Heridas infectadas en el alma

Ricardo Hernández

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Heridas infectadas en el alma

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Mensajes Cristianos Bíblicos para Predicar Texto Bíblico: Salmos 147:3

Prédica de Hoy: Heridas infectadas en el alma

Introducción

Estar enfermos es más común de lo que parece. En el mundo existen muchas enfermedades que siempre están acechando. Existen esos males que se contagian o aquellos que se heredan. Podemos adquirir una enfermedad por una infección, por contacto físico, una contaminación y más. Pero, ¿qué les parece si hablamos de las heridas infectadas del alma?

Desde su nacimiento, el hombre viene con algunas necesidades, las principales son el amor y la necesidad de Dios. Hablando del amor podemos entender que, el no tenerlo puede generar muchos problemas en el transitar de nuestras vidas en la tierra.

La falta de amor o recibirlo de una manera inapropiada puede ocasionar heridas que perduran mucho tiempo abiertas. Llenándose de todo tipo de infección que agranda el problema en una escala no imaginada, lo que perjudica su efectiva sanidad.

 ¿Qué son las heridas infectadas en el alma?

Son lesiones que se generan en la piel respondiendo a un daño ocasionado por golpes, cortadas, arañazos, quemaduras, entre otros. Si las heridas producidas son leves pueden ser restauradas por el mismo cuerpo. Pero, si es algo más grave, serán requeridos medios externos para su pronta recuperación.

Entendiendo este concepto, podemos llevarlo fácilmente al plano espiritual. Definiendo a las heridas del alma, como esos impactos recibidos que dañan profundamente nuestro espíritu, ocasionando tristeza, trastornos y recuerdos dolorosos que nos perseguirán hasta que seamos completamente sanos.

¿Por qué somos heridos?

El amor es como el agua, si no recibimos las cantidades apropiadas, nuestro cuerpo no funcionara en su optima capacidad. Esto ocasionara un deterioro del organismo, generando fallas irreversibles en muchos casos. De igual manera cuando nos falta el amor somos lastimados. También si el amor es demostrado de manera agresiva pude herirnos profundamente.

Muchos seres importantes para nosotros fallan en nuestras expectativas, sobre todo cuando somos niños, considerando que, es una etapa donde dependemos completamente de un adulto. Si esa persona encargada de ser nuestro guía falla o lo hace de una manera incorrecta, ocasionara heridas muy profundas.

Los niños necesitan ser amados, aprender a vivir, aprender a caminar y a comportarse. Su modelo a seguir será el mostrado por sus padres, lo que vea será captado y transmitido por él. Cuando aprende cosas malas como abusos, violencia, gritos, golpes físicos y verbales, se convierte en una personada dañada que tendrás graves problemas sociales en el futuro.

Si damos un vistazo a las personas que nos rodean podremos identificar las heridas que llevan grabadas por su manera de expresarse, pensar o caminar. La gente que fue maltratada hablara de manera hiriente. Los que fueron engañados verán la mentira como algo normal, y los que fueron abusados pensaran que no es tal mal, que son cosas que pasan en la vida.

Los regaños sin control, el maltrato verbal y los descalificativos ofensivos que consumen los niños desde temprana edad son mas terribles de lo que parecen. Muchos padres alegan que fueron criados de ese modo y no sufrieron penurias. Pero es una gran mentira, replicar esa conducta es prueba de ello.

Síntomas de una persona herida

Una persona herida es fácilmente susceptible a sentirse ofendido, piensa que todo el mundo esta en su contra, que sus problemas son los mas grandes del mundo. No tiene compasión con nadie puesto que no aprendió a serlo desde su infancia. Reniega de la vida y constantemente busca la aprobación de los demás.

Una persona herida ve al mundo con ojos de sufrimiento. Llora con facilidad, se mantiene dando círculos en sus dolencias por años. Difícilmente puede ser sanada por Dios, no por lo grande de su dolor sino por que se aferra a esa herida. No conoce otra cosa distinta y ya forma parte de su rutina.

