Hermenéutica

Frente a esta interpretación pan-armónica, otros propusieron la Interpretación Pneumática o Espiritual, que proponía el espíritu de fe debía ser el intérprete; este espíritu daría la convicción de que las diversas partes de la Biblia formaban un todo armónico y que debían ser interpretadas según la analogía de la fe.

Desde entonces, el método histórico-crítico ha reinado en la hermenéutica protestante, pero siempre dando lugar a una búsqueda del sentido más allá de lo meramente formal y las diferentes posturas se evidencian entre aquellos que aceptan la Escritura como revelación de Dios y los que no la aceptan. Entre los cristianos evangélicos latinoamericanos se ha producido un intenso esfuerzo de reflexión sobre la hermenéutica, que ha dado sus frutos en las propuestas de la Fraternidad Teológica Latinoamericana, que pueden ser resumidas en una búsqueda de una hermenéutica contextualizada.

II. MODELOS HERMENÉUTICOS

2.1. El modelo “intuitivo”: es uno de los acercamientos más comunes al texto bíblico; pone su énfasis en “la aplicación” personal inmediata al momento del lector. Es típica de la predicación popular y de la literatura devocional. El presupuesto básico de este acercamiento es que la situación del lector contemporáneo coincide en gran medida con la situación representada por el texto original. Esta lectura es a veces llamada, impropiamente, “fundamentalista”. El proceso interpretativo es directo, como muestra el siguiente esquema:

LECTURA DIRECTA

Este acercamiento da por sentado que la Biblia es un texto para gente común y no para los teólogos o intérpretes especializados exclusivamente. Seguramente, este fue el presupuesto que impulsó a los Reformadores a traducir la Biblia a las lenguas del pueblo. En segundo lugar, se da gran importancia al papel del Espíritu Santo y su labor iluminadora que hace posible que el creyente comprenda el significado del texto. En tercer lugar, destaca que el propósito de la lectura de la Biblia no es llevar al lector a una comprensión intelectual del mensaje bíblico sino conducirlo a una obediencia consciente de la Palabra de Dios que le habla a través de la Escritura.

Es importante señalar que este acercamiento es pertinente porque el pueblo común y corriente sólo recibe el mensaje de la Palabra de Dios cuando es intermediada por el sacerdocio erudito de los expertos críticos bíblicos. No obstante, se debe reconocer el peligro de caer en simples alegorizaciones y perder el sentido original del texto; pero cabe también mencionar que la alegoría es hija de la piedad, y que en este peligro cayeron intérpretes tan ilustres como Orígenes, San Agustín, Lutero, Calvino y otros.

2.2. El modelo “científico”: hace uso de las herramientas críticas-literarias, de los estudios históricos, antropológicos, la lingüística, etc. El método de los eruditos bíblicos; pone énfasis en la necesidad de entender el texto original, pero a veces puede ser insensible a los contextos sociales, económicos, culturales contemporáneos del lector y de los procesos que afectan la labor interpretativa.

Cualquiera que aprecie el papel de la historia y de la lingüística en relación a la Biblia apreciará la importancia de su aplicación a la interpretación de la Escritura. Se admite que las formulaciones teológicas no son conceptos abstractos, eternos, que se pueden extraer de los textos bíblicos de una manera simple y directa, sino que la teología es un mensaje inserto en eventos históricos y en el trasfondo cultural y lingüístico de los autores bíblicos. La labor de la investigación científica es la de construir un puente entre los lectores u oyentes contemporáneos y los autores bíblicos por medio de un método que permita reconstruir la situación vital de los autores bíblicos, la exégesis gramático-histórica, para extraer las enseñanzas de valor universal contenida en dichos textos.

HISTÓRICO GRAMATICAL

Este acercamiento científico tiene el mérito de destacar la naturaleza histórica de la revelación bíblica; pero ensancha el abismo entre la Biblia y los lectores; reconoce que la Palabra de Dios hoy tiene que ver con la Palabra de Dios hablada y escrita en tiempos del pasado. El problema con este acercamiento es que da por sentado que la tarea del intérprete se limita a definir el mensaje original del texto y deja para otros la tarea de actualizar ese mensaje para el lector de hoy.

