Mensajes Cristianos
Mensajes Cristianos – Lectura Biblica: “…Entonces levantarás tu rostro limpio de mancha, y serás fuerte, y nada temerás; y olvidarás tu miseria, o te acordarás de ella como de aguas que pasaron. La vida te será más clara que el mediodía; Aunque oscureciere, será como la mañana. Tendrás confianza, porque hay esperanza; Mirarás alrededor, y dormirás seguro. Te acostarás, y no habrá quien te espante…” (Job 11:15-19)
Cada instante que vivimos es una oportunidad invaluable para desarrollar la confianza en Dios, en nosotros mismos, en nuestro prójimo y la de nuestro prójimo para con nosotros. Y por esta confianza podemos fortalecer grandemente nuestra fe, valentía, esperanza, respeto, dignidad y amistad.
Confiar es una característica de la fe. Por lo tanto, es sentir y creer que podemos depositar en Dios lo que consideremos valioso de nuestras vidas. ¿Por qué confiar en Él?
Porque Dios es un padre de amor, santo y perfecto. Todo ello es garantía divina para una confianza plena de parte nuestra.
Al respecto, la confianza inquebrantable de Job, hombre grandemente bendecido por Dios que de un momento a otro se vio sumido en terribles tragedias y sufrimientos, es una muestra elevada de cuán lejos puede llegar la convicción de confiar en Dios porque Él siempre es y está con cada uno de nosotros.
Otra faceta de la confianza es la que se proyecta en uno mismo.
Confiar en nosotros mismos es señal de que contamos con solidez espiritual, nos alimentamos de sentimientos nobles y pensamientos buenos y que existe una auto aceptación y autoconocimiento profundos, capaz de perdurar en los momentos de sufrimientos. Esta confianza transforma nuestra vida, dándole luz a nuestros ojos y valentía a cada uno de nuestros pasos.
Ahora bien, ser digno de confianza es otro aspecto transcendental en este asunto. Ganarse la confianza de alguien es haber obtenido un tesoro espiritual, un privilegio y, sobre todo, una responsabilidad.
Somos dignos de confianza cuando cuidamos de manera sincera y esmerada aquello que la otra persona nos ha conferido y por lo cual logramos alegrar su corazón. A su vez, mantenernos inalterablemente fieles y leales aumenta la confianza de nuestra prójimo como también nos otorga dignidad.
Pero una de las tragedias espirituales más tristes y duras de la vida es defraudar la confianza de alguien. Pueden existir diversos motivos por lo que se da este hecho. A veces es un acto totalmente consciente pero también muchas veces se da de forma involuntaria.
En cualquier caso, se destruye la confianza, se pierde el respeto y ambas partes se enfrentan a dos posibilidades, salvar la confianza o darla por perdida. Jesús, fue entregado por Judas, negado por Pedro y abandonado por sus otros apóstoles, mas, a la hora de considerar todas estas acciones, solo se considera a Judas como su traidor, en tanto que con Pedro y los demás apóstoles, Jesucristo reafirmó su confianza, perdonándolos y amándolos más.
Si la esperanza se proyecta al futuro, la confianza espera por nosotros en el presente.
Confiar en Dios requiere que le abramos la puerta, y eso solo se lo puede hacer “aquí y ahora”. A su vez, como seres espirituales, llenos del espíritu divino, podemos convencernos de que precisamos y merecemos la auto-confianza como la confianza del prójimo y conseguir todo eso se constituye es un inmenso reto de vida.
Atesoremos la confianza, actuando responsablemente, recordando que cada uno de nuestros actos influyen positiva o negativamente en ella.
Junto a la verdad, el amor y el perdón seguramente podremos alcanzar tan bendecida dádiva, que, como un prisma multicolor, nos proyecta múltiples luces y brillos, tan imprescindibles para nuestro ser espiritual.
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