El Tabernáculo de David – I Parte

Estudios Bíblicos

Estudios Bíblicos Predica de Hoy: El Tabernáculo de David – I Parte

Estudio Bíblico Texto Principal: Hebreos 8:3–5

Porque todo sumo sacerdote está constituido para presentar ofrendas y sacrificios; por lo cual es necesario que éste también tenga algo que ofrecer. Así que, si estuviese sobre la tierra, ni siquiera sería sacerdote, habiendo aún sacerdotes que presentan las ofrendas según la ley; los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte.

Introducción

Para hablar con exactitud del tabernáculo de David es necesario definir primero a su antecesor, el tabernáculo erigido por Moisés. De ese modo podremos comprender la complejidad y la importancia del mismo para la presentación de nuestras ofrendas y alabanzas a Dios. Vamos a definir lo siguiente del texto que se acaba de leer:

1) Tanto el sumo sacerdote como los sacerdotes, estaban en la obligación de presentar sacrificios y ofrendas dentro del tabernáculo.

Como es sabido, tales presentes se constituían de víctimas como carneros, bueyes, ovejas, machos cabríos, palomas, etc. Según la ocasión lo ameritase, entendiéndose por ello, expiación por un pecado, acciones de gracias, ofrendas de paz, promesas.

Es decir, su ministración consistía en la presentación de holocaustos. Ninguno de los ministros del santuario podía presentarse ante Dios sin algo que ofrecer. Tal y como lo afirmó el rey David, en el libro de Salmos capítulo 24 verso 3: “¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo?”, esta pregunta descubre la intención de acercarse a Dios llenando el requisito fundamental: Presentar una ofrenda.

El Tabernáculo de David

2) Las ofrendas

Las ofrendas que se acostumbraban a presentar en el tabernáculo eran en su mayoría víctimas degolladas, de acuerdo a lo descrito en el libro de la Ley dado a Moisés en el desierto durante los cuarenta (40) años de peregrinación. No obstante, sólo los sacerdotes o el sumo sacerdote, una vez al año, podía presentar tales sacrificios. No convenía al pueblo tomarse tales atribuciones. Existía para entonces una sola figura encargada de la tarea de presentarse ante Dios. El pueblo, en este caso, sólo traía la ofrenda.

3) El modelo del tabernáculo que se presentó a Moisés en el Monte de Sinaí, correspondía con una orden divina.

Aún y cuando Moisés por sí solo o pudiese erigirlo, recibió los planos de su diseño y composición, porque de parte de Dios venía la tarea de construirlo. Otros miembros del pueblo recibieron las habilidades para desarrollar dicha construcción. Así lo refiere el libro de Éxodo capítulo 31 versos 2 – 6:

Mira, yo he llamado por nombre a Bezaleel hijo de Uri, hijo de Hur, de la tribu de Judá; y lo he llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría y en inteligencia, en ciencia y en todo arte, para inventar diseños, para trabajar en oro, en plata y en bronce, y en artificio de piedras para engastarlas, y en artificio de madera; para trabajar en toda clase de labor. Y he aquí yo he puesto con él a Aholiab hijo de Ahisamac, de la tribu de Dan; y he puesto sabiduría en el ánimo de todo sabio de corazón, para que hagan todo lo que te he mandado;

Tabernáculo de David

La voluntad de construir el tabernáculo era de Dios, no se trató de una iniciativa de Moisés.

4) La distrubución

La forma como estaba distribuido espacialmente el tabernáculo así como los materiales usados para su elaboración, representaban la sombra de lo celestial. En otras palabras, eran imagen terrenal de lo espiritual.

El libro de Colosenses capítulo 2 verso 17 lo confirma. “todo lo cual es sombra de lo que ha de venir…”. El propósito de Dios al diseñar el tabernáculo era familiarizar al hombre natural con aquella porción de su vida que había muerto en el Edén. Esto es, su Espíritu. El cual es capaz de entender a Dios. Escrito está en el libro de 1 Corintios capítulo 2 verso 10. “Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aún lo profundo de Dios.”