Además, supone que los intérpretes pueden lograr una “objetividad” total que no es posible porque los intérpretes actúan marcados por su propio tiempo y entorno cultural e ideológico, por lo tanto se acercan al texto con presupuestos condicionados históricamente y que afectan su interpretación. Además, la lectura científica de la Biblia tampoco es deseable porque la comprensión de la Biblia se da en una relación de “compromiso” que es lo que permite que el texto escrito en el pasado tenga impacto en el momento de hoy.

2.3. Acercamiento Contextual: combina las ventajas de ambos métodos y reconoce tanto el papel que desempeña el mundo antiguo en relación al texto original como el papel del mundo actual en el condicionamiento del modo en que los lectores y oyentes contemporáneos deben leer y escuchar el texto bíblico. Parte del presupuesto de que la Palabra de Dios se origina en el contexto particular del mundo hebreo y helenístico-romano y de que sólo puede entenderse cuando se hace “carne” en una situación histórica específica con todas sus formas culturales. La labor de los intérpretes es transportar el mensaje desde su contexto histórico original al contexto de los lectores contemporáneos a fin de producir en estos el mismo impacto que produjo en los oyentes o lectores originales.

La pregunta fundamental en este caso es: ¿cómo podemos cruzar el abismo que nos separa del pasado? Este es el problema que se debate en la hermenéutica bíblica hoy. El acercamiento contextual concede la misma importancia tanto al contexto original como al contexto contemporáneo del lector u oyente. Este acercamiento ha sido desarrollado por la Fraternidad Teológica Latinoamericana, especialmente por René Padilla quien propuso lo que llamó el Círculo Hermenéutico (Resumimos aquí lo esencial de su ponencia publicada en Boletín Teológico: FTL, enero-marzo de 1981.)

CIRCULO HERMENÉUTICO

Este modelo destaca la importancia de la cultura tanto para el mensaje bíblico en el contexto original como para la interpretación en el contexto actual; es decir, no hay mensaje bíblico separado de un contexto particular. La diferencia fundamental con el modelo científico es que el proceso interpretativo no es en una sola dirección, pues los intérpretes se acercan al texto bíblico desde su propia perspectiva, dando lugar a un proceso dinámico que sigue una doble dirección, formando un “círculo hermenéutico”. Los intérpretes y los textos se condicionan mutuamente. Los cuatro elementos del círculo hermenéutico son: (1) La situación histórica del intérprete (2) la cosmovisión del intérprete (3) El texto bíblico y (4) La teología.

1. LA SITUACIÓN HISTÓRICA: los lectores u oyentes de la Biblia viven en situaciones históricas particulares, en culturas específicas y con lenguas específicas. Si la Palabra de Dios en la Biblia ha de llegarles, tiene que hacerlo en los mismos términos de esta situación histórico-cultural. Ninguna cultura en su totalidad refleja el propósito de Dios; en toda cultura hay elementos que conspiran contra la comprensión de la Palabra de Dios. Toda interpretación está, por lo tanto, sujeta a corrección y afinación, pero siempre cuidándose de todo sincretismo; es decir, de los elementos culturales que distraen el mensaje de la Palabra. Los sincretismos ocurren cuando hay una acomodación del Evangelio a los valores prevalecientes de una cultura y que son incongruentes con el mensaje bíblico. Sin embargo, toda cultura posee elementos positivos, favorables a la comprensión del Evangelio, lo cual posibilita el acercamiento a las Escrituras y es capaz de sacar a luz aspectos que pueden estar ocultos en otras culturas. Por lo tanto, la tarea hermenéutica requiere del auxilio de las ciencias sociales y antropológicas que faciliten la comprensión precisa del horizonte cultural, de la lingüística y de la literatura, y, en gran medida, de la historia para la comprensión del contexto original del texto sagrado.

