Mensajes Cristianos
Mensajes Cristianos Texto Biblico: “Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado.” (Hebreos 2: 12-13)
Tema: Debemos preocuparnos por la salvación del hermano
Introducción
Debemos mirar no sólo por los que no tienen fe. Debemos también cuidar de nuestros hermanos en la fe para que ésta no desfallezca en ellos.
Muchas veces pensamos que nuestra misión evangelizadora es sólo hacia fuera de la congregación. Que solamente los que no creen y no han visto el poder de Jesús necesitan que les sea anunciado el Evangelio.
Pero en realidad, muchas veces es dentro de nuestros conocidos y hermanos donde la fe empieza a flaquear. Pueden estar siendo tentados, o dominados por algún vicio. Si tenemos el Espíritu en nosotros, Él nos guiará hacia el que necesita una palabra de consuelo o de exhortación.
No tenemos que tener vergüenza de llamar aparte a un hermano y reprenderlo en privado, si vemos que se aleja del camino de Jesucristo. Sólo debemos hacerlo con caridad, y como nos lo recomienda la Escritura: “Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano.” (Mateo 18:15)
Así tenemos que corregir, dando lugar al arrepentimiento y al cambio de vida. Con amor, como nos corrige Dios todopoderoso a nosotros sus hijos. Si lo hacemos con agravios, aspereza, soberbia, etc., habremos hecho mal. Podríamos provocar lo contrario, que el hermano se empecine en continuar obrando así, porque no vio amor en la corrección.
La recomendación del apóstol no nos debe llevar a estar todo el día señalando los errores o pecados de los hermanos. Como todo, si no se hace desde el amor, se puede desvirtuar. Podríamos volvernos unos entrometidos que se consideran superiores a los demás y por eso les remarcan sus errores.
Ante todo, la regla es el amor. Y este amor nos hará hallar las palabras justas para levantar al que está caído, y animar al que sufre el desconsuelo.
Antes de corregir, orar
Debemos orar mucho antes de reprender a un hermano. Porque tenemos que discernir si lo que estamos por decir procede del hombre viejo, o del Espíritu. Puede ser que nos cueste discernir esto, y tengamos nublado el corazón. Por ello, hay que recurrir a las Escrituras antes de reprender a alguien.
“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.” (Hebreos 4:12)
La Palabra nos dará el discernimiento que necesitamos.
Tanto para saber si lo que hace el hermano está mal, como para saber cómo exhortarlo con caridad. Ella penetra y llega hasta partir el alma, a mostrarnos los pensamientos y las intenciones del corazón.
Estudiemos con detenimiento cómo se acercaba Cristo a los pecadores, para imitarlo. Pensemos en la mujer adúltera, a la que Él defendió de morir apedreada (castigo legal según la ley de Moisés). Al despedirla le advirtió con amor: “No vuelvas a pecar”.
Pensemos en Zaqueo, el publicano. Para llegar a su corazón, antes que reprenderlo con aspereza, se invita a comer a su casa. En el compartir el pan, encuentra Cristo la ocasión de convertir su alma. Es tanto así que Zaqueo le promete a Jesús entregar todos sus bienes, porque gracias a Él conoció el bien espiritual. Siempre con amor.
Dios es grande, y conoce todas nuestras miserias. Sin embargo, ha sido su voluntad que en este camino hacia su reino, nos acompañemos y apoyemos para llegar juntos. Aún siendo débiles, tenemos el Espíritu que nos vivifica y nos inspira, para que Dios siga actuando en los hombres.
Debemos luchar, por nuestra salvación y por la del prójimo. Para que no se endurezca nuestro corazón y escuchemos la voz de Dios que nos llama a su encuentro.
Conclusión
No solo debemos predicar a los que no tienen fe. Muchas veces es necesario acompañar a los hermanos para que su fe no desfallezca o para que no se aparten del camino de Cristo.
En la Escritura encontramos innumerables ejemplos de cómo Jesús, siempre que exhortó, lo hizo con amor. Busquemos esos pasajes y meditemos antes de corregir a un hermano, para que sea para edificación y no para escándalo.
© Hilda Hernández. Todos los derechos reservados.