Predicas Cristianas
Tema: Tiatira – Aferraos a lo que tenéis
INTRODUCCIÓN:
La ciudad de Tiatira era pequeña, en comparación con otras urbes del Asia Menor. Su importancia radicaba en que era un centro comercial con fácil acceso a la ciudad de Pérgamo, la capital de la región. No había en ella el predominio de alguna religión. No era un centro de adoración a alguna deidad griega o al César, como el caso de otras.
En cuanto a la iglesia que allí se formó no hay mucha información que dar. Algunos han conectado su posible comienzo con algún discípulo que Pablo haya alcanzado en sus viajes misionero, o con Lidia, quien siendo de ese lugar y trabajadora en púrpura, pudo haberla comenzado.
En comparación con el resto de las cartas ésta es la más larga de todas. En ella pueden apreciarse los más reconocidos elogios de parte del Señor por el trabajo hecho, pero a su vez las más severas quejas, y la amenaza de juicio por la conducta desviada de parte de un grupo de hermanos, conducidos por una tal “Jezabel”.
Esta iglesia tenía una situación muy parecida a la que estaba en Pérgamo.
Estaba desarrollando un extraordinario trabajo, con una fiel dedicación al cumplimiento de sus deberes, tanto con sus hermanos como en la propagación del evangelio. Sin embargo estaba también viviendo una doble vida.
La iglesia estaba viviendo entre lo “santo y lo profano”. Por tal condición el Señor la exhorta con urgencia arrepentirse. Solo esto evitará el eminente castigo que él había determinado contra ella. Una oración clave en esta carta es el llamado del Señor a los que no andan en tal condición a “retener lo que tenéis” hasta que él venga. Otras versiones dicen “aferraos a los que tenéis”.
Tomaremos esta orden en esta carta para el mensaje de la ocasión. Muchas cosas de las que disfrutamos en la tierra son temporales. No vale la pena aferrarse tanto a ellas porque, o caen en desuso, o pueden destruirse de un momento a otro. Sin embargo, se nos exhorta a aferrarnos a lo que será permanente y eterno, esperando el regreso del Señor. ¿Por qué causa la iglesia debe aferrarse a lo que es permanente?
I. POR CAUSA DEL QUE SE IDENTIFICA CON SU IGLESIA (vers. 18)
“Ojos como llamas de fuego” y “pies semejante al bronce bruñido”, son parte de las características con las que vio Juan al Señor al principio. Estas imágenes tienen el propósito de hablarnos del poder de Dios. Su capacidad de penetración con sus ojos encendidos nos recuerda su omnipresencia, y la figura de sus pies simbolizando su estabilidad, nos recuerda su omnipotencia.
Todo esto, cuando lo unimos con su revelación como Hijo de Dios, nos muestra que Jesús es uno con la deidad. Jesús también es Dios. Esta mención es interesante porque al parecer es la única vez que él usa este título en estas cartas. Con ella Jesús pone en claro quién es para la iglesia y para el mundo entero. Los judíos no pudieron encontrar razones para condenar a Cristo.
La única que encontraron fue cuando le llevaron al sanedrín y le preguntaron si él era el Hijo de Dios. En esa ocasión Jesús no titubeó al afirmar que si era, y que además le verían sentado a la derecha del Padre en los cielos. Tal “razón” fue suficiente para entregarlo a la crucifixión. Con esta identificación en mente la iglesia de Tiatira tuvo que saber que él es infalible como Hijo de Dios. Que su juicio es justo. Que su llamado a corregir su conducta es porque él es el único Señor de la iglesia.
Hay en esto una verdad que sigue siendo solemne.
Jesucristo es el auténtico Hijo de Dios. La iglesia no adora a un profeta, a un sacerdote, a un Maestro. Ella adora y sirve al Cristo exaltado en gloria. Por lo tanto ella debe vigilar su doctrina, sus prácticas y llamar a sus miembros a una continua santidad por causa de quien es su Señor. Un llamado a un temor reverente surge de esta identificación. Jesús ve nuestras acciones, por eso debemos procurar con diligencia ser hallados “por él sin mancha e irreprensibles, en paz” (2 Pedro 3:14).
II. POR CAUSA DEL QUE CONOCE A LA IGLESIA (vers. 19)
“Yo conozco tus obras”, son las palabras del reconocimiento. Es la aprobación de aquel que se mueve en medio de los “siete candeleros”. Del que camina en medio de las siete iglesias. Es una gran noticia saber que sea el Señor quien reconozca el trabajo que hacemos. No tiene mucha importancia cuando son los hombres los que nos reconocen si el Señor tiene otro punto de vista.
Para la iglesia de Tiatira el Señor tiene los mejores elogios. Él ve en ella verdaderas virtudes que se constituyen en motivos de alabanza. Con la precisión de su reconocimiento lo primero que identifica en ella es su amor; lo que carecía la iglesia de Éfeso. Conoce también que era una iglesia de fe. La obra del Señor se extiende cuando hay una iglesia que le crea a Dios.
Cuatro virtudes distinguían a esta iglesia
Amor, fe, servicio y paciencia. Bien podemos decir que estos son atributos que hacen que iglesia crezca en calidad y en cantidad. No podía tildarse a esta iglesia de holgazana. El trabajo era evidente. Contrario a Tiatira, muchas iglesias en el día de hoy adolecen de estas características.
Hay creyentes que asisten a la iglesia para servirse de ella, mas no para servir a ella. Les gusta escuchar una buena adoración, un buen sermón, y algunos hasta un buen estudio bíblico (los que asisten a la escuela dominical), pero no se involucran en el servicio de ella.
En la iglesia de Tiatira no había “zánganos en la colmena”, todos eran “obreros” al servicio de la “reina”. Además el Señor alaba a la iglesia por la paciencia que tenía en haber sobrellevado la oposición a la era sometida por servir al Señor, y por preservar la paz en medio del antagonismo reinante. Y la otra alabanza tiene que ver con su progreso en las obras alcanzadas.
El Señor reconoce que los últimos esfuerzos de esa iglesia aún superan a los primeros. No hay en esto una señal de decaimiento. Los años de aquella iglesia eran símbolos de progreso. Se había consolidado con el tiempo.
Es cierto que el Señor tiene una gran reprimenda para ella después de esto, pero el trabajo realizado no podía ocultarse, sino que más bien debería imitarse. ¿Resistiría hoy la iglesia la prueba de la observación divina?