Hablemos de la prosperidad

Sermones Cristianos

Sermones Cristianos Predica de Hoy: Hablemos de la prosperidad

Introducción

El tema de la prosperidad es difícil para tratar en las iglesias por la desvirtuación del texto bíblico que se le ha dado. Los cristianos debemos ejercer la fe, emprender grandes cosas para Dios, ser mejores cada día a través del estudio de las Escrituras, por la llenura del Espíritu Santo, por la esperanza del retorno de Cristo, por la fe en la resurrección y mil razones más.

No es fácil hablar de prosperidad divina cuando vemos de qué manera se ha distorsionado la ley espiritual del “sembrar” y “cosechar”, que en una sana exégesis hace referencia a toda la conducta cristiana, donde las buenas acciones se verán recompensadas por el Señor muy generosamente.

Cuando nos encontramos con estos casos, tratamos de hallar la diferencia entre lo que predican y la venta de indulgencias contra la que Lutero se levantó su voz. Y lamentablemente, existe una: la Curiaromana del siglo XVII ofrecían bienes espirituales a cambio de unas monedas, mientras que los promotores de “sembrar y cosechar” sólo ofrecen dinero. Mientras unos prometían el cielo, éstos prometen la tierra. Los papistas tocaban al sentimiento religioso, mientras que los “sembradores” estimulan la avaricia y la codicia disfrazada de espiritualidad.

Debemos ser optimistas confiando en las promesas de Dios, depender del Señor y de Su voluntad, pero sin creer que el poder esta en la mente, o en las palabras expresadas verbalmente para cambiar nuestra realidad material y espiritual, sino la fe que tengamos en el Señor (Lucas 17:6), y será así porque Él responde nuestras oraciones (Salmo 145:19). Pero nunca porque pensemos en lo que deseamos, ni porque lo expresemos verbalmente ya que lo que recibimos viene de la gracia, del amor y de la provisión de Dios.

La verdadera prosperidad esta en Cristo, viene como consecuencia de amar a Dios, de haberse arrepentido, bautizado, y ser un cristiano honesto como dice la Palabra de Dios, (Mateo 6:31-33).

Dios nos quiere bendecir

Dejando de lado aquellos que hacen mal uso de la Palabra, la realidad es que Dios nos quiere bendecir. A través de toda la Biblia podemos observar que el propósito de Dios es de bendecir a Su pueblo (Génesis 12:2-3), promesa a Abraham que también es para nosotros.

Bendición viene a ser, de alguna manera, sinónimo de prosperidad. Pero hay un peligro real para aquellos que solo buscan riquezas para su propio provecho y no con la mira de ser de bendición a otros. Este tipo de “Prosperidad” tiende a convertirse en “Avaricia”, respecto de lo cual la Biblia dice que debemos hacer morir en nosotros (Colosenses 3:5).

Colocar la prosperidad en primer lugar de nuestras vidas es contrario a lo que Dios nos dice el Señor en Mateo 6:33. Por eso Jesús enfatiza que lo primero en la vida de un creyente debe de ser buscar lo celestial (Mateo 6:21). Recuerda, donde esta tu corazón allí esta tu tesoro.

El cristiano fiel siempre tendrá muchas bendiciones, (Proverbios 28:20). Lo malo es para el que se apresura, acelera, o adelanta. Al que quiere querer tener más y rápidamente, ya que puede llevarle a cometer errores y aun pecar por lograr su meta.

Pero en Dios es lo contrario, el crecimiento es al paso de Dios, y nuestra confianza debe de estar en Dios, no en lo que tenemos, ya que lo que tenemos debe de ser para nosotros como si no lo tuviésemos pues debe de estar a la disposición de la obra de Dios.

Nuestra confianza

Nuestra confianza debe de estar completamente en que Dios nos suplirá todo lo que necesitamos, aunque como siempre digo, esto no significa que podemos cruzarnos de brazos y esperar que Dios nos supla sin hacer nada. Mateo 28:20, y cuando pensamos en que Dios esta con nosotros, entendemos que El estará a nuestro lado pues Dios ha prometido cuidar de los suyos, y la gracia de Dios es nuestro auxilio y nuestro socorro.

Pero solo cuando Dios esta guiando nuestras vidas tenemos la victoria, y para que esto suceda tiene que haber un verdadero acercamiento a Dios. No podemos fingir o imitar una comunión con Dios a través del cumplimiento parcial de Su Palabra pues el Señor, recordemos que Dios conoce nuestro corazón (Hebreos 4:12).

Debemos saber que hay una enorme diferencia entre tener gnosis, que es conocimiento y epignosis, que es la sabiduría de lo alto, la doctrina establecida en el corazón y que es absolutamente esencial para nuestra vida espiritual y nuestra relación con Dios.

