La apostasía que viene

La reunión de la iglesia -dice él- en los primeros tiempos, en torno a Jesucristo, “orientaba su razón de ser, y era a la vez como un termómetro que permitía medir la fe de la iglesia”. Pero ¿qué pasa ahora -dice- en la posmodernidad?

En estos últimos diez años -dice- se han introducido cambios rápidos “en las rígidas liturgias anteriores”, y se ha instalado un modelo cúltico (de culto), que “ha uniformado a las iglesias de las diversas tradiciones”.

Antes era posible distinguir lo que era un iglesia tradicional de una iglesia de corte pentecostal donde había mucha algarabía. Ahora -dice- se está globalizando, se está uniformando todas las iglesias evangélicas en esto, en sus cultos.

Desde los días de la llamada ‘renovación de la alabanza’, el culto “ha adquirido características de espectáculo y entretenimiento” … “La sociedad posmoderna ha dejado atrás la cultura de la palabra y ha abrazado la cultura de la imagen” … “

Las megaiglesias posmodernas prefieren utilizar salas de cinematógrafos, donde tienen facilidades técnicas que requiere el espectáculo, utilizan músicos profesionales, juegos de luces, butacas cómodas” … “El sermón ha dejado de ser el centro del culto, sustituido por la música y el canto”.

La iglesia posmoderna: ha sustituido la palabra de Dios por la música y el canto.

“Otra característica -dice él- es la catarsis emocional” … “Absolutiza los sentimientos. Las grandes concentraciones no son motivadas por ideas o proyectos, sino por la búsqueda de sensaciones colectivas.

La alabanza, que ahora ocupa el 70% del tiempo del culto, se convierte en espacio de psicoterapia espiritual” … “La espiritualidad se confunde con la emoción y la evasión de la realidad” … “

La Biblia se subordina a la experiencia.

Esta producción y búsqueda de sensaciones y emociones puede ayudar a sentirse bien en el momento, pero no tiene ningún tipo de trascendencia en la vida” – agrega.

“Y una tercera característica -dice este hermano- se expresa con la palabra inglesa de moda: ‘light’, que significa ligero, frívolo, liviano. La cultura ‘light’ de la posmodernidad expropia los contenidos fundamentales de las cosas, dejándolas en una vaciedad, repleta de incoherencias y provoca una vida sin compromisos ni complicaciones”.

Cristianos que no se comprometen, ni se complican la vida. Ellos asisten a un show, a un espectáculo con harta música, luces, colores, y una buena animación desde el frente, una persona carismática que haga conmover las multitudes.

Sigo leyendo: “En esta cultura, el culto se vacía de sus contenidos fundamentales, para que pueda ser aceptado fácilmente. El evangelio se presenta como un producto que debe ser ofrecido en un formato que no espante a la clientela. Debe ser atractivo y llamativo, y vaciarse de todo aquello que signifique compromiso, sacrificio, esfuerzo y entrega.”

Primero, reemplaza la Palabra por la música y el canto. Luego, la vida cristiana se vacía de espiritualidad para transformarse en un ir y venir de emociones, en una búsqueda de sensaciones para llenar un momento, nada más.

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Gonzalo Sepúlveda

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