Predicas Cristianas
Prédica de Hoy: El ministerio
Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Hechos 6:1-7
Introducción
A lo largo de la Biblia hallamos muchos siervos y siervas del Señor completamente dedicados a la obra de Dios. Hombres y mujeres humillados y sujetos al Señor y las autoridades por Él establecidas.
Siervos y siervas del Señor que sabiendo que no son nada, ni nada de los que tenían era de ellos, sino que todo era del Señor, habían comprendido la tremenda importancia del ministerio más importante que Dios ha establecido.
Pero uno digno de destacar cuando examinamos sus antecedentes, a través de los cuales se puede entender acerca de la pasión que siente por la obra, de los problemas, las lágrimas que había derramado y los muchos sufrimientos que había padecido a causa de su labor para el Señor, es el apóstol Pablo.
El ministerio y los ministerios que el Señor tiene para sus hijos
Muchas veces hablamos de los ministerios que el Señor tiene para sus hijos. También son muchos los cristianos que ponen tanto énfasis en sus ministerios, que pareciera que no se trata de una dádiva de Dios, sino de algo que les pertenece por ellos mismos.
Pero hay algo que se encuentra antes de todas estas cosas, y por lo tanto debe ser prioritario, y debiera ser el ministerio dentro de la iglesia.
Leyendo los escritos de Pablo podemos ver que los corintios no había comprendido las verdaderas funciones de los ministros de del Señor. Como resultado de esto, estaban esperando obedecer a las enseñanzas del propio Pablo, Silas, Tito y otros, que habían llegado a ellos.
Pero a causa de que no estaban obedeciendo a la enseñanza de la Palabra de Dios no estaban cumpliendo el ministerio. Y a eso se debe que una iglesia que aparentemente lo tenía todo, no pudiese hacer nada.
¿Cómo debiera ser el ministerio?
A través de Pablo podemos ver realmente cómo debiera ser el ministerio. Por ejemplo, no se trata del ministerio del antiguo pacto, sino del nuevo. Es decir que el mensaje no es la exigencia de la ley sobre las personas obligándolas a someterse a una serie de normas y reglamentos, ya que cuando el cristianismo se convierte en eso siempre es algo peligroso, que paraliza e incluso lleva a la muerte espiritual.
Lamentablemente, eso es en lo que se han convertido muchos. Para muchos ya no se trata ya de seguir al Señor que mora en el interior de la persona, sino de la severa determinación de cumplir ciertas normas y reglamentos, exigencias que se hacen conforme a la carne.