¿Amas a Dios?

Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Predica de Hoy: ¿Cómo amar a Dios? ¿Amas a Dios?

Introducción

Se nos hace fácil decir: “Amo a Dios”, pero yo preguntaría: ¿Sabes realmente lo que estás diciendo?, o por lo menos tienes claro lo que significa amar a Dios.

Si muchas veces no podemos describir, o demostrar, el amor que tenemos a nuestra esposa o a nuestros hijos, ¿como podemos dimensionar, o mostrar, el amor que le tenemos a Dios aunque sean dos clases diferentes de amor? Pero si por el amor a mi esposa sería capaz de hacer cualquier cosa, ¿cuánto más debería ser capaz de sacrificar por Dios? Deberíamos preguntarnos si realmente estamos demostrando que lo amamos.

Dios nos ama

No hay duda que Dios nos ama. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eternaJuan 3:16

Por eso hoy quiero que reflexionemos sobre ese amor que decimos sentir por Dios. Y que analicemos cuanto estaríamos dispuestos a hacer por ese amor. Para comenzar, respóndete ahí donde estas, con toda sinceridad:

¿Amas a Jesús como para que la crítica y la corrección no te hagan apartar del camino?

¿Amas al Señor para dejar las peleas y discusiones en tu hogar?

¿Le amas como para perdonar a aquellos que te hicieron daño?

¿Le amas como para dejar todo lo que no edifica y dedicarle más tiempo a Él?

¿Amas Jesucristo como para dejar ese pecado oculto que tanto daño hace?

¿Le amas como para no dejar de servirle?

¿Amas a Jesucristo como para tener la humildad de reconocer tus errores y pedir perdón?

¿Le amas como para que el dinero no sea el pensamiento que gobierna tu vida?

¿Lo amas como para que pase lo que pase, sigas confiando en Él?

¿Lo amas tanto que estás dispuesto a hacer su voluntad y no la tuya?

Leamos ahora la palabra de Dios

Éxodo 20:1-6Y habló Dios todas estas palabras, diciendo: Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.

Mateo 22:36-38 “Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento.

Decir amar a Dios es fácil

Decir amar a Dios es fácil, lo difícil es accionar para demostrar que ese amor es real y que nos lleva a tratar de ser mejores para Él. Esto es un proceso, pero debemos ocuparnos de reflejar ese amor que sentimos en nuestras acciones, en un testimonio vivo de que realmente estamos agradecidos porque Jesús nos amó primero.

Amar a Dios no es sentir cariño porque a Dios no se le ve, y a las personas a quienes no se ve es difícil tenerles cariño. Y amar a Dios sobre todas las cosas es tenerle por supremo. Es decir, estar convencido de que Dios vale más que nadie y por eso es preferirle a todas las cosas, pues nos dice: “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me amaJuan 14:21.

La gloria a Dios

Como cristianos sabemos que dar gloria a Dios es la razón de nuestra existencia, pero cumpliendo su voluntad, y para esto hay que cumplir los mandamientos. Recordemos que “vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna? Él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientosMateo 19:16-17.

Es decir que los mandamientos no son opcionales, son una condición de salvación y por eso no cambian ni cambiarán. Y su obligación estará siempre y en todas partes pues son los deberes del hombre para con Dios, y dan la respuesta de amor que el hombre está obligado a dar a Dios.

El hombre ha sustituido muchas veces a Dios por el egoísmo, pone su yo como modelo de vida y dice: “Yo quiero ser más inteligente”; “quiero tener más”; “Yo quiero sentirme contento”; “Yo quiero ser tal cosa”, y creen que en eso encontrarán la felicidad que buscan pero que en realidad sólo Dios les puede dar, y es por eso que debemos saber si estamos amando a Dios como un hijo ama a un padre, o si vivimos para las cosas del mundo.

Liberamos del egoísmo

Reconocer a Dios como Señor y dueño de todo lo que existe es liberamos del egoísmo, y reconocer que sólo Dios tiene la respuesta a todas nuestros anhelos y a todas nuestras peticiones. Amar a Dios es tenerlo en cuenta en nuestras decisiones, proyectos y problemas. Esto también es adoración y con ella también alabamos a Dios, pues lo exaltamos y ponemos en el lugar de privilegio que solo Él se merece.

