Mensajes Cristianos
Mensajes Cristianos Predica de Hoy: El matrimonio cristiano
Mensajes Cristianos Texto Bíblico: “Él, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne?” (Mateo 19:4-5)
Introducción
El Señor bendijo todos los aspectos de la vida humana. Porque vino a rescatarnos asumiendo nuestra naturaleza. Por eso bendijo la unión entre el hombre y la mujer, para hacerla santa y con ella bendecir a la familia cristiana.
En la Sagrada Escritura, muchas veces vemos cómo Dios compara su relación con Israel como la de un esposo y una esposa. Es una figura recurrente, que utiliza Dios a través de los profetas para que comprendamos lo profundo del amor de Dios a la humanidad.
Esto es así porque uno de los sentimientos más fuertes que experimenta el hombre es el amor entre el hombre y la mujer. Desde la Creación, han sido hechos para complementarse el uno al otro.
El matrimonio cristiano debe estar unido y buscar juntos la salvación de la familia. Ése es el vínculo que santifica el matrimonio, la lucha contra el pecado como pareja, buscando llegar al Reino de Dios.
Si la persona con la que estoy no me ayuda a ser cada día mejor, debemos ponernos en oración y discernir si es la adecuada para llegar juntos al cielo. Porque muchas veces confundimos el verdadero amor con la atracción. Y son dos cosas distintas.
La atracción está puesta en nuestra naturaleza, como una inclinación que nos facilita la unión entre el hombre y la mujer. Nos embelesa y hace agradable el estar junto al otro, porque es objeto de deseo.
Pero el verdadero amor no se deja llevar solamente por la atracción, sino que pone en oración si esa unión es querida por Dios. Si es la mujer o el hombre con el que quiero pasar una vida dedicada a la formación de una familia cristiana.
Matrimonio cristiano – Ser fieles como Cristo con la Iglesia
“Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella.” (Efesios 5:25)
“Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador.” (Efesios 5:22-23).
La relación del matrimonio debe ser de amor y entrega. Ya no se perteneces a sí mismos, sino que se pertenecen el uno al otro.
Ya no son dos, sino una sola carne. Deben tener un mismo sentir, un mismo espíritu. Y ese espíritu debe ser el Espíritu Santo que guíe sus vidas y las decisiones que tomen como familia.
La atracción puede disminuir. Es una ayuda para el comienzo. Pero el verdadero amor trasciende esto, y conlleva el respeto y la entrega.
Habrá obstáculos, sin duda. Tentaciones, debilidad, cansancio. La convivencia puede tornarse tediosa, porque ya no tenemos la visión del otro que produce el enamoramiento, sino que la rutina nos va desgastando.
Pero si a esta rutina la vivimos en la Palabra de Dios, buscando el bien del otro, nacerá la abnegación y la armonía. Sin dejar de ser individuos diferentes, limaremos las asperezas del carácter y los defectos, para logar la felicidad del otro.
En estos tiempos de tanto bombardeo inmoral, a través de los medios de comunicación y la vida mal llamada “moderna”, el matrimonio es mal visto. Se lo considera como un mero contrato, que se puede romper cuando se acabe el enamoramiento, sin importar los hijos ni la familia. El pregonar un matrimonio para siempre es una locura para el que tiene pensamiento mundano.
Hoy en día, todo lo que es sacrificio y esfuerzo es desechado. No se concibe que mantener unida a una familia implica entrega y abnegación. Del mismo modo que vivir fielmente el cristianismo no es fácil, tampoco lo es vivir un matrimonio cristiano. Porque la fidelidad, el amor duradero, son valores considerados anticuados y superados.
No dejemos que estos pensamientos hagan nido en nuestro hogar. La Palabra del Señor es poderosa, y en ella hallaremos el consuelo y la fortaleza para cimentar nuestra familia.
Conclusión
Dios bendijo el matrimonio, para que la unión del hombre y la mujer esté cimentada en su Palabra. En Dios hallaremos la sabiduría para elegir al compañero de nuestro camino hacia el cielo. Y en Él también estará la fuerza y consuelo para superar las dificultades que podamos sufrir. Para que vivir como una familia cristiana sea posible, debemos poner las bases de la oración y la presencia del Espíritu Santo en nuestro hogar.
© Hilda Hernández. Todos los derechos reservados.