El poder de nuestras palabras

Predicas Cristianas

Prédica de Hoy: El poder de nuestras palabras

Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Isaías 55:6-11

Introducción

Cuando estamos delante de niños hablamos con cuidado, porque no queremos que ellos aprendan palabras incorrectas. O porque no queremos que las pronuncien sin control y puedan hacernos pasar vergüenza en cualquier momento. Y esto es correcto pues los niños dicen muchas cosas sin pensar qué efecto puede causar al pronunciar una determinada palabra.

Así son las palabras para nuestra vida, pues la vida toma la acción que tienen las palabras que decimos. Es por eso que pensar antes de hablar tiene mucho sentido.  Nos evita muchas situaciones difíciles, ya que las palabras tienen el poder de crear y de destruir.

El mejor ejemplo lo podemos apreciar en una amistad o una relación. Comienzan conversando y por cualquier palabra que podamos decir fuera de lugar, puede terminar.

La palabra es un regalo que nos ha entregado Dios

Vemos que cuando: “la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luzGénesis 1:2-3.

Y luego continuó, a través de la palabra, mostrando su poder creativo, y gracias a la palabra fue que se manifestó todo.

Y es por eso que las predicas cristianas nos instan a que debemos empezar a comprender lo que la palabra es, y lo que la palabra hace. Cuando comprendemos esto comenzamos a ver cambios que ocurren en nuestra vida.

Comenzando por la forma como nos tratamos a nosotros mismos, y después en la forma como tratamos a otras personas, especialmente a los que más queremos.

Solo piensa, ¿cuántas veces has hablado de la persona que más quieres para que los otros piensen lo que tú quieres de esa persona? Pero es solo tu opinión, no que sea la verdad absoluta. Y tu opinión viene de tus creencias, de tu ego y de tu propia convicción.

Nuestras palabras son lo más poderoso que tenemos para crear situaciones

Con nuestras palabras podemos mover ejércitos espirituales, hacer el bien y también causar la destrucción. Lo que sueñas, lo que sientes y lo que realmente eres, todo se manifiesta a través de nuetras palabras. Y con nuestras palabras podemos hacer que otros tomen decisiones, cambiar su actitud, e incluso hacerles creer algo imposible, tanto bueno como malo.

Hemos sido educados por la sociedad desde pequeños, y llenamos nuestra vida de reglas. Pero no nos damos cuenta de que a veces los mensajes aparentemente simples tienen un enorme poder para acercarnos a la libertad perdida al ser presos del pecado, para disfrutar de las bendiciones de Dios.

Ya hablando de nuestras vidas, lo ideal sería reeducar, alimentar, restaurar, y ampliar nuestro vocabulario.

Pues a medida que vamos creciendo y madurando, vamos perdiendo la inocencia. Y esto hace que empecemos a dudar, a dudar de nosotros mismos viendo lo negativo y lo feo, en vez de lo positivo y lindo. Comenzamos a desconfiar antes de conocer.

Nuestras palabras tienen la fuerza más poderosa de la humanidad

Podemos elegir utilizar esa fuerza constructivamente con palabras de aliento, o destructivamente utilizando palabras negativas. Pues son las palabras las que poseen el poder de ayudar, de sanar, de obstaculizar, de dañar, y de humillar.

Al decir: ¿No hay comida? o ¿Hay comida? Para muchos la pregunta es prácticamente la misma. Pero la realidad es que en la primera ya estamos condicionando a que no hay. Y así decimos: Soy pobre, no puedo, no tengo, no sé, o directamente, ni siquiera lo intentaré.

Si digo: No puedo, es cierto que no podré, ya lo dije. Pero si digo: Sí puedo, también es cierto que podré porque lo dije. Aprendamos entonces que a las palabras no se las lleva el viento, sino que quedan enganchadas en nuestra mente y en nuestro corazón, y van dirigiendo nuestra vida por el camino que le decimos.

Vemos y creemos en imágenes exteriores que apuntan a decirnos que somos exitosos y parecen confirmarnos que nos va bien. Pero un día, ya sea por una enfermedad, o un golpe en la vida, nos quedamos sin nada.

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Ricardo Hernández
Siervo de Jesucristo.

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