El uniforme de los escogidos

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Predicas Cristianas Predica de Hoy: El uniforme de los escogidos

Predica Cristiana Base Bíblica: Colosenses 3:12

Introducción

Los uniformes son prendas de vestir que identifican a las personas que los utilizan con una empresa, organización, institución, o equipo. Desde pequeños nos acostumbramos a usar uniforme para ir a clases. Algunos profesores, son sumamente estrictos en torno a la forma correcta de llevar el uniforme. Tanto así, que algunos le otorgan cierta relevancia a este ítem, al momento de considerar la calificación de ese estudiante.

Existen empresas que invierten parte de su capital en uniformes, porque de una u otra forma, sirven también de publicidad cuando sus empleados lo utilizan antes de llegar a su lugar de trabajo. Sin lugar a dudas, los uniformes más reconocidos son los que utilizan los equipos deportivos. Millones de personas gastan dinero cada año por portar el uniforme de su equipo favorito. Significando para ellos una muestra del amor, y devoción que sienten hacia el club del cual simpatizan.

Leyendo Colosenses 3:12, me hizo pensar en los uniformes, y en el hecho de que los hijos de Dios, aunque no llevamos un uniforme externo que nos identifique como hijos de Dios, hay ciertos rasgos de nuestro carácter que deberían hacerse presente en nuestras vidas con tal contundencia, que sea una forma de identificarnos como escogidos de Dios. Por tal motivo esta prédica cristiana lleva por título “El uniforme de los escogidos”.

Desarrollo

¿Cuál sería el uniforme que nosotros, los escogidos de Dios deberíamos portar? ¿Deberíamos llevarlo todos los días, o solo cuando vamos al templo? ¿Qué deberíamos hacer cuando alguien no trae el uniforme?  Estas son algunas de las interrogantes que pudiésemos formularnos en caso tal de que tuviésemos realmente que llevar un uniforme externo que nos identifique como hijos de Dios.

Pero la verdad es que, Dios no está tan interesado en cómo nos vestimos, como sí lo está en la manera de comportarnos. Lo externo no importa tanto como lo que sucede adentro. Es en nuestro corazón donde nacen las conductas que luego manifestamos.

Cuando Dios llamó a Samuel para que ungiese al rey que vendría a reemplazar a Saúl, le dijo que no mirase su parecer, ni su estatura, porque los hombres miramos esas cosas, pero Dios está interesado en algo más profundo, en nuestro corazón (1 Samuel 16:7). Pero, ¿y si tuviésemos que vestir nuestro corazón?, ¿qué atributos le colocaríamos? ¿Cómo nos vestiríamos?

El apóstol Pablo, en su carta a los Colosenses, nos habla sobre ciertas características que deben describir la conducta de un escogido de Dios, es decir, el uniforme de los escogidos. Esta prédica cristiana trata, precisamente sobre esas cinco características que deben estar presentes en cada uno de los hijos de Dios.

1. Misericordia

El primer elemento del uniforme de los escogidos de Dios es la misericordia. Si hay algo de lo que este mundo carece es de misericordia. Lo normal en esta sociedad es ser vengativos. No hay espacio para la misericordia en un mundo de “Vengadores” como el nuestro. No es normal que a las personas se les brinde otra oportunidad. Es bien visto por la mayoría que, el que falla, debe pagar las consecuencias de sus actos.

En países de América Latina, las personas que han cometido crímenes atroces, o son ejecutadas por la misma comunidad, o al llegar a prisión, los mismos reos les hacen pagar las consecuencias de sus actos. Es una simple muestra de que en nuestra sociedad, la misericordia no es un valor muy asimilado.

Es necesario que nosotros, los escogidos de Dios nos vistamos de misericordia todos los días, porque todos los días las personas fallan. La sociedad necesita de forma urgente que haya personas que puedan pasar por alto las ofensas, para que podamos vivir en un mundo más tolerante, y pacífico. El mismo Jesús nos dijo que seamos misericordiosos como nuestro Padre es misericordioso (Lucas 6:36). Si verdaderamente eres un hijo de Dios, debes ser misericordioso como Él es.

