Principios Bíblicos para la Prosperidad

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Vivimos en un tiempo donde muchos teólogos nos hacen creer que el vivir siempre en ‘prosperidad’ financiera y abundancia de riquezas materiales son la herencia ‘obligatoria’ de los cristianos. Según ellos, la abundancia de recursos materiales es ‘evidencia’ que Dios está de nuestro lado o que nosotros estamos de “Su lado”, que de veras hemos entendido el cristianismo o que ciertamente tenemos ‘fe’ para la vida de prosperidad.

La clave para la ‘abundancia’ es según ellos, el hecho de que Dios “quiere” que seamos prosperados “en todo”, y que siempre tengamos salud, (una referencia a 3 Juan 2 que veremos mas adelante.) Tanto la abundancia de bienes materiales como la salud física de nosotros y nuestra familia son vistas como la ‘evidencia’ principal de que estamos haciendo lo correcto.

En días anteriores hemos hablado acerca de cómo la enfermedad puede y ciertamente alcanza aun los mejores creyentes. Vimos que hombres fieles y de “fe no fingida” como Pablo y Timoteo estuvieron enfermos y a veces “constantemente”[i]. Obviamente no hay que ir muy lejos para entender que aun los mejores cristianos no solamente pueden enfermarse, sino también pasar por tiempos de escasez y necesidad.

En la Biblia vemos que desde un punto de vista general y corporativo, Dios prometió al pueblo de Israel que si obedecía sus mandamientos sería prosperado y si desobedecía sería castigado (Deut. 28:29, 63; 29:9). No obstante, también vemos a creyentes fieles los cuales tuvieron momentos de escasez en sus vidas y se quejaron a Dios por la prosperidad de los impíos. David era un hombre que una vez se dijo que “prosperaba en todos sus caminos porque Jehová estaba con él” (1 Samuel 18:14), sin embargo se queja de que muchos eran afligidos, acosados y pasaban por tiempos de tribulación mientras los ateos prosperaban y se gloriaban de ello:

Salmos 10

1 ¿Por qué, oh SEÑOR, te mantienes alejado, y te escondes en tiempos de tribulación? 2 Con arrogancia el impío acosa al afligido; ¡que sea atrapado en las trampas que ha urdido! 3 Porque del deseo de su corazón se jacta el impío, y el codicioso maldice y desprecia al SEÑOR. 4 El impío, en la altivez de su rostro, no busca a Dios . Todo su pensamiento es: No hay Dios. 5 Sus caminos prosperan en todo tiempo; tus juicios, oh Dios, están en lo alto, lejos de su vista; a todos sus adversarios los desprecia. 6 Dice en su corazón: No hay quien me mueva; por todas las generaciones no sufriré adversidad.

Los teólogos de la prosperidad enseñan que la prosperidad ‘siempre’ va mano a mano de la fe (o la espiritualidad) y se citan muchas citas del Antiguo Testamento y traen ejemplos de hombres creyentes como Job, Abraham e Isaac para probar que eso es así. Sin embargo ni en el Nuevo Testamento ni aun el Antiguo Testamento era de esa manera una regla absoluta.

Tristemente son muchas los cristianos que han sido arrastrados por este error del evangelio de la prosperidad pensando que en realidad “el plan de Dios para los cristianos es que sean ricos[ii]” y los que no lo son, son tenidos como tontos o ignorantes.

Nunca olvido un predicador que llegó a la iglesia donde crecí y dijo en su predicación que “si un pastor anda en un ‘Volkswagen viejo[iii]’ eso no es porque es humilde sino porque es un tonto”; también escuche un predicador (quizás fue el mismo anterior) decir que “Dios quería que todos los cristianos tuviesen casa propia e individual, que el diablo se había inventado los dúplex, los triplex y los cuatrupluex (edificios de dos, tres o cuatro casas pegadas) para los cristianos, pero que eso no era lo que Dios quería.” Con ese tipo de mensaje que apela más a las emociones y la carnalidad que a la Palabra de Dios, no es de extrañarnos que tanta gente ande tan confundida.

Muchos cristianos piensan que ‘el reino’ tiene que ver con (o incluye) posesiones materiales y que para demostrar que estamos en el reino debemos poseer los mejores bienes de la tierra. Un predicador decía por la radio “si tú no tienes leche en la nevera para darle a tus hijos, tú no puedes predicar el evangelio, ¿porque que van a decir la gente del Dios que tu le sirves?[iv]” Eso simplemente es un error horrible, si usted es salvo y su vecino no lo es, no hace falta que usted le hable de leche sino de la cruz de Cristo.

