Mensajes Cristianos
Una pregunta para reflexionar es ¿Quiénes somos? y ¿Quiénes queremos ser?. A que debo renunciar para lograr llegar a mi propósito de vida y encontrar la verdadera razón por la cual vinimos a este mundo.
Lo que hacemos en este mundo debe tener un sentido, muchas veces debemos reinventarnos. Y entendemos que sin Dios no es posible encontrar la esencia de lo que quiero para mi vida. Porque solo Él nos guía a eso que es lo mejor para ti y te hace feliz, para cada uno es distinto. (Juan 14:6)
Y en ese proceso dejas lo que no te ayuda; (Efesios 4:22), puedes decidir por ejemplo fortalecer la relación con tu hogar o familia, conductas o actitudes que no contribuyen a tu crecimiento espiritual.
¿Quiénes somos? Somos hijos de Dios y mediante el Espíritu Santo nos da sueños, anhelos (Salmos 20:4) que tenemos en nuestro corazón para que nos atrevamos a cumplirlos y creerle. Algunas personas te podrán decir que no eres capaz, no tienes la formación, se necesita mucho dinero, de sueños no se vive etc., y no lo hacen por ser malas personas y creen decir que es lo mejor para ti, pero están hablando desde sus propios miedos.
También suele pasar que para este mundo soy “Exitoso” pero no soy feliz o también pueden decir no me siento pleno, porque se convirtió en una rutina o no le encuentras sentido a la vida. Solo hay una razón y es la ausencia del Señor en nuestras vidas. (Romanos 5:1-5).
Cuando somos felices con poco o mucho eres exitoso, porque solo Jesús puede dar ese gozo y paz inexplicable, llena todos los vacíos que tengamos. En la palabra de Dios nos dice “Sé lo que es vivir en la pobreza, y lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a vivir en todas y cada una de las circunstancias, tanto a quedar saciado como a pasar hambre, a tener de sobra como a sufrir escasez” (Filipenses 4:12).
Dios en su infinita sabiduría y poder nos hizo a todos diferentes, afortunadamente no todos tenemos por ejemplo los mismos gustos, hobbies, profesiones, porque como hermanos en la fe debemos amarnos desde la diferencia y cada uno de nosotros tiene dones especiales que si los ponemos al servicio de los demás serás el más exitoso.
A temprana edad a veces identificamos nuestros dones y decidimos seguir lo que nos gusta, otras veces creemos que hacemos lo que nos toca, pero cuando lo que hacemos lo sentimos como una obligación, puede que seas bueno en lo que haces, pero la pasión hace que seamos exitosos.
El éxito no te lo da tu carrera, conocimiento, dinero te lo da el Señor, me encanta esta frase de Sorcha Carey “No hay que confundir el conocimiento con la sabiduría. El primero nos sirve para ganarnos la vida; la sabiduría nos ayuda a vivir” para cualquier tipo de labor que hacemos debemos tener un conocimiento previo, no todo se refiere al estudio.
Podemos pensar que no podemos o que he perdido mucho tiempo, pero créeme que nunca es tarde. El Señor desea que seamos felices y llenos de su amor. Si nos respalda nuestro Padre celestial nada será imposible.
Activa sus promesas confiando, declarando y hazlo con fe “Camina sobre las aguas”, (Mateo 14:22-33) porque cuando el Señor permite una necesidad, es para que nos movamos de nuestra zona de confort.
Activa tus dones, cree en ti, lo que hagas hazlo que sea para la honra del Señor. La combinación para lograr tu propósito de vida es DIOS + Fe + sabiduría +don(es) +disciplina + ayudar a los demás = Cumplir mi propósito
Al ser feliz con lo que haces, estas cambiando tú entorno, aportando para que cambie el mundo, porque todo empieza en el Señor y luego en ti que tomaste la decisión de seguirlo. Él es quien te dio todo lo que tienes y lo administramos con su ayuda, cuando estamos con Dios y lo obedecemos, todo lo que pase en nuestra vida será para nuestro bien.
Y la recompensa viene de Él, que mejor que nos diga “¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! En lo poco has sido fiel; te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!” (Mateo 25:21) y es aquí donde podemos responder ¿Quiénes queremos ser? Dignos hijos de Dios, que demos frutos de paz, amor, alegría para ayudar a los demás como a mí mismo.
¡Dios los bendiga!
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