El espejo del alma

1. Debemos hacer un examen.

Santiago nos invita a ir a la palabra para mirarla con atención (vers. 25). Hay dos formas cómo nos acercamos a la palabra de Dios. Una es para mirarla y luego acostarnos, por aquello de tener una conciencia tranquila. La otra es cuando la miramos atentamente; eso plantea un estudio serio, detenido, buscando que Dios nos hable. Para ello necesitamos investigar cuidadosamente la palabra a manera de examen.

El sentido de la palabra es “mirar atentamente” o “agacharse y mirar fijamente”. Es la mirada de Pedro, Juan y María al llegar al sepulcro y verlo vacío. Tuvieron que agacharse para comprobar que Jesús había resucitado de los muertos (Juan 20:5, 11). Esto es lo que debemos hacer cuando vamos a la palabra de Dios.

No debo limitarme a un simple vistazo; debo “agacharme” para mirar la palabra. Tome el ejemplo del espejo. Cuando usted va a él se da una simple mirada, pero si descubre algo raro o extraño en su rostro, usted presta atención a lo que está viendo.

Alguien ha dicho que debiéramos leer la Biblia como una carta de amor. ¿Qué es lo que usted hace cuando tiene esa carta en su mano? La lee una vez y vuelve a leer otra vez. En ella usted percibirá el color de las palabras, el orden de las frases, y el peso de las oraciones. Simplemente porque usted está enamorado. ¿No sería interesante enamorarse así de la palabra de Dios?

2. Debemos hacer una reflexión

Santiago nos dice que no sólo debemos mirar fijamente en la palabra, sino que debemos reflexionar acerca de la palabra. Sigamos viendo el vers. 25; mire lo que dice: “Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, y no es un oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace”. ¿Quién es el hombre bienaventurado de acuerdo a lo que Santiago dice? El que persevera en la palabra.

La idea es de seguir buscando en la palabra. Necesitamos retener lo que oímos y leemos. Si no me detengo y reflexiono acerca de lo que he estudiado, no seré capaz de tomar las decisiones correctas a la que me enfrento todos los días. Es la reflexión en la palabra la que me previene de las tentaciones. Recordemos que fue Jesús quien usó la palabra de Dios para hacer frente a las tentaciones de Satanás cuando fue llevado al desierto.

No conozco un mejor recurso para enfrentar la tentación que la palabra de Dios y la oración. Ya el salmista había dicho “En mi corazón he guardado tus dichos para no pecar contra ti” (Sal. 119:11). Solo la reflexión, meditación, memorización y aplicación de la palabra nos ayudará a ser victoriosos.

3. Debemos dar una respuesta a ella.

Si yo solo la escucho, la siento, la admiro, me redarguye, me reprende… pero no la aplico; eso es, no soy una hacedor de ella, estoy siendo engañado siempre. Pero cuando la aplico, estoy siendo bendecido por ella. La aplicación es mi respuesta a la palabra. Así que, si usted no está dispuesto a ser un hacedor de la palabra, no espere ser bendecido por ella.

Hay demasiadas personas que piensan que pueden recibir la bendición de Dios sin ser obediente a la Palabra de Dios. La figura de la palabra como espejo resume la necesidad de no ser “oidor olvidadizo”. Sweeting George en uno de sus libros habla de la belleza de una princesa africana. Cuenta que ella vivía en el corazón de la selva y durante años su papá le había dicho a todos que su hija era la mujer más bella de toda la tribu.

Pero ella nunca tuvo un espejo para verse a sí misma, aunque estaba convencida de su belleza sin igual. Un día, cuando un grupo de exploración viajó a esa parte del África, se le dio un espejo a la princesa, como un regalo. Por primera vez ella fue capaz de ver su propio rostro. Cuando se vio, inmediatamente rompió el espejo. ¿Por qué? Porque por primera vez supo la verdad. No era tan bonita como se lo habían dicho. Mis amados, el espejo no miente. “El espejo del alma” nos dice como vivimos.

III. LA PALABRA DE DIOS COMO ESPEJO DEL ALMA NOS REVELA LA VERDADERA RELIGIÓN (VERSS. 26-27)

¿Sabe usted cuál es la religión verdadera? Santiago la presenta en estos textos.

