Entrega el corazon

Predicas Cristianas

Cuando recibimos a Jesús en nuestras vidas es común que iniciemos con mucho entusiasmo y con muchas ganas de avanzar en este camino, y es ahí cuando decidimos por propia voluntad entregar el corazón al Señor, pero, ¿verdaderamente le entregamos nuestro corazón?.

Y la pregunta va porque entregar el corazón va más allá de una oración a Dios, de decirle que le amamos y que ofrecemos nuestro corazón y nuestra vida a Él; entregar el corazón es algo mucho más profundo, pues no tiene que ver solamente con las palabras, sino tiene que ver con hechos.

Muchos dicen entregar su corazón a Jesús, sin embargo sus actitudes y sus hechos son completamente distintos a la voluntad de Dios, en un principio dicen sentir muchas ganas de trabajar en las actividades de su iglesia pero con el tiempo esas ganas se les van quitando y terminan llegando los domingos a la iglesia, cuando no tienen nada más importante para ellos, ya que esa es una forma de limpiarse de las cosas que hicieron en la semana.

Y estas cosas pasan porque la persona cuando dijo que entregaba su corazón a Dios solo fueron vanas palabras, y es una situación común en las iglesias debido a que la gente no sabe comprometerse pues no hay una verdadera entrega del corazón, y no se dan cuenta que así es muy fácil caer en pecado; es ahí donde llega el desanimo, la flojera, la apatía, entonces las puertas al pecado se abren e impiden que nuestro corazón sea entregado a Dios.

Entregar el corazón a Dios es vivir apasionados por su Palabra, es conocer a Dios en todos sus sentidos, es vivir una vida en comunión con Él, es aceptar su voluntad, es sujetarnos a sus mandamientos y ordenanzas.

Es decirle “heme aquí” cuando nos llama, es tener una actitud de adorador y de servicio, es permanecer con gozo todos los días aun cuando las circunstancias de la vida sean adversas, es mantenernos de pie en la tormenta o la prueba recordando que son para bendición y fortaleza.

Es creerle a Dios confiando plenamente dándole siempre gloria, honra, alabanza, adoración, ofrenda y bendición, es amar a Dios con todo lo que somos.

Leamos la Palabra de Dios en Marcos 12:28-33

“Acercándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos? Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos. Entonces el escriba le dijo: Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es Dios, y no hay otro fuera de él; y el amarle con todo el corazón, con todo el entendimiento, con toda el alma, y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es más que todos los holocaustos y sacrificios”.

Cuando entregas tu corazón, la plenitud de Dios te alcanza y comienza a operar cambios en tu vida, a modificar actitudes y conductas equivocadas.

Su Espíritu te aparta del pecado, de manera que Dios se hace tan real en tu vida que olvidas tus pesares y comienzas a contar tus bendiciones y cómo las experiencias negativas que atravesaste te enseñaron y fortalecieron.

 “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida” Proverbios 4:23, es decir que entregar el corazón implica que darle a Dios la parte más importante de tu vida; significa que estás cediendo tus derechos voluntariamente porque deseas que Él tome el control total de tu vida; es dejar que te guíe y dirija aunque muchas veces no logres entender en qué dirección te va conduciendo.

Es renunciar al yo, para ser de Dios y entregarse en alma, cuerpo, y corazón a los demás; es reconocer que el único que puede pelear tu batalla o interceder por tu causa es Jesucristo, y tener la confianza y certeza de que sus caminos siempre son perfectos y justos.

Una persona que está buscando a Dios dará buen fruto, y esto significa cambios de actitud que la gente verá, reconociendo que hay algo en ti que es diferente pues Dios se comienza a glorificarse en tu vida dejando lo que amamos más que a Dios, para poner a Dios en primer lugar en tu vida, y luego el resto de nuestras prioridades, y es ahí cuando has tomado el mejor camino en una dirección donde tu vida será llena de paz, gozo, y libertad.