La misericordia

Según el diccionario, la misericordia es la inclinación a sentir compasión por los que sufren, y ofrecerles ayuda. Por tal razón, es que los hijos de Dios debemos ser misericordiosos, porque en el mundo hay muchas personas que sufren, y somos los escogidos por Dios los más aptos para ofrecer esa ayuda que necesitan.

El apóstol Juan, en su primera carta decía algo sumamente impactante con respecto a este punto porque cuestionaba que una persona tuviese el amor de Dios si al ver a alguien tener necesidad, este no le ayudase, aunque tuviese como hacerlo (1 Juan 3:17).

2. Benignidad

La benignidad es la segunda prenda del uniforme de los escogidos de Dios, y es tan necesaria como la humildad. Benignidad es sinónimo de bondad, y nunca será suficiente bondad para un mundo tan perverso como en el que vivimos.

La benignidad es el interés que podamos sentir hacia el beneficio, o bienestar de las personas que nos rodean. El apóstol Pablo, en su carta a los Filipenses, aconsejaba que no veláramos únicamente por nuestros intereses, sino por las necesidades de los demás (Filipenses 2:4), que era exactamente la forma de pensar de Jesús.

Si Jesús hubiese únicamente pensado en su propio bienestar, no se hubiese sacrificado por nosotros en la cruz, y quizás ni hubiese venido a esta tierra. Sin embargo, Jesús nos dio ejemplo de lo que era ser benigno al pensar en el prójimo primero.

Lo contrario de la maldad

Podríamos decir que la benignidad es justo lo contrario de la maldad, y Dios detesta la maldad. El Salmo 97:10 dice que Dios ama a los que detestan la maldad. Es tal el desprecio que Dios tiene hacia la maldad, que con tan solo sentir lo mismo que el hacia la maldad, Dios te ama. Eso lo podemos entender simplemente porque Dios es bueno, y todas las cosas buenas provienen de Dios (Santiago 1:17).

Nosotros, los escogidos de Dios debemos estar revestidos de benignidad. Y podemos hacerlo cuando dejamos que el Espíritu Santo produzca ese fruto en nuestra vida, casi siempre al colocarnos en situaciones donde podamos poner en práctica esa virtud.

3. Humildad

El tercer elemento del uniforme de los escogidos es la humildad. La humildad no es otra cosa que reconocer nuestras debilidades, nuestros errores, y nuestra condición. Es sumamente necesaria para aquellos que son hijos de Dios. No puedes ser un hijo de Dios sin reconocer tus pecados, sin reconocer tus fallas, y sin reconocer que Jesús es el Señor.

Necesitamos humildad en un entorno donde cada quien se promueve así mismo. Gracias a las redes sociales, y su culto disfrazado al ego, muchas personas sienten la necesidad de proyectar una imagen que no es, donde no se reconocen las limitaciones, ni las fallas, ni los errores, sino todo lo contrario, se publican los logros, las metas alcanzadas, los talentos, y las capacidades.

Debemos ser humildes

Debemos ser humildes por una sencilla razón: Jesús, el hijo de Dios, no estimó el ser igual a Dios como algo a lo cual aferrarse, sino que se humilló hasta lo sumo (Filipenses 2:5-8), al punto de morir en una cruz por pecadores como nosotros.

Si Jesús teniendo todo, pudo ser tan humilde al rebajarse a ser un humano como nosotros, nosotros podríamos dejar el orgullo y comenzar a reconocer nuestras fallas, y considerar a las demás personas como superiores a nosotros. También podríamos anotar una razón más para ser humildes, que Dios atiende a los humildes, y a los altivos mira de lejos (Salmo 138:6).

4. Mansedumbre

La mansedumbre es la cuarta pieza de vestir en el uniforme de los escogidos por Dios, y está muy relacionada con la humildad. Es otro de los frutos del Espíritu que menciona el apóstol Pablo en Gálatas 5:22-23, porque solo el Espíritu lo puede producir en la vida del creyente.