2. LA COSMOVISIÓN DEL INTÉRPRETE: los intérpretes se acercan a la Biblia desde su propia manera de entender la realidad, es decir, de su propia visión del mundo. Estén o no conscientes de ello, esta cosmovisión está por detrás de todas sus actividades y colorea la visión de la realidad del intérprete. Es decir, cada interpretación bíblica supone una visión del mundo. Así, por ejemplo, toda la teología occidental ha estado afectada por la cosmovisión materialista y mecanicista propia de esta cultura. Quienes aceptan la visión “científica” del mundo propia de Occidente – donde todo puede explicarse sobre la base de causas naturales- tienen dificultades para aceptar la Biblia cuando ésta se refiere a realidades espirituales, a los milagros, etc. Por lo tanto, la cosmovisión bíblica tiene que imponer muchos correctivos a la cosmovisión occidental: el énfasis bíblico en un Dios personal que actúa con un propósito en la historia y a través de ella; su doctrina del hombre como un ser creado a imagen de Dios, pero afectado por la realidad del pecado y la obra de la Gracia en su redención, son los puntos claves de la cosmovisión bíblica que permite a los occidentales entrar en el extraño mundo de la Biblia, y muestran que las dificultades no están en la cosmovisión bíblica sino en las suposiciones occidentales en torno al poder de la razón.

3. LAS ESCRITURAS: interpretar la Biblia tiene que ver con el diálogo entre las Escrituras y el contexto histórico contemporáneo. El propósito de la hermenéutica es trasponer el mensaje bíblico desde su propio contexto a una situación histórica contemporánea al intérprete. Su presupuesto fundamental es que el Dios que habló en el pasado y cuya Palabra está registrada en la Biblia continúa hablándonos hoy en estas mismas Escrituras. Aunque para la lectura de la Biblia es indispensable la acción del Espíritu Santo, la Biblia debe leerse como cualquier otro libro; es decir, como un texto antiguo con su propio horizonte cultural. “Toda interpretación del texto debe ante todo oír al texto exactamente con el mismo matiz de significado que tuvo cuando se pronunció o se escribió originalmente. En primer lugar, se debe dar a las palabras el sentido distintivo que les dio el autor, leyéndolas en el contexto de otras palabras. Luego cada palabra debe ser estudiada en el contexto del tiempo a fin de determinar el significado que tuvo para quienes la escucharon inicialmente… El trasfondo religioso, cultural y social es de la mayor importancia para penetrar a la mente del autor por medio de las palabras…”

Este el fundamento del llamado método histórico-gramatical, el cual ha sido considerado como demasiado “occidental” y no aplicable a culturas no-occidentales. Sin embargo, la teología de Occidente no ha sido muy consecuente con este método, pues en vez de dejar que la Biblia sea la que hable, el acercamiento más común en la teología occidental ha sido el dogmático. Esto ha significado, en la práctica, que varios sistemas teológicos rivales y competitivos han logrado enmudecer a la Biblia. Así por ejemplo, los sistemas escolásticos lograron modelar la interpretación bíblica dentro de las conceptualizaciones de las filosofías griegas predominantes (platonismo o aristotelismo). Pero también hoy vemos como en amplios sectores del protestantismo evangélico, la interpretación de la Biblia está controlada por el sistema teológico dispensacionalista.

Por otro lado, hay quienes sostienen que el uso que el NT hace del AT legitima un acercamiento “intuitivo”, desvalorizando así la importancia del método histórico-gramatical. Alegan que la presencia de alegorizaciones en los textos apostólicos muestra el poco interés de parte de los escritores del NT por establecer el sentido natural del AT. Sin embargo, la idea de que la interpretación del AT sea muy imaginativa, similar a la exégesis rabínica, carece realmente de base. En el caso de Pablo, a pesar de su formación rabínica, la alegorización es casi insignificante y aun quitándola no modificaría en nada su teología.

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J. Pedraza

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