Aviva el Fuego

Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Texto Biblico: Levítico 6:10-13 

Introducción

Pablo le escribe a Timoteo para aconsejarle algo muy importante, y es de lo que el Señor quiere hablarnos en este día. Pues esto es lo que iba a mantenerlo en el camino del Señor, y es lo que nos mantendrá a cada uno de nosotros en el Camino del Señor. Se trata de que avivemos el fuego del Espíritu Santo en nuestro interior.

“por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio2 Timoteo 1:6-7.

Como cristianos, debe haber un fuego encendido dentro nuestro y que se mantiene de esta forma por la palabra de Dios que está insertada en nuestro corazón. Entonces, cuando uno está enamorado del Señor le habla de las cosas de Dios a cualquiera que se le pone enfrente, y no busca nada más porque solo piensa en eso. Pero lo que hay que recordar, es que debemos constantemente avivar el fuego que hay en nosotros.

Aplicar a todas las áreas de la vida

Esto que acabamos de leer es algo que debemos aplicar a todas las áreas de la vida para vivir en la plenitud que el Señor ha preparado para nosotros. Digo esto porque hay muchas personas con los brazos caídos que no mantienen activa su relación con Dios. Como también hay muchas que están totalmente apagadas. Nos damos cuenta de esto porque no hay brillo en su mirada, no hay expectativas sobre su futuro. Y sobre todo, porque han perdido la esperanza de lograr un crecimiento en las distintas áreas de su vida.

Lo lamentable es que en la mayoría de los casos estas personas no estaban así. Se apagaron a consecuencia de las pruebas, a pesar de haber estado encendidas en otro momento. Y esto sucede porque en realidad no tienen un fundamento sólido del evangelio.

El fuego necesita combustible

Si queremos que el fuego del Espíritu no se apague, debemos colocar leña a cada área de nuestra vida. Si hablamos de lo espiritual, colocamos leña al congregarnos regularmente, y usando nuestros dones. Ya que el Señor no te los ha dado para que te jactes de ellos, sino para que sirvas a la obra de Dios a través de ellos.

Pero entendamos algo, para que el fuego no se apague no se trata de agregar algo de leña de vez en cuando. Se trata de que cada mañana, cada día debemos hacerlo, esto significa permanentemente, y siempre como una prioridad. Si es en tu matrimonio, cultiva el amor como lo primordial en tu relación. Si es en tu economía, cuida tu trabajo y busca crecer en éste, o búscate otro mejor para que puedas progresar económicamente.

El fuego del Espíritu es el que nos ayuda para llevar adelante la conquista de la tierra prometida. Pero debemos saber que necesitamos el fuego para esto, pues para conquistar la tierra se necesita gente comprometida.

Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierraGénesis 12:1-3.

A la tierra prometida

A la tierra prometida, a las promesas de Dios las alcanza la gente comprometida. Y la gente comprometida tiene una característica que la destaca, es desprendida. Y no hablamos de las cosas materiales solamente, sino que hablamos del tiempo, de la energía, de las ganas. De todo lo que se necesita entregar a cambio de lo que se quiere alcanzar.

Dentro de esa entrega está el cambiar de amistades si es necesario para frecuentar nuevos ámbitos, es estar dispuesto a marchar y también a dejar marchar a los demás de tu familia y amigos ya que la tierra prometida es para vos y no necesariamente para los demás, o cambiar el modelo familiar si es necesario pues el que sirvió para esa tierra puede no ser el apropiado para la nueva.

Si no hay un fuego en nosotros

Debemos entender que si no hay un fuego en nosotros, no es porque el Señor se alejó de nosotros, sino que el problema es que no sabemos cómo soplarle para que se mantenga y aumente, o porque no le echamos la leña correcta.