Entregar tu corazón a Dios por completo es tener un estilo de vida que marcará tu eternidad al amarle con todo nuestro ser, “porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre” Marcos 7:21-23.

Por lo que debemos saber que a Dios le agradan las personas que reconocen que están equivocadas y se humillen ante Él, de manera que la restauración de tu vida, depende de tu rendición y tu obediencia a Dios, deberíamos preguntarnos, ¿A qué hemos estado entregando el corazón?.

La nueva criatura comienza con un cambio de corazón

No importa las experiencias que hayamos vivido pues es ahí donde comenzamos al aprender acerca de Él y pedir entendimiento para que los caminos del Señor sean nuestros caminos, procurando hacer Su voluntad, sabiendo que con Él todo saldrá bien.

Esto no significa que todas las cosas son buenas, sino que para los mansos, humildes, y fieles, las cosas, sean buenas o malas, obran siempre para bien, y el momento apropiado depende del Señor, entonces esperamos en Él, aunque a veces como Job en su sufrimiento, sabemos que “él es quien hace la llaga, y él la vendará; El hiere, y sus manos curan” Job 5:18, y con un corazón sumiso aceptamos la prueba y esperamos que llegue la curación.

Cuando somos receptivos al Espíritu, aprendemos los caminos de Dios y sentimos Su voluntad cuando nos sometemos y estamos tranquilos para que nuestra mente pueda ser encaminada a lo que debamos cambiar.

Por ejemplo, tal vez tengamos un resentimiento oculto hacia alguien, al someterme viene claramente a la mente donde el Espíritu Santo nos dice: Tu resentimiento disminuye el progreso y daña tu habilidad para tener relaciones sanas; tienes que olvidarlo, es difícil, puede que sintamos que nuestra animosidad está justificada, pero seguir el camino del Señor es el único camino a la felicidad eterna ya que la sanidad de nuestro corazón comienza cuando nos sometemos a Dios y lo adoramos.

Si en algún momento has orado para entregar tu corazón al Señor y no has podido permanecer, es tiempo que reflexiones si verdaderamente te entregaste con todo tu corazón; y si no lo has hecho, es tiempo de hacerlo, pues los tiempos del Señor se acercan y cada día que pasa es un día menos para su venida, hay mucho por hacer, es tiempo de darlo todo y permanecer, “si tú dispusieres tu corazón, Y extendieres a él tus manos; Si alguna iniquidad hubiere en tu mano, y la echares de ti, Y no consintieres que more en tu casa la injusticia, Entonces levantarás tu rostro limpio de mancha, Y serás fuerte, y nada temerás” Job 11:13-15.

Si en tu vida cristiana has sido inconstante y tu corazón se ha llenado de basura tratando de llenar tu vida con cosas que solo te satisfacen momentáneamente deberías tener muy en cuenta que Dios te ama, entrégale verdaderamente tu corazón a Dios y déjate moldear por el alfarero.

Josué 1:9 nos enseña que debemos ser esforzados y valientes aun cuando las pruebas que vengan sean duras, pues si tenemos el corazón verdaderamente entregado a Dios seguramente vamos a triunfar; Cristo ya venció y eso nos hace vencedores a nosotros también, siempre y cuando permanezcas en Él, en su amor, y entregando todo el corazón.

Cuando ofrecemos nuestro corazón quebrantado al Señor, acepta nuestra ofrenda; nos vuelve a aceptar sin importar las pérdidas, las heridas, o el rechazo que hayamos sufrido, Su gracia y sanidad son más poderosas que todo, entrega ahora tu corazón y  todo saldrá bien, en el nombre de Jesucristo. Amén.

© Luis Coria. Todos los derechos reservados.

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Luis Alberto Coria
Mi nombre es Luis Alberto Coria, estoy casado con Nora Griselda Correa y tenemos cuatro hijos. Soy un fiel seguidor de la palabra de Dios.

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