Teniendo lo anterior como base, se puede decir que el tabernáculo era:

  • Un lugar destinado para ofrecer y sacrificar ante Dios,
  • Ministrado únicamente por sacerdotes,
  • Diseñado por Dios e,
  • Imagen de las cosas celestiales.

En el libro de Hebreos capítulo 9 verso 1 dice. “Ahora bien, aún el primer pacto tenía ordenanzas de culto y un santuario terrenal”. Esto es, la Ley de Dios a los hombres. El verso 9 continúa diciendo. “Lo cual es símbolo para el tiempo presente, según el cual se presentan ofrendas y sacrificios que no pueden hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que practica ese culto”.

Con todo y que fuese una ordenanza divina, el tabernáculo así constituido, representaba para el pueblo un lugar de temor, que le recordaba sus culpas y que en ninguna manera borraba sus pecados y faltas, sólo los encubría. En los versos 11 y 12 se explica la resolución de Cristo para tal situación:

Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención.

Como ya se explicó, sólo los sacerdotes tenían acceso al Lugar Santo. Y el Sumo Sacerdote al Lugar Santísimo. Sin embargo, siendo Jesucristo consagrado como Sumo Sacerdote según el sacerdocio de Melquisedec, se hizo así mismo, ofrenda y sacerdote para expiar de una vez y por todas el pecado del pueblo, de forma tal que ahora todos tuviesen acceso al interior del tabernáculo.

Pero esta vez se trataba del tabernáculo espiritual y celestial. Pues como lo dice el libro de Lucas capítulo 17 verso 21. “porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros.” Por lo tanto, la concepción de esperarlo que vendría o de un modelo que se hallaba en el cielo, por Cristo había sido abolida en la cruz. Todos teníamos acceso desde entonces a la presencia de Dios.

Eso sí, las condiciones del sacerdocio y la ofrenda para Dios se mantenían; de hecho, aún se mantienen vigentes.

Veamos en primer lugar, la cualidad de SACERDOTE para ministrar en el tabernáculo. El libro de 1 Pedro capítulo 2 verso 9 dice. “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis la virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable.”

De este pasaje bíblico se desprende que aquellos que reciben a Jesucristo como Salvador, y en su sangre son hechos nuevas criaturas. Se convierten en Sacerdotes del Ministerio de Cristo. El libro de Juan capítulo 1 verso 12 lo dice claramente. “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. En el libro de Gálatas, capítulo 4 verso 7 agrega: “…y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo”. En consecuencia, todos los que han recibido la salvación por la fe en Jesús, son por él constituidos en Sacerdotes.

En cuanto a las ofrendas, el libro de Romanos, capítulo 12 verso 1 indica: “…que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional”. No se trata ya de bueyes o corderos, sino de cada persona, de cada hijo. El libro de 1 Corintios, capítulo 6 versos 19 y 20 aporta esta explicación:

¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que nos sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.

En tal sentido, Dios ha diseñado un formato donde acercarse a él no requiere de holocaustos y/o expiaciones sino de la entrega personal, auténtica y libre de cada ser humano.

Observando esto, se tiene que el tabernáculo no desapareció sino que fue restaurado. Tal evento fue profetizado por Isaías en el capítulo 16 verso 5: “y se dispondrá del trono en misericordia; y sobre él se sentará firmemente, en el tabernáculo de David, quien juzgue y busque el juicio, y apresure la justicia”, también el profeta Amós antes de la destrucción de Israel habló en el capítulo 9 verso 11 diciendo: “En aquel día yo levantaré el tabernáculo caído de David, y cerraré sus portillos y levantaré sus ruinas, y lo edificaré como en el tiempo pasado”

La profecía en ambos autores habla de restaurar el Tabernáculo de David, y que el encargado de levantarlo sería el Mesías Prometido, como se sabe, éste es el mismo Jesús.

