Mensajes Cristianos
Prédica de Hoy: Las bienaventuranzas
Mensajes Cristianos.. Lectura Biblica: “Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos. Y abriendo su boca les enseñaba…” (Mateo 5:1)
Introducción
Este pasaje del Evangelio deberíamos tenerlo en la mente y el corazón repetidas veces en el día. Porque nos sirve como guía para nuestra conducta, como bálsamo en medio de la tribulación. Son las palabras del Señor que nos prometen la dicha, el gozo, en medio de tantos pesares.
En primer lugar, considera dichosos a los pobres en espíritu. ¿Y qué es ser pobre en espíritu? Significa ser humildes, conscientes de que si tenemos algo, lo tenemos por pura misericordia de Dios. No por mérito nuestro, sino como una dádiva del Altísimo.
Y la recompensa a vivir en la humildad, no es otra cosa que el Reino de los Cielos. ¿Cómo nos permitimos ser soberbios entonces? Nos estamos quedando fuera del Reino de nuestro Señor, fuera de su Banquete.
Luego llama dichosos a los que lloran. ¿Es esto una contradicción? No, porque la causa del llanto no es la misma que la causa del gozo. Lloraremos mientras estamos en este mundo, donde por culpa del pecado entró el sufrimiento. Pero nos gozaremos porque si combatimos el buen combate, luego pasaremos a gozar junto a Cristo en el cielo, donde seremos consolados.
Más adelante nos dice Jesús algo que debería cambiar nuestra perspectiva de quién es más y quién menos a los ojos de Dios.
Llama bienaventurados a los mansos. Y la recompensa por su mansedumbre es heredar la tierra. ¡Cuántas veces vemos que los que dominan el mundo lo hacen por su ferocidad, su fuerza, su agresividad!
Entonces, debemos comprender que no habla de la misma tierra. En esta tierra domina el pecado, domina el demonio. Y los que son del demonio tienen el poder. Pero en la Tierra Nueva, que vendrá cuando el Señor regrese, los que se mostraron y fueron como Él, reinarán. Serán herederos en la Tierra donde no tendrá más poder el pecado.
Las bienaventuranzas: “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia”. (Mateo 5:7)
Aquí encontramos el mayor argumento, el mayor ímpetu para ser misericordiosos con el hermano. ¿Nos creemos que no necesitamos misericordia? Por supuesto que no, debemos reconocer que somos grandes pecadores. El que lee y medita constantemente la Palabra comprende el abismo del pecado en el que está inmerso, y confronta su alma con la Palabra de Vida.