En 2 Corintios Pablo es combatido por Satanás pero el propósito real era conservar su humildad. Sin este ataque probablemente Pablo hubiera tenido un padecimiento mayor a causa de su orgullo.
Números 12 narra lo sucedido con María la hermana de Moisés, quien tuvo que padecer para poder llegar a conocer su pecado y arrepentirse. Solo Dios conoce nuestro corazón, más que nosotros mismos.
El dolor y el sufrimiento: Bendición misericordiosa
Por eso él conoce lo que necesitamos para avanzar hacia la perfección en Cristo Jesús. Aquí el sufrimiento es más que una maldición. Es una bendición misericordiosa para acercarnos más a nuestro Dios, siempre y cuando la veamos así.
Nosotros tenemos un lugar importante en la vida de la iglesia, la familia, la comunidad. Si sabemos interpretar las situaciones difíciles que enfrentamos a la luz de la fe, y guiados por ella, sabemos vivir nuestra enfermedad con corazón generoso y fuerte.
Podremos entender y compartir las palabras de Pablo en Colosenses 1:24 “Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia” siendo de testimonio y edificación para quienes nos rodean.
Conclusión
Así las cosas el dolor adquiere un sentido diferente para el cristiano, se transforma en una realidad misteriosa y sorprendente.
Dios sabe que desde que fuimos sacados del Edén la humanidad está en constante peligro, por eso quiso dejarnos claro, al hacerse hombre, que él conoce nuestro dolor, nuestra angustia, la agonía del espíritu y desgarramiento del cuerpo, que el sufrimiento no lo suprime la fe en Cristo, ella lo ilumina, lo ennoblece, lo purifica, lo alaba, lo vuelve válido para la eternidad, por ello es necesario aprender a bendecir las situaciones difíciles.
© Jaqueline Duque. Todos los derechos reservados.