Al fuego cuando uno le hecha aire se prende más y se hace más grande. Y para avivar el fuego del Espíritu el aire que necesitamos es la palabra de Dios. Necesitamos llenarnos de la palabra de Dios para encendernos como en el momento cuando recibimos a Cristo en nuestro corazón y fuimos salvo, cuando estábamos enamorado del Señor y no nos perdíamos ni un momento para estar en Su presencia, pero…..

¿Qué paso?

Dejamos de asistir a la iglesia con regularidad y de leer la Palabra. Entonces dejamos de avivar nuestro fuego y perdimos el temor. Dejamos de escuchar esa voz interior que nos decía: No estás haciendo lo que debes de estar haciendo. Pero si quieres te ayudo a hacerlo. Es por eso que necesitamos avivar la obra de Dios en los tiempos que estamos viviendo. Necesitamos que la obra de Dios se mantenga y avance con una visión de hacer más para el Señor, reconociendo que hay muchas almas que ganar en nuestro entorno, reconociendo que tenemos que hacer más y sacrificar más.

Debemos pasar de lo que hacemos a lo ideal. “acordándonos sin cesar delante del Dios y Padre nuestro de la obra de vuestra fe, del trabajo de vuestro amor y de vuestra constancia en la esperanza en nuestro Señor Jesucristo. Porque conocemos, hermanos amados de Dios, vuestra elección; pues nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre, como bien sabéis cuáles fuimos entre vosotros por amor de vosotros. Y vosotros vinisteis a ser imitadores de nosotros y del Señor, recibiendo la palabra en medio de gran tribulación, con gozo del Espíritu Santo1 Tesalonicenses 1:3-6.

Acordémonos de la obra de nuestra fe, de los resultados concretos que producía la fe que nos llevaba a hablarles a los parientes, vecinos, y a cuantos se nos acercaban. Recordemos nuestro desprendimiento para Dios, ya que todo lo que hacíamos lo llevábamos adelante gracias al amor que teníamos por el Señor, donde el Espíritu Santo nos daba la constancia de su esperanza para perseverar en la predicación con el fin de cumplir con sus mandamientos.

Avive la llama

Debemos de pedirle al Señor que el Espíritu Santo avive la llama en nuestro corazón pues se necesitan más cristianos que vivan mejor para:

para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia 1 Pedro 2:9-10.

Dios quiere que su obra sea conocida, que el evangelio sea predicado, que en medio de los tiempos que pasa el mundo su obra sea conocida. Entonces, si somos cristianos y servimos al Señor, vivamos para Él. Tengamos un mejor testimonio y una mejor vida, pues Dios nos ha dado un espíritu diferente y través de Él. Nosotros podemos avivar el fuego, y aunque seas un gran siervo, o sierva de Dios, esa es la clave para seguir en el camino del Señor.

Ora para que el Espíritu Santo haga que tu fe se traduzca en obras. Que tu amor se traduzca en trabajo, y que tu esperanza se traduzca en constancia. Ya que de esta forma no solo crecerás espiritualmente, sino también podrás desarrollarte integralmente en todas las áreas de tu vida. Y si en este momento tienes que comenzar por lo posible, hazlo. Pero siempre teniendo en mente el ideal para no renunciar a lo mejor para tu vida.

Conclusión

Para finalizar quiero hacerte notar algo muy importante, y que debemos entender. Y es que esta tarea de la cual hemos hablado, la de avivar el fuego y mantenerlo encendido en forma permanente, la de asegurarnos de que Dios este bien ubicado en nuestra vida, y todo lo demás, la tiene que hacer el sacerdote y no otro, es decir que debes hacerlo como sacerdote de tu vida y de tu familia, y no debes seguir esperando que otros lo hagan.

De manera que en este tiempo obedezcamos a Dios echando leña al fuego en cada área de nuestra vida para poder vivir encendidos y poder encender a los que nos rodean.

© Ricardo Hernández. Todos los derechos reservados.

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Ricardo Hernández
Siervo de Jesucristo.

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