Vivir en Cristo

Mensajes Cristianos

Introducción 

A Pablo le ocurrió lo que Isaías profetizó siglos antes diciendo: “Fui buscado por los que no preguntaban por mí; fui hallado por los que no me buscaban. Dije a gente que no invocaba mi nombreIsaías 65:1. Pablo no andaba buscando al Señor, sino persiguiendo a los que eran de Cristo. No preguntaba dónde estaba Cristo, sino que profería amenazas contra Él, yendo de casa en casa, apresando y forzando a blasfemar a los creyentes.

Pablo era un enemigo de Cristo que persiguió a la iglesia, pero el Señor le salió al encuentro como a nosotros el Señor se nos manifestó cuando ni preguntábamos por Él.

Después de ese encuentro con el Señor, Pablo comenzó a ver lo que nunca había visto y a entender lo que nunca había entendido y esto le revolucionó la vida. Pues comenzó a predicar que Jesús era el Cristo y a demostrar por las Escrituras que Jesús era el Hijo de Dios.

Es así que “en seguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que éste era el Hijo de Dios. Y todos los que le oían estaban atónitos, y decían: ¿No es éste el que asolaba en Jerusalén a los que invocaban este nombre, y a eso vino acá, para llevarlos presos ante los principales sacerdotes? Pero Saulo mucho más se esforzaba, y confundía a los judíos que moraban en Damasco, demostrando que Jesús era el CristoHechos 9:20-22.

Leamos la palabra de Dios

Filipenses 1:19-24Porque sé que por vuestra oración y la suministración del Espíritu de Jesucristo, esto resultará en mi liberación, conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado; antes bien con toda confianza, como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte. Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. Más si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger. Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor; pero quedar en la carne es más necesario por causa de vosotros”.

Una revelación acerca de Jesucristo

Pablo recibió una revelación acerca de Jesucristo y a partir de eso comienza a vivir como un creyente que tiene a Cristo en su corazón, como nosotros tenemos a Jesucristo en nuestros corazones y podemos confesar que Jesús es el Hijo de Dios.

Y en Filipenses, habla de su oración, de su amor, de su gozo, de su dolor, de sus tribulaciones, de sus prisiones, de la liberación que vendrá sobre él en respuesta a la intercesión de los hermanos. Habla de la confianza que tiene, y porqué tiene esa confianza, para finalmente resumir todo en una frase: “Para mí el vivir es Cristo”, y con esto no está buscando enaltecerse a sí mismo sino que busca enaltecer siempre a Cristo.

El fruto de un hombre

El fruto de un hombre que tiene a Cristo en su corazón es el gozo por sus hermanos, pero no el gozo de las cosas externas. Sino el gozo de cosas tan simples como orar por ellos y no como una carga, en comunión con sus hermanos, con todos los santos pues el amor de Cristo está en el corazón, para que :

seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios. Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros” Efesios 3:18-20. Eso es lo que demuestra en qué amor andamos, en qué camino andamos, con qué fuerza andamos.

Entiende que es poderoso el Señor para producir en un hombre y en una mujer, por deforme que sea, por débil que sea, 8“el que anduviere en este camino, por torpe que sea, no se extraviará” 10“Y los redimidos de Jehová volverán, y vendrán a Sion con alegría; y gozo perpetuo será sobre sus cabezas; y tendrán gozo y alegría, y huirán la tristeza y el gemido” Isaías 35:8, 10.

Es que quienes aprendimos a vivir realmente en Cristo no vamos a servir al Señor solamente cuando todo esté bien. Porque cuando llega la enfermedad y la prueba todavía estamos en Cristo, y siempre somos un vecino en Cristo, un médico en Cristo, un mecánico, un esposo en Cristo, una esposa en Cristo, un hijo en Cristo, un padre en Cristo, un administrador en Cristo, pues uno vive en Cristo todas las áreas de su vida, “porque para mí el vivir es Cristo”.

¿Qué es el vivir?

¿Qué es el vivir?, me levanto, me lavo, oro, tomo el colectivo, voy al trabajo, voy a comprar, vuelvo a la casa, almuerzo, estoy con mi familia, veo lo que falta, voy y vuelvo. ¿Qué es el vivir? Todo lo que hacemos es el vivir. Es decir, no somos creyentes de reuniones, no somos espirituales cuando estamos con los hermanos o pastores.

Estamos hablando a los que tienen a Cristo en su corazón, no estamos hablando de los que se conforman con el formalismo religioso, externo, de cultos y nada más. Estamos hablando de los que tienen a Cristo, de los que se glorían en Cristo y tienen su fuente allá arriba. No porque se lo exijan, no por las demandas de la palabra de Dios sino porque tienen una vida poderosa adentro, santa, que se manifiesta en todas las áreas de mi vida.

¿Sabes cuándo contristamos al Espíritu?

¿Sabes cuándo contristamos al Espíritu? Cuando no se ve a Cristo en tu vida, cuando Cristo no es magnificado, cuando la carne se levanta, entonces hay muerte, hay confusión, hay dolor, hay problemas en la casa. Y aunque te sepas de memoria toda la Biblia, si la vida de Cristo no se expresa en ti, aunque vayas a los mejores consejeros y siquiatras que existan, si no fluye la vida de Cristo en ti, te quedarás sólo con las recomendaciones.

Ejercitar la fe viva

Es necesario ejercitar la fe viva en la presencia del Señor actuando a través del Espíritu Santo que es quien renueva nuestra vida personal, y familiar. Él viene a llenar un vacío enseñándonos que el Espíritu actúa en todos los sitios donde la fe, y la esperanza, están en acción. Pero sobre todo, nos enseña una verdad fundamental, que ser cristiano es vivir en Cristo, y en esta única dirección nos mueve, nos impulsa y nos conduce el Espíritu Santo.