Entendiendo esto, toca entonces definir qué es exactamente ese tabernáculo, para comprender los motivos que tuvo Dios en decidirse por este tabernáculo y no por el que Él mismo le indicó a Moisés que erigiese.

El tabernáculo de Moisés

El tabernáculo de Moisés era sinónimo de religión y de yugo para el pueblo, quien temía acercarse a él por las terribles consecuencias que le esperaba si lo hacía. 

David era un joven pastor de ovejas de diecisiete (17) años cuando el Señor lo llamó y lo ungió por mano de Samuel (el Juez de la época en Israel), para que sucediese a Saúl en el Trono de Israel. Según 1 Samuel capítulo 16 verso 13: “…desde aquel día el Espíritu de Jehová vino sobre David…” y dice más acerca de él en el verso 18: “…que sabe tocar, y es valiente y vigoroso y hombre de guerra, prudente en sus palabras, y hermoso, y Jehová está con él.”

A pesar de su corta edad, David había agradado a Dios, no por lo que pudiera parecer en el exterior como el resto de sus hermanos sino porque tenía el deseo de servirle a Dios por encima de todo y más que cualquier otra cosa.

El libro de 2 Samuel capítulo 7 versos 8 y 9 dice: Ahora, pues, dirás así a mi siervo David: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Yo te tomé del redil, de detrás de las ovejas, para que fueses príncipe sobre mi pueblo, sobre Israel; y he estado contigo en todo cuanto has andado, y delante de ti he destruido a todos tus enemigos, y te he dado nombre grande, como el nombre de los grandes que hay en la tierra.

Este dicho de Dios hacia David corresponde al momento en el cual David se había propuesto en su corazón, edificar casa para la morada de Dios.

Es necesario destacar, que esta intención no le fue impuesta a David por Dios o alguna otra persona, ya fuera en sueños o visiones, o escrito en un mandato; él simplemente tuvo ese deseo y antes de que pudiera comentárselo a Dios, éste le contestó en 2 Samuel capítulo 7 verso 7: “…¿he hablado yo palabra a alguna de las tribus de Israel, a quien haya mandado apacentar a mi pueblo de Israel, diciendo: ¿por qué no me habéis edificado casa de cedro?”

David, según la palabra de Dios, era “varón conforme a su corazón”. Esto es, pensaba como Dios y quería lo que Dios quería; él estaba entregado en devoción hacia Dios y su mayor anhelo era agradarle de continuo.

Aunque Dios no le permitió construir la casa que quería, David preparó todos los materiales necesarios para hacerlo, su propósito en las batallas era traer todo el botín y disponerlo para la construcción de ese templo.

Hizo más, el paradigma religioso que imperaba en el pueblo desde los tiempos de Moisés, lo derribó para sustituir en su lugar, un modelo divino de alabanza.

El propósito de David no se limitaba solamente a construir una casa, de lo contrario, todos los proyectos se habrían desmoronado ante la negativa de Dios, pero su deseo con respecto a la casa iba mucho más allá, porque aún sin una edificación material, él quería alabar a Dios y desarrolló todo un esquema que así lo permite tanto a él como al resto del pueblo, todo el tiempo, las veinticuatro (24) horas del día.

Su devoción por las moradas de Dios se evidencia en el Salmo compuesto por él, capítulo 27 versos 4 y 5:

Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo. Porque él me esconderá en su tabernáculo en el día del mal; me ocultará en lo reservado de su morada, sobre una roca me pondrá en alto.

Este es el tabernáculo de David. Este es el tabernáculo del cual el profeta Amós hizo mención antes de la destrucción de Israel y que más de cuatrocientos (400) años después hiciera referencia de nuevo por su cumplimiento, el apóstol Jacobo en el libro de los Hechos capítulo 15 verso 16: “Después de esto volveré y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; y repararé sus ruinas, y lo volveré a levantar…”

Continúa en la Segunda Parte: El Tabernáculo de David – II Parte

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