Apego emocional

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Existen la fe, la esperanza, la confianza, el amor y la Palabra de Dios que guía nuestros pasos. Tenemos al Espíritu Santo para que interceda por nosotros y nos consuele. Las promesas de Dios no nos faltan y de seguro tampoco escasean las personas que tienen muy buenas intenciones y constantemente nos repiten frases como: “No te rindas. Tú puedes. Sigue adelante. Ten fe. Animo. Pronto recibirás tu bendición”, etc.

Pero cuando nuestro ser es afectado de alguna forma que no esperábamos ni deseábamos, lo primero que corre a activarse en nosotros, es el estado de ánimo, y allí es, donde el arcoíris de emociones humanas hace su aparición.

Es fácil perderse en las profundidades del emocionalismo. Hay personas que pueden pasarse toda una vida arrastrando el recuerdo de una mala experiencia, porque de una forma inconsciente, y podría decirse que hasta sádica, prefieren seguir martirizándose con ese recuerdo y la sensación que esta provoca que desprenderse de ella.

Hay personas que han sido maltratadas, heridas, abusadas, traicionadas, lastimadas y demás que encuentran en el rencor, su mejor y quizás, su único mecanismo de defensa para contrarrestar el efecto de los golpes sufridos, ya que de no ser así, no tendrían energía para continuar.

Si pueden recordar cómo se sintieron, entonces el enojo y la rabia se reavivará en su interior y en consecuencia, podrán seguir funcionando, porque sin ello sienten que una vez más son vulnerables.

¿Cuántas veces te has dejado llevar por la emoción en lugar de la razón? ¿O peor aún, cuántas veces has permitido que las emociones dictaminen el orden de tus acciones en lugar de tu fe y la palabra de Dios?

Recuerda a Sansón y su episodio con Dalila. Antes de conocerla, Sansón era juez en Israel, y también, el hombre más fuerte que hubiese conocido la tierra. Sin embargo, la gran mayoría de sus decisiones no estuvieron basadas en su obediencia a Dios o en su constante solicitud de dirección. Sansón respondía a sus emociones con la misma velocidad con que ellas se manifestaban; fuera enojo, alegría, celos, ira, júbilo o cualquiera otra, Sansón les hacía caso sin pensárselo dos veces.

En el libro de Jueces capítulo 14 encontramos a un Sansón bastante visceral en sus respuestas. Desde el verso 1 y hasta el 4 leemos que descendió a Timnat, lugar de los filisteos y que allí vio a una mujer hermosa, y como le agradó, fue corriendo a casa de sus padres para pedirla por mujer.

Si tú eres un hijo o hija de Dios, no tienes absolutamente nada que buscar en el territorio del enemigo lo que no se te ha perdido. Un hijo o hija de Dios no debe buscar el descenso sino el ascenso. Cada vez que te decides a descender a territorio enemigo, te separas de la protección divina. ¿Conoces la historia del buen samaritano? ¿A quién ayudó? ¿No fue a un hombre que descendió de Jerusalén a Jericó?

Cuando Abraham se separó de Lot, no buscó la llanura aún y cuando tenía mejor aspecto y ofrecía mejores condiciones para él y los suyos en lugar de eso, buscó las montañas y si conoces su historia, sabes que fue grandemente bendecido. Lot también tuvo prosperidad, pero por poco tiempo, ya que su decisión terminó por conducirle hasta las puertas de Sodoma y Gomorra, donde la perdición le alcanzó a tal punto que, perdió sus posesiones, su tierra, su ganado, sus criados, su esposa y por último, acabó viviendo escondido en una cueva donde las pervertidas de sus hijas lo convirtieron en el padre de sus hijos – nietos.

No tomes la decisión emocional que te hará descender en tu vida hasta el punto donde pierdas el amparo de Dios y te conviertas en blanco fácil del enemigo.

El verso 16 del capítulo de Jueces cuenta que la mujer filistea que Sansón tomó para sí, le fabricó una cantaleta de llantos y súplicas por una semana para que él le descubriese su secreto; y ya fuese por el hastío, por el cansancio o por el supuesto amor que le tenía que él finalmente reveló su enigma y en consecuencia, los jóvenes filisteos a quienes había retado, pudieron responderle con arrogancia.

La reacción inmediata de Sansón fue el enojo y el resultado de ese enojo, fue la muerte de treinta (30) hombres y la separación de su esposa, quien luego fue entregada como mujer “a su amigo.” (Versos 19 y 20)

El problema con las emociones, es que son efervescentes, no duran mucho tiempo, pero sí te dejas seducir por ellas, terminarás con consecuencias en tu vida que si van a durar y en lo absoluto serán agradables para ti o para otros.

Sansón volvió a casa de la mujer timnatea para hacer las paces, pero como su padre ya la había entregado a otro, no se le permitió verla y en su lugar, le fue ofrecida su hermana como premio de consolación. La respuesta instantánea de Sansón fue quemar todos los viñedos y cosechas de los filisteos; la respuesta de éstos fue quemar vivos a la mujer y al padre.

¿Qué nueva emoción se apoderó de Sansón entonces? La venganza; y nótese que en el verso 7 del capítulo 15 dice: “…después desistiré”.

Las emociones tienen la particularidad de aparecer de repente y comportarse de forma caprichosa. En un segundo, puedes querer algo intensamente y al siguiente, lo aborreces o te aburre.

Cuida que tu caminar en el Señor, no sea el resultado de un acto emocional en lugar de un acto consciente y genuino que brote de tu alma porque de lo contrario, te sucederá como dice el versículo 8 del capítulo 1 del libro de Santiago:

“El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.”

El hombre emocional se deja llevar a cualquier lugar que éstas le conduzcan, ¿de verdad quieres perder tu libertad por culpa de un arrebato de hormonas?

En el capítulo 16 lo encontramos enamorado de Dalila, la mujer que finalmente lo conduciría a su ruina; y hay que ver qué forma tan estúpida de perder una carrera de servir a Dios que a manos de una mujer seductora que utilizó la misma estrategia que su primera esposa para sacarle información.

Satanás es un viejo mala mañoso, que no usa trucos nuevos; cuando quiere hacerte caer utilizará las mismas tácticas que usó contigo la primera vez y si ha hecho bien su tarea de investigarte, sabrá qué botones pulsar para activar tus peores emociones.

Sansón actuó con arrogancia y exceso de confianza; se tomó como juego y como broma los intentos de su mujer por develar el secreto de su fuerza, y lo que ganó para sí fue la pérdida de su libertad, su dignidad, su fuerza y hasta sus ojos.

Su último acto, el que le llevaría a reivindicarse con Dios, acabó con la vida de más de tres mil hombres y mujeres que se habían congregado en su casa para adorar a su dios Dagón, pero también en ese acto perdió su vida.

¿Hacia dónde te conducen tus emociones? ¿Cuánto peso tienen en tu vida como para tomar decisiones por ti?

Como el hombre o la mujer que insisten en amar a quien les hace daño porque temen no poder amar otra vez y perder la supuesta oportunidad de ser felices o recibir amor verdadero de alguien más, así es la persona que se deja gobernar por sus emociones.

Se apegan a ellas porque piensan erróneamente que si nos las tienen, entonces carecen de vida. Emocionarte no es delito, pero darle poder a tus emociones para que te controlen podrá convertirse en tu ruina.

Piénsalo bien. No te aferres a aquello que te hace daño.

Dios te bendiga.

Redactado por: Emily Sánchez

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