Siguiendo esa regla, a los ricos nunca se les predicaría el evangelio porque ellos tienen mucho más que el cristiano promedio. Lo que la gente necesita es salvación de su alma, el perdón de sus pecados y la reconciliación con Dios por medio de Cristo o les espera la condenación eterna del lago de fuego; y eso se le puede predicar tanto a un rico como a un pobre, tengamos leche en la nevera o no tengamos ninguna. Los pastores que hablan así porque simplemente han cambiando el mensaje del evangelio por un evangelio de prosperidad y materialismo.

La Biblia dice “no me avergüenzo del evangelio porque es poder de Dios para salvación para todo aquel que cree, al judío primeramente y también al griego” (Romanos 1:16). Cuando Pablo habló de salvación en este contexto como lo que ‘es’ el evangelio, lo hace con referencia a “la justificación por fe” por eso sigue diciendo en el próximo verso: “17 Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe; como está escrito: MAS EL JUSTO POR LA FE VIVIRA.”

En cierta ocasión conversaba con cierto hermano que manejaba un carro de lujo y le dije que estaba bonito el carro a lo que me respondió: “nosotros somos hijos de un rey y por eso tenemos que tener lo mejor”, rápidamente le dije, “no confundas el reino con las añadiduras, porque ese carro no tiene nada que ver con el reino de Dios.” Es cierto que Dios bendice a sus hijos, pero debemos recordar que el reino de los cielos no son asuntos materiales sino espirituales. Pablo lo dejo claro:

Romanos 14:17

Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia y paz y gozo en el Espíritu Santo.

Las riquezas y la abundancia material no son necesariamente la herencia de los santos ni sinónimo (o fruto) de la fe, la santidad y piedad. Es falso que “Dios nos ha predestinado para la sobreabundancia[v]” de bienes materiales, si eso fuera cierto, todos los cristianos fuesen ricos porque lo que Dios ‘predestina’ ocurre sin que nadie lo estorbe (ver Romanos 8:28-32).

En sus cartas a las siete iglesias de Apocalipsis se mencionan dos iglesias las cuales una de ellas, Laodicea, era abundantemente rica en el aspecto material y otra, Esmirna, que era sumamente pobre. Sin embargo, la iglesia de Laodicea aunque poseía riquezas era una iglesia ‘tibia’, ni fría ni caliente, la cual Jesucristo le dijo que sería vomitada de su boca. A pesar de ser una iglesia llena de abundancia y sin necesidad de nada en el mundo, en el área espiritual esa iglesia era “miserable y digno de lástima, y pobre, ciego y desnudo”:

Revelación 3:15-20

Yo conozco tus obras, que ni eres frío, ni caliente. ­Ojalá fueses frío, ó caliente! 16 Mas porque eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. 17 Porque tú dices: Yo soy rico, y estoy enriquecido, y no tengo necesidad de ninguna cosa; y no conoces que tú eres un cuitado y miserable y pobre y ciego y desnudo; 18 Yo te amonesto que de mí compres oro afinado en fuego, para que seas hecho rico, y seas vestido de vestiduras blancas, para que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas.

Y para colmo de males Jesucristo estaba afuera de esa iglesia:

20 ‘He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo.

En contraste, comparemos las palabras dirigidas la otra iglesia mencionada, la de Esmirna. Esta era una iglesia que vivía en suma pobreza, no gozaba de las “bendiciones” que tenía la iglesia de Laodicea. Aunque desde el punto de vista del mundo era pobre, ante los ojos de Dios era “rica”:

Revelación 2:8-9

Y escribe al ángel de la iglesia en Esmirna: “El primero y el último, el que estuvo muerto y ha vuelto a la vida, dice esto: 9 ‘Yo conozco tu tribulación y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que son sinagoga de Satanás.

Recordamos también la historia de Job, mientras sus amigos le decían que su calamidad y sufrimiento era consecuencia de su pecado escondido hacia Dios, el mismo Job, hombre justo y recto reconoce que los impíos prosperan y reconoce que dicha prosperidad de los impíos viene de parte de Dios mismo:

Job 12

4 Soy motivo de burla para mis amigos, el que clamaba a Dios, y El le respondía. Motivo de burla es el justo e intachable. 5 El que está en holgura desprecia la calamidad, como cosa preparada para aquellos cuyos pies resbalan. 6 Las tiendas de los destructores prosperan, y los que provocan a Dios están seguros, a quienes Dios ha dado el poder que tienen.

Tanto en el Antiguo Testamento como en las páginas del Nuevo Testamento vemos los casos de creyentes enfermos y sufriendo escasez e incrédulos engordados y en gran prosperidad material. El mismo salmista Asaf, se quejaba y hasta envidiaba la prosperidad de los impíos. Obviamente ellos prosperaba mientras el sufría: “Porque tuve envidia de los arrogantes, al ver la prosperidad de los impíos.” (Salmo 73:3) La Biblia nos habla de los hombres de fe del pasado, y se nos dice que ellos a causa de su espiritualidad y su fidelidad sufrían en el mundo:

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Jorge L. Trujillo

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