1. La religión que guarda la lengua.

¡Así es hermano! Santiago, como solo él sabe decirlo, nos asegura que la “religión no sirve para nada” a menos que nuestra “lengua” se mantenga controlada. Al principio de este mensaje hemos dicho que debemos ser lentos para hablar, pero pronto para oír. Por supuesto que el planteamiento de Santiago acá es un poco diferente.

Lo expresado es para que controlemos ese órgano, que aunque muy pequeño, enciende todo un bosque. Es un llamado a controlar lo que decimos, a no ser sueltos en el hablar, porque “En las muchas palabras no falta pecado: Mas el que refrena sus labios es prudente” (Proverbios 10:19). Santiago nos está exhortando que si podemos aprender a controlar nuestra lengua, podemos aprovechar la mayor parte de nuestro comportamiento hacia otros. Esta es la religión pura.

2. La religión que vela por otros.

Él que dice que es muy religioso, o muy espiritual, debiera “visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones”. En otras palabras, vivir la palabra de una manera práctica significa que nos preocupamos por los demás.

Santiago va a decirnos después que la “fe sin obras está muerta”. La vida cristiana que no traduce sus creencias en acciones está en el orden de una fe muerta. Cuando Cristo dijo: “Mas bienaventurado es dar que recibir”, estaba dejándonos una de sus más ricas enseñanzas. Nos acostumbramos tanto a recibir que perdemos la capacidad de dar.

Pensamos tanto en nosotros, y en nuestras necesidades, que nos olvidamos de este mandamiento del Señor. La gente que le importa a Dios, debe importarles a los demás en sus necesidades. Los huérfanos y las viudas son la mayor representación de la necesidad según la Biblia.

La religión verdadera no se queda en el mero culto. Jesucristo dijo: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a nuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:16). Esa es la religión “pura y sin mancha”. ¿Cómo es su religión? ¿Podrá pasar la prueba de Santiago?

3. Hay que guardarse sin mancha

Este pasaje no podía terminar mejor. El llamado a “guardarse sin mancha en el mundo” es como el corolario de este tema sobre el “espejo del alma”. Bien podíamos decir que si hacemos realidad lo anterior expresado: oír la palabra y hacerla, el resultado será una vida limpia del pecado y sus consecuencias.

Hay que mantener una vida limpia. Una y otra vez este es el mensaje que más se nos exige a los hijos de Dios. El descuido en esto es lo que nos lleva a la ruina espiritual. La falta de esa limpieza es lo que nos hace creyentes desobedientes, desleales, sin frutos y sin impacto donde nos movemos.

He aquí un fuerte llamado a cuidar lo que oyen nuestros oídos, lo que entra al corazón y lo que sale de nuestra boca. Así que ¡mire lo que haga! ¡Cuidado con lo que permites a tu cuerpo! No dejes que nada te impida tener un corazón puro y una mente limpia.

CONCLUSIÓN

Hagamos una revisión final de lo que hemos dicho. De todo lo que hemos escuchado, ¿Qué tan listo estamos para ponerlo en práctica? ¿Cómo nos ha hablado Dios en este día? ¿Qué tan dispuesto estamos para oír y qué tan lento para hablar? ¿Estamos preparados para controlar la ira, lengua y actitudes? ¿Qué hay de dejar toda inmundicia y abundancia de malicia en nuestras vidas?

¿Hasta dónde somos verdaderos cristianos al practicar la autentica religión basada en el evangelio que desciende a otros como el buen samaritano? ¿Tomo en serio el mantenerme sin mancha en este mundo? ¿Soy un hacedor de la palabra o un oidor olvidadizo?

La Biblia como “espejo del alma” me confronta de esa manera. ¿Cómo salgo al mirarme en ella? Si ella revela que hay algo extraño en mi vida, debo dejar que ella me limpie. Recuerde que la palabra de Dios tiene la misión de limpiarnos para que vivamos santamente.

¿Cuál será nuestra respuesta? Santiago nos hace esta invitación: “Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almasvers. 21. Reciba hoy esta palabra para la limpieza y salvación de su alma.

© Julio Ruiz. Todos los derechos reservados.

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Julio Ruiz
Pastor en Virginia en los Estados Unidos, con 42 años de experiencia de los cuales 22 los dedicó en Venezuela, su país de origen. El pastor Julio es Licenciado en Teología y ha estudiado algunas cursos para su maestría en Canadá.

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