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Predicas Cristianas
Aprendamos de Dios y su creación, para crear y desarrollar nuestra vida espiritual; si seguimos los pasos del Señor para llevar adelante nuestra propia vida espiritual y física, llegará el día en que podremos descansar confiadamente en sus brazos, y comprobar que desde que tomamos la decisión de construir con Él, todo es bueno.
Leamos la Palabra de Dios en Génesis 1:1-4 “En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: Sea la luz, y fue la luz. Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas. Vs 9-10 Dijo también Dios: Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase lo seco. Y fue así. Y llamó Dios a lo seco Tierra, y a la reunión de las aguas Mares. Y vio Dios que era bueno. Vs 28-29 Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla…… Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla,…., y todo árbol en que hay fruto…; os serán para comer”.
Seguramente que la mayoría de los que abrazan la fe en Cristo estarán interesados en saber cómo llevar adelante esta nueva vida que comienzan; una vida que muchas veces, al principio al menos, nos genera mas problemas que soluciones; para comenzar nuestra vida espiritual debemos cambiar o modificar muchos de nuestros hábitos, esto genera discordias con la familia y amigos; adquirimos obligaciones y compromisos de tiempo que suelen no ser entendidos y se transforman en un trastorno para la vida que normalmente veníamos llevando.
Y ni hablar de los aspectos económicos que surgen desde ese nuevo nacimiento; los que no entienden, lo primero que dicen es que en vez de recibir bendiciones, lo único que ocasiona nuestra vida espiritual son gastos como producto de los viajes para asistir a la iglesia, en la compra de la Biblia y el material de estudio, música de alabanzas, además de los que entregamos como ofrendas, diezmos y primicias.
Ante esta realidad, es que “En el principio creó Dios los cielos y la tierra” vers. 1; este versículo es el que debería marcar el principio de la vida espiritual de todo cristiano ya que en nuestra propia vida deberíamos establecer claramente la existencia de “Los cielos”, las cosas celestiales, el establecimiento de las cosas de Dios en nuestra propia vida; y “La tierra”, estas son las cosas del mundo y que están gobernadas por Satanás.
“Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca. Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno” 1 Juan 5:18-19.
Antes de conocer a Cristo, estábamos en la tierra, “Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo” vers. 2; vivíamos en tinieblas, vagando sin saber a dónde ir, tropezando con las dificultades que el demonio coloca en el camino para impedirnos el avance.
Vivíamos siempre al borde del abismo y próximo a caer cada vez mas profundamente en la vida pecaminosa y mundana, donde los elementos predominantes son la infelicidad, las enfermedades físicas y espirituales, las penas y dolores, además de las necesidades materiales.
Les decía que el versículo 1 es el que debe marcar el nuevo nacimiento, porque muchos son los que llevan una vida medianamente cristiana, pero que no se termina de transformar a causa de que no se han establecido con claridad en su mente y en su corazón, “Los cielos y la tierra”.
Al no estar éstos establecidos, si no se separan las cosas de Dios de las cosas del mundo, no puede haber transformación, y mucho menos la consagración que el Señor requiere para llevar adelante su obra.
“¡Oh almas adúlteras!¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios” Santiago 4:4.
Nuestra vida “estaba desordenada y vacía”; desordenada por el pecado que nos envolvía, y vacía por la falta del dador de la vida, “El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene vida” 1 Juan 5:12.
Cuando recibimos a Jesús como nuestro Señor y Salvador, él dice: “Sea la luz, ………….; y separó Dios la luz de las tinieblas” vers. 3-4; uno de los problemas de los cristianos inmaduros, es que al no haber establecido firmemente el cielo en ellos, les resulta imposible llevar una vida totalmente bajo la luz de Cristo, lo que les impide el desarrollo de una vida espiritual plena.
Cuando leemos: “Y separó las aguas que estaban debajo de la expansión, de las aguas que estaban sobre la expansión” vers. 7, podemos ver allí un principio de la ruptura que el cristiano debe tener con la idolatría, Éxodo 20:3-5, ya que una de las idolatrías más fuerte en la tierra es, en el paganismo, la adoración al sol, la luna y las estrellas; y en el mundo, a los muertos, idolatría que aún muchos cristianos conservan en aquellos que partieron con el Señor; idolatría que también es alentada por el catolicismo al venerar difuntos aduciendo la realización de milagros cuando sabemos que éstos son hechos exclusivamente por el Señor.
Hay una orden concreta de Dios, “Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase lo seco” vers. 9; nos manda el Señor a que aquellos que tenemos el agua viva de su Espíritu nos juntemos en un lugar, y ese lugar es la iglesia; si tu no te congregas donde están las aguas de Dios, estás siendo parte de lo seco, de lo que no tiene vida, vers. 10a; si vienes de vez en cuando o cuando tienes tiempo o ganas a la iglesia, si cada tanto oras o lees la Palabra de Dios, estarías siendo como las playas del mar, que a pesar de ser mojadas por el agua de tanto en tanto, no se produce nada allí, como tampoco se puede edificar en estos lugares sin correr el riesgo de que todo se destruya repentinamente.