Naturaleza adámica

En nuestra naturaleza adámica, en la naturaleza caída en el pecado, hay una ley que impide ver las cosas que Dios tiene para nosotros. Es Dios a través de Jesús quien nos quita este velo. Nos arranca este velo para comenzar a vivir la vida verdadera y libre en Cristo, haciéndonos decidir seguir como veníamos, o morir en nuestra antigua manera de pensar y vivir, para avanzar con la mente renovada, y guiada por el Espíritu, y…

si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdadEfesios 4:21-24.

De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho frutoJuan 12:24.  Con lo cual nos está diciendo el Señor que solamente podemos dar fruto agradable y perfecto a Dios haciendo Su voluntad. Muriendo a lo que sentimos, opinamos, e interpretamos, para que Dios comience a reinar en nuestras vidas.

Amar a Dios

Este es el principio de un nuevo comienzo en nuestras vidas, esto es amar a Dios. Pues si nuestra opinión va por encima de lo que Dios nos quiere decir, es el orgullo el que reina. Cuando Dios se revela y llama al hombre, éste no puede responder por sus propias fuerzas. Sino que debe esperar que Dios le dé la capacidad de amar y obrar conforme a los mandamientos. Pero hay cristianos que muchas veces asumen que a causa de la misericordia de Dios, tendrán el perdón sin convertirse verdaderamente.

Se peca de esta manera contra el amor de Dios al despreciar su acción y negar Su fuerza, negándose a reconocerle verdaderamente como Señor, devolviéndole amor por amor, entendiendo que la tibieza en responder al amor de Dios comienza con la negación a entregarse verdaderamente, y continúa con la pereza espiritual que lleva a rechazar el gozo que viene de Dios a causa del orgullo.

Conducta no acorde a la fe

También hay personas que llevan una conducta no acorde a la fe, y esto les produce dudas. Pero generalmente estas dudas son interesadas, pues lo que buscan con esas dudas es justificar su mala conducta. Y mientras sigan llevándola no podrán superar las dudas, que no es más que una justificación de su propia conducta.

Debemos saber que la fe no es solo aceptar ciertas verdades. La fe también es aceptar sus exigencias de acción y de conducta, aun en medio de las dificultades. El que no vive como piensa, terminará pensando como vive, y si no ajustas tus obras a la fe, terminarás perdiendo la fe.

Conducta pecaminosa

Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de esa naturaleza. Pero los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu.

Uno de los propósitos de Jesús fue romper con esa mente impuesta por los fariseos y los maestros de la ley con sus costumbres y tradiciones. Jesús no contradijo la ley ni el antiguo pacto pero si el Talmud. Es decir, el Libro de tradiciones Judío. Esto es lo que ocurre en las vidas con los pensamientos puestos por la tradición y el mundo.

Antes de que Jesús nos llame, todos vivimos con la mente entenebrecida y a consecuencia de ello no podíamos discernir las decisiones de Dios.

Hoy necesitamos con urgencia una renovación mental a través de Jesús y Su Palabra. El peor estorbo en el proceso cristiano en general, y en lo ministerial en particular, somos nosotros mismos. Pero en la medida que le permitimos a Dios tomar nuestras vidas, la renovación nos llevará a la plenitud.

El primer mandamiento

El primer mandamiento nos pide que alimentemos y guardemos nuestra fe rechazando todo lo que se opone a ella ya que quien niega como verdadero lo que Dios ha revelado padece de ceguera espiritual.

andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazónEfesios 4:17-18.

Y la única forma de salir de ese estado es a través de oír la palabra, entenderla, estudiarla, y sobre todo, de aplicarla. Pues de esta manera penetrará y romperá toda atadura, criterio y pensamiento formado que nos impida tomar las decisiones correctas. Decisiones que nos conducen a la vida en abundancia, plena y verdadera. Vida que el Señor ha prometido a sus hijos que le aman.

Conclusión

Lo que los cristianos muchas veces no comprenden es que cuando hablamos de consagrarnos a Dios, hablamos de consagrar todos nuestros pensamientos. Esto incluye todas acciones y deseos, ofreciendo a Dios nuestro trabajo y en sacrificio nuestras diversiones. Cuando pecamos es porque no estamos convencidos de que debemos amar a Dios primero.

Si amáramos a Dios sobre todas las cosas, no pecaríamos. Debemos entender que hay que honrar los compromisos y votos que le hayamos hecho en una oración, como los casados en el matrimonio. Pues el cumplimiento de los compromisos que le hayamos asumido con Dios, son la manifestación de que lo amamos con un amor fiel.

© Julio Torres. Todos los derechos reservados.

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Julio Torres
Nacido en hogar cristiano, me gusta estudiar la biblia y predicar el evangelio de Jesucristo.

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