Debemos aceptar la realidad

Si bien es cierto que muchas personas exponen en las redes sociales sus malas experiencias, reflejando dolor en comentarios, post, memes y demás. Existe otro grupo para nada pequeño, que opta por no mostrar debilidad. Estas personas son un poco mas difíciles de tratar, dado que no admiten abiertamente que están heridos y esconden esas cicatrices a toda costa.

Las heridas no se sanan ocultándolas. Es necesario reconocer que no estamos bien y tomar la determinación de sanar completamente de esa aflicción que nos perjudica tanto. Auto compadecerte no generara nada productivo en tu vida, ¡sí! Puedes comprar casa, carros, casarte, pero no vivirás feliz y tendrás los mismos problemas de siempre si no decides sanar.

La mejor terapia para ti (Mateo 11:28)

Sabiendo que ocultar nuestras dolencias no nos llevara a nada, podremos deducir que llevando nuestros problemas a la luz de Cristo obtendremos la solución definitiva en nuestra causa. Esa luz seria la palabra de Dios. La mejor forma de alumbrar el sufrimiento que nos acosa es, buscando del Señor, tanto en intimidad como congregándonos para aprender de Él.

A medida que buscamos del Señor lo iremos descubriendo más. Poco a poco iremos desenfocando ese lente que mira solo problemas, y comenzaremos a ver la solución en Cristo Jesús. Cuando nuestra relación sea sólida, notaremos como el Señor nos revela que aspectos de nuestras vidas debemos cambiar para ser santos, y recibiremos esa sanidad divina que tanto anhelamos.

Apartarse de Dios, la congregación y su palabra es la peor decisión que puedas tomar. Es como si una persona desangrándose escapara del hospital donde puede ser atendido. Mientras más lejos vayas, más posibilidades tendrás de perecer. Ciertamente el Señor puede sanarte donde sea, pero Él no quiere obligarte a mostrar tus heridas.

Lo ideal es que nosotros voluntariamente vayamos lo mas cerca posible de Su trono, mediante la oración, la lectura de su palabra y el congregarnos. Podríamos tomar esto como vitaminas que nutren y regeneran nuestra piel espiritual, quitando toda molestia del pasado.

El mejor remedio

Si tenemos un pasado que nos lastima con un fuerte aguijón podremos darle un “alto” definitivo. Solo debemos quitar el arma que usa en nuestra contra. La manera correcta de hacerlo es mediante el perdón. De hecho, todo lo que corresponde al pasado saldrá de nosotros si logramos perdonar. El recuerdo vendrá de vez en cuando, pero ya no podrá lastimarnos.

El decidir perdonar debe ir estrictamente acompañado del poder que otorga el Espíritu Santo. Es decir, necesitamos del amor y la llenura de Cristo para poder perdonar de una manera eficaz. Recordemos que como el Señor perdona nuestras ofensas nosotros también debemos perdonar a quienes nos ofenden (Lucas 11:4).

Estas palabras sonaran simples para quienes encontraron la sanidad en Dios, pero quien aun padece de las heridas será un poco mas complejo, por ello necesitamos tener la mente de Cristo, con ella podremos ver otro ángulo y detectar así el origen del problema para poder atacarlo.

Conclusión

Vivimos en un mundo lleno de odio y personas heridas infectadas en el alma. Gente que desde muy temprana edad fue victima de situaciones dolorosas que dañaron su perspectiva sobre el vivir plenamente. Por ello, como cristianos es imperativo que cumplamos con esa gran comisión dada por Cristo. Llevar esa buena noticia, el mensaje de salvación y reconciliación.

Seamos generadores de luz, de amor, de sanidad. Cancelemos en el nombre de Jesús todo flujo que alimenta esas heridas del pasado. No llenemos más nuestra mente de esos pensamientos que ya deberían haber quedado en el olvido. Tenemos una vida en Cristo que transitar, y esas ideas solo te retrasan a ti.

Confía en el Señor, entrégale tu carga, no esperes más. Él puede librarte y hacerte sentir como nunca antes lo habías hecho. Queda en nosotros darle ese lugar a Dios, para que Él pueda vencer nuestro mal y darnos el milagro de sanidad que necesitamos.

Bendiciones.

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Ricardo Hernández
Siervo de Jesucristo.

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