones, en nuestro amor al prójimo y en nuestra pasión por compartir el evangelio. ¡Avancemos juntos en fe y amor, llevando la esperanza de Cristo a cada rincón del mundo!

© Sebastian Romero. Todos los derechos reservados.

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