Para llegar a la prosperidad debemos tener la máxima cantidad de epignosis y la debemos aplicar, aún sabiendo que cuanto más fuerte llegamos a ser en lo espiritual, más oposición tendremos de Satanás y su reino de tinieblas, oposición que vendrá en la forma de los dos grandes enemigos del cristiano: El mundo, y la carne, (1 Juan 2:15-17).

Dios desea que cada creyente prospere

Dios desea que cada creyente prospere según la Biblia. Sin embargo, Dios tiene ciertas leyes espirituales que debemos seguir para recibir lo más alto y mejor que Él tiene para nuestras vidas. Él ha establecido principios espirituales que nosotros debemos seguir referente a dar de nosotros mismos y de nuestro tiempo, talento, y tesoro, y si no podemos creer en las promesas de Dios en este reino, ¿cómo podemos creer Sus promesas para la salvación eterna y todas las otras cosas que reclamamos?.

No hay duda que la Biblia nos advierte contra la prosperidad falsa, pero podemos prosperar siguiendo los decretos espirituales de Dios referentes a la prosperidad, que son explicadas resumidamente al decirnos: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma3 Juan 1:2. Este es el plan de Dios, y usted prosperará físicamente, mentalmente, emocionalmente, y financieramente si lo sigue al pie de la letra.

La abundancia destruye a mucha gente porque no la obtiene a través del plan de Dios, pero no hay nada malo con ser próspero y exitoso si obtenemos y retenemos nuestra prosperidad a raíz de seguir a Dios y a Su palabra. Por esta misma razón Dios nos dio Sus promesas (2 Pedro 1:4). Dios quiere que tengamos prosperidad, abundancia, y dinero, pero lo que Él no quiere es que estas cosas nos posean a nosotros.

La prosperidad y la abundancia son partes de la naturaleza divina de Dios, (Hageo 2:8)

Él nos ha dado más de 3.000 promesas en Su palabra (Génesis 1:26), y si Dios es próspero, y nos creó para ser igual que Él, ¿no es obvio que desea que seamos prósperos y que incrementemos también? También en la creación vemos la abundancia que Dios ha planeado para nosotros (Génesis 1:11), Dios ha provisto las semillas de manera que pudiéramos reproducir muchas veces lo que usamos.

Es algo que hay adentro y que hace que se multipliquen las frutas, igual como hay algo dentro del creyente que produce la multiplicación de la prosperidad, pues en Mateo 13:23 las semillas representan la doctrina bíblica, que produce la fruta para el creyente, “el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno”.

Pero muchos cristianos solo le dan a Dios un poco de tiempo el domingo, quizás uno de estudios bíblicos durante la semana, y quizás algunos minutos de oración cada día, y hasta allí llegan. Sin embargo, esta forma de vida obviamente no lo pone a Dios primero pues cada día necesitamos negarnos a nosotros mismos y ponerlo a Él primero (Hechos 20:35).

Conclusión

El sistema del mundo pone muchas cosas adelante de Dios tales como el dinero, el éxito, las posesiones, y el reconocimiento personal, pero esto es una violación de las leyes divinas para la prosperidad; Dios desea que prosperemos, pero solamente si la prosperidad nunca viene adelante de Él.

Él desea que disfrutemos de la riqueza, la honra, y una vida larga, mientras que logramos estas metas manteniéndolo primero y siempre humillados ante de Él, esta es la “receta” de Dios para la prosperidad en cada área de nuestras vidas; debemos creer que Él hará lo que Él dice que va hacer, pero la receta y las instrucciones de Dios para prosperar funcionarán solamente en la medida que las apliquemos a nuestras vidas.

La prosperidad es para el obediente

Así vemos en el Antiguo Testamento muchos textos que hacen referencia a la obediencia como condición esencial para ser receptor de las promesas divinas, en el caso de Abraham, la fe que lo hace pactar con Dios no es la de “confesar positivamente la bendición” ni la de “visualizar la bendición”, sino la de obedecer plenamente a Su Palabra.

¿Podemos decir, entonces, que es posible ganarse las bendiciones materiales de parte de Dios?, no es ese el sentido de esta verdad bíblica sino que lo que enseña la Biblia es que Dios honra a los que le honran, y en ese aspecto, no nos debe sorprender si uno que ama a Dios con sinceridad es prosperado económicamente, mientras que uno que no obedece a la Palabra no lo es.

© Julio Torres. Todos los derechos reservados.

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Julio Torres
Nacido en hogar cristiano, me gusta estudiar la biblia y predicar el evangelio de Jesucristo.

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