Es el Espíritu el que nos anima, nos guía y nos identifica con Jesús, de manera que no es posible vivir en Cristo sin la presencia activa del Espíritu Santo en nuestra vida. Y si abundan los cristianos irresponsables e incoherentes, que sin renunciar expresamente a su fe la consideran como una etiqueta que dice: Soy cristiano, y la causa es siempre la misma, no aprendieron, no quisieron, o no aceptaron vivir en Cristo, por lo tanto, todo su cristianismo quedó como algo superficial que pronto desaparece. Pues cuando Cristo no es vivido, sino tan sólo pensado, la vida cristiana se hace estéril ya que no se entrega el gobierno al Espíritu Santo que es quien hace cambiar el rumbo de la vida en dirección a Cristo.

¿Vivir en Cristo sin ser movidos?

Si como cristianos creemos que es imposible concebir la vida cristiana sin vivir en Cristo. Igualmente es inconcebible vivir en Cristo sin ser movidos y guiados por el Espíritu Santo. Pero es penoso ver con qué facilidad se habla de espiritualidad sin dejarse guiar por Espíritu Santo. Lo que es una contradicción, ya que toda espiritualidad cristiana que no dependa del Espíritu Santo ni es espiritualidad ni es cristiana, y esta es la raíz de tantas vidas cristianas fracasadas y abandonos del camino.

Pero el Espíritu Santo no viene a enseñarnos verdades nuevas, sino que nos hace comprender las ya explicadas por Cristo. Pero actuando desde adentro del corazón con naturalidad, pero todas estas verdades serán efectivas o se mostrarán vivenciadas en la medida en que demos libertad al Espíritu.

Nuestra espiritualidad

Nuestra espiritualidad es el resultado de una experiencia personal de fe, vivida en el Espíritu, real, con gozo y comunión con el Señor. Sabiendo afrontar las circunstancias y luchas que nos tocan vivir, con la seguridad que Cristo ya venció a todos esos problemas en la cruz.

Vivimos afanados y preocupados por conseguir el éxito según las normas de este mundo. Vivimos como si las condiciones de esta vida fueran el último capítulo de una historia. Y por eso vivimos en medio de una desesperación y desánimo que no nos permite honrar al Señor.

Creer el final verdadero de esta historia

Pero como cristianos necesitamos creer el final verdadero de esta historia, la que Dios ha escrito desde la eternidad y hacia la cual nos está conduciendo junto con todas las cosas que nos rodean, y esto se llama fe. Y “sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscanHebreos 11:6.

Según el pensamiento humano natural, morir nunca será algo bueno. El hombre puede aceptar cualquier cosa como un trampolín para algo mayor, pero a la muerte jamás le encontrará algo confortante. Pues para el hombre la muerte es triste, deprimente, y frustrante. Y es la razón más poderosa de nuestras lágrimas ya que supone una pérdida total.

Sin embargo, para el apóstol Pablo, morir era “ganancia” ya que tenía por seguro que le “está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida” 2 Timoteo 4:8. Corona que tendremos también a todos los que hemos vivido para agradarle al Señor, porque el premio mayor está detrás de la muerte.

El mundo se ve al revés de lo natural

Lo que muchos no comprenden es que para el cristianismo el mundo se ve al revés de lo natural. ¿Por qué? Porque el cristianismo es sobrenatural. El cristianismo no es un conjunto de ideas y doctrina que se pueden pasar por el intelecto. Sino que el cristianismo es simplemente vivir en Cristo. Esto no significa que un cristiano no pueda derramar lágrimas de dolor cuando la muerte toca. Toda despedida produce tristeza, pero estará la esperanza, porque siempre habrá algo mejor detrás.

Los apóstoles sirvieron con la idea de que Jesús podía regresar durante el tiempo de sus vidas. Pero ¿qué hubiera sucedido si hubieran dejado de trabajar y se hubieran quedado esperando? Primero que no hubieran cumplido la Gran Comisión, y el evangelio no se hubiera esparcido.

Como si cada día fuera el último

Ellos entendieron que el regreso de Jesús significaba que debían ocuparse de la obra de Dios. Por eso  ellos vivieron como si cada día fuera el último. Nosotros también debemos ver cada día como un regalo. Debemos usarlo para glorificar a Dios mediante nuestro testimonio de vida y de servicio en la obra

amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro1 Juan 3:2-3

por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios. Pues los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan. Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo. Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo1 Tesalonicenses 5:6-9.

Morir es ganancia

Solamente el que puede decir que su vida es Cristo, puede decir que morir es ganancia. Entonces, vive tu vida trabajando para Cristo. Luchando por el Señor, despertándote cada mañana para servirle. Esfuérzate cada día para agradarle solamente a Él, y nacerá la convicción que tenía el apóstol al decir “para mí el morir es ganancia”. Y la muerte solo será un paso hacia algo mejor, será el último paso al premio mayor. La vida eterna con el Señor.

Somos desobedientes, somos inconstantes, decimos una cosa y hacemos otra. Decimos que amamos a Dios sobre todas las cosas, pero en nuestras cosas privadas le somos infieles. Por lo que nuestra obediencia, nuestro servicio y nuestra adoración está manchada. Pero aun así, al morir e ir a la presencia del Señor recibiremos la bendición de ser transformados y viviremos final y eternamente como verdaderos hijos obedientes. Y lo adoraremos de todo corazón, porque seremos realmente semejantes a Cristo.

© Ricardo Hernandez. Todos los derechos reservados.

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Ricardo Hernández
Siervo de Jesucristo.

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