Estudios Biblicos
CAPÍTULO 8: (Estudio 8) El Mediador de un Nuevo Pacto
Estudio Bíblico de la epístola a los Hebreos
Así comienza el autor su Palabra de hoy.
1 “Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos,” 2 “Ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre”.
Una de las cosas interesantes del escritor a los Hebreos es que cuando comienza con un tema, lo sigue explicando aunque requiera de varios capítulos, como lo hizo con los ángeles en la primera parte. Ahora el tema es de Jesús como superior a todos los sacerdotes instaurados por la orden de Aarón. De esta manera, y como conclusión a tan fascinante tema, lo comienza acá diciéndonos, que Jesucristo, nuestro gran sumo sacerdote, “se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos”.
Mis hermanos, ¡este texto es sublime! Pensar que nuestro amado Cristo pasó de una vergonzosa cruz al trono de la Majestad, solo es concebible en la economía divina. Pero hay algo más en esta declaración celestial. La figura del santuario en el desierto, y posteriormente en el templo de Jerusalén, no era sino una sombra del tipo que mostraba una realidad futura, de allí que se diga que Cristo es “Ministro del santuario”.
¿De cuál santuario se está hablando?
Pero, ¿de cuál santuario se está hablando? De uno que levantó Él mismo. Cuando David y Salomón estuvieron en el proyecto de construir el templo, Dios les anticipó diciendo que Él no habita en templos hechos por los hombres. ¡Ahora podemos entender muy bien aquella afirmación divina!
Que hermoso es pensar en el santuario donde entró Jesús para ser el Mediador perpetuo. Si el templo que construyó Salomón fue una de las maravillas del mundo de su tiempo, tenemos que imaginarnos que el tabernáculo donde Cristo ahora está sentado ejerciendo su nuevo ministerio es superior a todo, pues ese tabernáculo es su propio cuerpo que ahora está glorificado.
Y para explicar la nueva posición de Cristo como nuestro Sumo Sacerdote, el autor del libro necesita volver a las funciones de los sacerdotes terrenales. Así lo menciona:
3 “Porque todo sumo sacerdote está constituido para presentar ofrendas y sacrificios; por lo cual es necesario que también éste tenga algo que ofrecer”. 4 “Así que, si estuviese sobre la tierra, ni siquiera sería sacerdote, habiendo aún sacerdotes que presentan las ofrendas según la ley;” 5 “los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte”.
La función de un sacerdote según la orden aarónica estaba bien definida en el antiguo sistema sacerdotal. Dos asuntos dominaban el trabajo de estos hombres: presentar ofrendas y ofrecer los sacrificios. Nadie más podía hacer esto. Todo sacerdote para entrar en el santuario tenía algo que ofrecer. Sin embargo el autor nos habla que esto era “figura y sombra de las cosas celestiales”. En consecuencia, se esperaba que el sacerdocio de Cristo fuera el cumplimiento de aquello que era un “tipo” de lo cual Él sería su “anti tipo”.
Se deduce por la forma cómo el autor hace la comparación de que Cristo, como un nuevo sacerdote, tendría también algo que ofrecer para entrar en el santuario. ¿Y qué ofrenda presentó Él para agradar a su Padre? Ya sabemos que no fue de ovejas, machos cabríos o algún otro sacrificio cruento que se presentaba en el altar. ¡Jesús se ofreció así mismo, con su propia sangre con la que también se roció el altar, tipificado en la cruz donde murió! Por tal razón su ofrenda es mayor que toda la que los sacerdotes presentaban todo el tiempo delante del altar y de Dios.
Ahora veamos la comparación que se hace de Jesús:
6 “Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas”. 7 “Porque si aquel primero hubiera sido sin defecto, ciertamente no se hubiera procurado lugar para el segundo”
Mis amados, cuando uno lee estos textos y observa la manera cómo se presenta a Cristo en relación a lo que era uno de los oficios tan amado por Israel, y lo contemplamos posesionado en esas dimensiones celestiales, no nos queda sino reconocer cómo un oficio que llegó a ser el corazón de la vida social, religiosa y espiritual de Israel, nos conduce para ver por qué se dice que es “mejor el ministerio suyo”.
En el análisis que presenta el autor, él dice que Jesús es mejor en todo. Por un lado, se nos ha dicho que el suyo, es el mejor ministerio. Pero ahora se nos dice que es “mediador de un mejor pacto y de mejores promesas”. Y no podía ser de otra manera, pues todo lo que Jesús ha hecho es lo mejor, aun cuando los sacerdotes antiguos ofrecían “lo mejor” de sus ofrendas, todas ellas eran defectuosas porque eran una sombra de lo que vendría.
Mis amados hermanos, hay en esto una verdad maravillosa. En Jesús tenemos ahora el establecimiento de un nuevo pacto, pero también hecho con mejores promesas. El profeta Jeremías había profetizado la llegada del “nuevo pacto”, el cual sería escrito no en tablas de piedra sino en el corazón y en sus mentes (Jeremías 31:31-32). Esto es lo que dice el autor en los versículos 8 al 12.
Ahora hablamos de un Nuevo Testamento que se ha escrito con la sangre del Cordero de Dios. Y lo más grande de esto es que con Jesús, no solo llega ese “nuevo pacto” con el cual se cumplen los viejos pactos, sino que además Él es el Mediador de este pacto.
Esa es la garantía para todos nosotros. No es un hombre cualquiera el mediador, pues ninguno de ellos, por ser débiles en su naturaleza pecaminosa, pudieran cumplir esa función de “mediador”. Ahora Cristo como nuestro gran sumo sacerdote hace posible esta tarea, la de Mediador eterno. Nada nos puede dar mayor gozo que el saber acerca de este oficio de nuestro Señor en el cielo. ¡Su sangre derramada hizo posible el nuevo pacto, y con ello también su mediación!
Y así concluye el autor su postura respecto a Jesús como aquel que está sentando en el trono de la Majestad del cielo, siendo ahora nuestro Mediador eterno.
13 “Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer”.
El cierre de este capítulo no puede ser mejor. Hay algunos que todavía viven bajo el antiguo pacto, celebrando sus mismas ordenanzas y pretendiendo cumplirlo, sin darse cuenta de que ya Cristo lo cumplió. Categóricamente se nos dice que el nuevo pacto dio por viejo al primero.
Ciertamente le agradecemos a Dios que nos dio su revelación progresiva en el antiguo pacto o A.T., pero al venir Cristo se dio por cumplido o terminado lo que era una sombra, ahora ya no invocamos más lo antiguo, porque “lo que se da por viejo y envejece, está próximo a desaparecer”.
Así pues mi amada gente, Jesucristo nos ha dado todo lo mejor. Su ministerio es mejor, sus promesas son mejores y sobre todo, como Mediador de un nuevo pacto, ¡Él es lo mejor! Por lo tanto, solo nos queda encomendarnos en sus manos y reconocerlo en su gran oficio sacerdotal. ¡Que nuestra adoración sea por siempre al gran sumo sacerdote de nuestra salvación, nuestro muy amado Señor Jesucristo! Amen.
© Julio Ruiz. Todos los derechos reservados.
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CAPÍTULO 9: (Estudio 9A) Jesús es el Mediador del Nuevo Pacto