Según el diccionario, la palabra mansedumbre significa: docilidad, y suavidad que se muestra en el carácter o se manifiesta en el trato. Es esa virtud que nos hace mantener la calma, no perder la serenidad ante cualquier tipo de actos en nuestra contra, es permanecer callados cuando cualquier otra persona no se aguantaría para reaccionar.

Una virtud

Decíamos que es una virtud muy relacionada con la humildad, porque fue el mismo Jesús el que dijo: aprended de mí que soy manso y humilde de corazón (Mateo 11:29). La mansedumbre, fue una virtud que caracterizó la vida del Señor Jesucristo aquí en la tierra.

El apóstol Pedro comenta en su primera carta que cuando a Jesús lo maldecían, no respondía con maldición; y cuando padecía, no amenazaba sino que encomendaba su causa al que juzga justamente (1 Pedro 2:23), y nosotros como verdaderos discípulos de Dios, estamos destinados a seguir sus pasos (1 Pedro 2:21).

5. Paciencia

La paciencia es la última prenda del uniforme de los escogidos por Dios, según Colosenses 3:12. En una sociedad como la nuestra donde todo se necesita de forma inmediata, donde la información viaja increíblemente rápido, y  donde los adelantos científicos se hacen obsoletos con menor tiempo de espera, la paciencia no es precisamente una de los rasgos que caracterizan al ser humano.

Una de las acepciones de la palabra paciencia según el diccionario, dice que es la disposición para esperar con calma las cosas que tardan en llegar. Si hay algo que nos molesta es esperar a que sucedan las cosas.

Definitivamente, necesitamos paciencia para poder esperar por aquellas cosas que Dios tiene destinada para nosotros. El apóstol Pedro, nos enseña en un versículo que es lo que sucede con la paciencia desde la perspectiva de Dios, y la perspectiva nuestra. En 2 Pedro 3:9, se nos dice que Dios no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza.

El problema con la paciencia

El problema con la paciencia es que casi siempre estamos más apurados que Dios. Pareciese que necesitamos hacer las cosas lo antes posible porque si no, no sucederán, o es que Dios no quiere hacerlo. Incluso, algunos más osados, se molestan con Dios por su “tardanza”, cuando la realidad es que Dios no se tarda, sino que somos nosotros los que estamos apresurados.

Lo que Dios dijo que haría,Él lo hará, pero a su debido tiempo, porque todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su tiempo, y todo tiene su hora (Eclesiastés 3:1). Se hace necesario que nosotros, los que somos escogidos de Dios, seamos pacientes para demostrar nuestra fe, y nuestra confianza en que Dios cumplirá sus promesas (Hebreos 6:12).

El Salmo 40:1, no enseña como es la forma de Dios trabajar nuestra paciencia. Debemos esperar pacientemente a Dios, para que Él se incline hacia nosotros, y escuche nuestro clamor. En ocasiones estamos tan desesperados para que Dios nos hable, que hacemos cualquier cosa menos esperar pacientemente.

Dejemos que el Espíritu Santo desarrolle el fruto de la paciencia en nuestras vidas, aunque para ello tengamos que esperar a que esa pequeña semilla produzca el fruto que anhelamos después de cierto tiempo.

Conclusión

Hay un uniforme para todos aquellos que Dios escogió para si. Según la base bíblica de esta prédica cristiana, tal uniforme está compuesto por misericordia, benignidad, humildad, mansedumbre, y paciencia.

Lo más interesante de este uniforme es que aunque pueden verse en la persona que lo utiliza, no son prendas que te las colocas un día, y listo. Estas virtudes, únicamente las puede producir el Espíritu Santo en la vida de aquel creyente en Jesús que está enfocado en servir, y vivir como lo dice la Palabra de Dios. Son prendas que nacen dentro, para luego verse afuera.

Recordemos que este uniforme nos identifica como escogidos de Dios. Procuremos que en nuestro andar diario, puedan reflejarse las manifestaciones externas de la misericordia, la benignidad, la humildad, la mansedumbre, y la paciencia.; porque esta es una excelente forma de enseñarle al mundo que Dios nos escogió para salvación, y que esa salvación está disponible para todos.

Redactado por: Roger Rosales para Predicas Biblicas.

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