Ser guiados por el amor

Jesús enseñó qué el principal mandamiento del Padre era amar de la manera en que él nos ama. Esto significa de manera apasionada, haciendo el bien, de forma perenne, sin mirar intereses de por medio. ¿Es sencillo? No. ¿Es imposible? Tampoco.

Cuando tomamos éste mandamiento cómo él rector de nuestras vidas, comprendemos mejor lo qué Dios nos pidió a través de Jesús. Por ejemplo, quién anda en el mundo quizá cuestione qué sí alguien nos hiere una mejilla, debemos volver la otra.

¿Cómo amar a nuestros enemigos? Esa es la voluntad de Dios, y solo en la fe y el amor podemos experimentar qué no es imposible. (Mateo 5:38-46) Es la diferencia entre ser verdaderos hijos de Dios y seguir formando parte del mundo.

3. Guiados por el amor – El amor es apasionado (Efesios 5:2)

Dios realmente nos enseñó el significado de la pasión al permitir el sacrificio de su hijo, por nuestra salvación. Éste acto es el eje central en el qué debemos pensar cuando queremos entender la magnitud de su amor.

Es probable que cuando aceptemos vivir en el Evangelio, debamos sufrir en su nombre. En Filipenses 1:29-30 se nos explica qué creer, también significa padecer. La pasión es estar dispuestos a aceptarlo, y la pasión en Cristo se diferencia en qué confiamos que Dios siempre está a nuestro favor. Es decir, no sufrimos en vano.

La parte central de amar con pasión, es saber qué cualquier dolor experimentado, es es pos de la obra de Dios. Así como Jesús padeció para que se honre el nombre del Padre, nosotros también debemos estar disponibles y dispuestos. De esto se trata el verdadero amor qué nos enseña su Palabra.

II. Ser guiados por el amor – Consecuencias

1. Al ser guiados por el amor, el amor transforma (Colosenses 3:5-14)

Cuando algo realmente conmueve nuestra vida, por consecuencia nos transforma. Por ejemplo, los padres no vuelven a ser los mismos después de varios años de criar un hijo. Es una experiencia qué impacta y qué marca la diferencia.

El amor de Dios actúa de ésta manera. Nos toma y nos hace de nuevo. Por ello a medida que vamos amando y apropiándonos de sus enseñanzas, renunciamos al pecado. Es necesario qué lo hagamos, no opcional.

La violencia, el odio, resentimiento y egoísmo no tienen cabida cuando se trata de amar a Dios. Debemos alejarnos de todo aquello que contamine nuestro templo, y de esta manera poder seguir inundando nuestro espíritu del Evangelio.

2. Cuando somos guiados por el amor todo coopera para bien (Romanos 8:28)

Cuando la fe nos mueve y aumentamos nuestro amor hacia el Padre, tenemos seguridad en qué todo nos sale bien. A pesar de la aflicción nuestra vida está encaminada, estamos bajo su protección y nuestros pasos tienen propósito.

El amor de Dios dibuja ese mapa qué nos indica exactamente lo que debemos hacer. Conocerlo es aprender qué solo en su amor podemos vislumbrar su Gloria e inmensidad.

Es por esto qué la pasión se vuelve un regocijo, mas no una tortura. Es decir, padecemos alegremente. Pues nos vestimos de amor para ir a todas las partes que Jehová quiera llevarnos.

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Roberto Torres
Siervo de Cristo y seguidor de la palabra de Dios. Es mi oración que los mensajes que redacto le sirva de bendición.

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