Predicas Cristianas
Predicas Cristianas Prédica de hoy: Lucir la victoria de Dios
Predicas Cristianas Lectura Bíblica: 1 Corintios 15:57
Introducción
Una de las alabanzas con la qué mas disfruto adorar a Dios en la iglesia, corea ésta preciosa frase: “De gloria en gloria te veo, cuanto mas te conozco quiero saber mas de ti”. Siempre qué la escucho siento qué una fibra dentro de mí se remueve, dejándome totalmente vulnerable ante el Padre.
¿Cuántas glorias hemos vivido y cómo hemos llegado hasta allí? Recordar los momentos de conflicto son importante por lucir con felicidad lo qué Dios nos ha dado hoy.
Algunas veces caminamos ignorando el privilegio de amar a Jehová y ser bendecidos. Muchos en el mundo todavía no han tenido la oportunidad de acercarse a él y compartir su amor. Éste regalo debe ser lucido con pasión, es una victoria inigualable. Sin duda es nuestra mejor celebración.
¡Cuán maravilloso es sabernos vivos y en victoria! ¿Cuántas veces al día lo consideramos? Su bendición ha sido sobre nosotros aún sin merecerla por completo, nos ha entregado una oportunidad y una vida nueva. ¿Cómo podríamos no desear conocer mas sobre él?
I. Lucir la victoria de Dios – Ser ganadores
1. Siempre somos triunfadores (2 Corintios 2:1)
La biblia compara en varias ocasiones a la vida con una carrera. Estamos en éste mundo lleno de obstáculos, corriendo por la corona de la vida. Somos ayudados por Dios, pero aún así debemos tener decisión y apurar nuestra victoria.
Podríamos preguntarnos, sí la carrera aún no ha terminado ¿por qué deberíamos celebrar el triunfo? ¿cómo lucir algo qué todavía no tenemos? Porque debemos sentir qué ya hemos ganado.
La palabra del Señor tiene la respuesta, ella nos asegura qué gracias a Dios, todos sus escogidos somos triunfantes. Sí Jehová nos lo promete ¿por qué abrir lugar a la duda?
Desde ahora mismo debemos empezar esa sentir esa gloria de ser recibidos por gracia ante el Señor. De esto se trata la fe. Creer en lo qué no podemos ver, pero qué a través de su presencia podemos sentir manifestado cómo realidad.
2. Fieles en lo poco (Mateo 25:21)
Sin embargo, para vivir de esa gloria y poder lucir sus victorias, también debemos aprender a ser fieles en lo poco. Necesitamos aprender a entender qué el verdadero significado de prosperidad no está ligado solo al dinero ó a lo material, sino qué es mucho mas profundo.
Dios nos regala de su gloria, jamás es egoísta con quiénes le temen, pero sí espera qué seamos fuertes y capaces de superar pruebas, en pos de su amor. Es decir, nos advierte qué debemos resistir los deseos de la carne.
Una manera de demostrar y esforzarnos en su nombre, es viviendo en humildad sin dejar de lucir su victoria. Es decir, cuando no ganamos el primer puesto pero nos mantenemos perseverantes y no abandonamos la competencia. Esto también es ganar.
3. Para lucir nos debemos humillar (1 Pedro 5:6)
La victoria para qué sea agradable a Dios debe estar acompañado de humillación. No humillación cómo el mundo la enseña, desde lo despectivo e inmoral. Sino humillación desde el amor y el temor hacía lo sublime y bueno qué es nuestro Padre.
Sí queremos qué Dios nos ponga en lo mas alto y podamos lucir de su gloria, sentir en espíritu sus promesas y conocer a través de su verdad, entonces debemos experimentar la humildad.
El orgullo y el egocentrismo son los obstáculos principales qué nos alejan de Dios. Ninguno de nosotros es mejor qué alguien qué en su ignorancia todavía no conoce del Señor. En lugar de jactarnos y pensar únicamente en nuestra salvación, debemos compartir lo qué sabemos con cada hermano qué tengamos la oportunidad.
En estos actos de amor, Dios puede ser glorificado.
II. Lucir la victoria de Dios – Revestidos de sabiduría
1. Fuerza y dignidad (Proverbios 31:25-26)
Una victoria es posible cuando ésta es dirigida por Dios. Mientras él sea quién nos proporcione fuerza y constancia para poder continuar, hemos sido dignificados a través de su gracia. Es decir qué estamos enfrentando el pecado y pagando el precio de la salvación, todo esto honrándolo por medio de nosotros.
Entonces, ¿qué ocurre sí no nos sentimos aún fuertes ó listos para seguir? ¿no podremos lucir ninguna victoria jamás?
En estos momentos de debilidad es cuando mas pronto debemos arrodillarnos y buscar ayuda de lo alto. No está mal ni debemos sentirnos culpables, simplemente significa qué mas que nunca , él desea hacer su obra. Esa “falta de fuerza” es un obstáculo de la carrera. Nuestra perseverancia puede ser mayor.
2. El tesoro en nuestro corazón (Mateo 12:34-37)
Dios luce su victoria también a través de nuestras palabras. Él nos toma como instrumentos de su obra y transforma hasta aquello qué decimos. ¿Cómo podemos permitir ésta intercepción de lo qué sale de nuestra boca?
Guardando el tesoro de nuestro corazón.
Jesús enseñó a sus discípulos qué aquello qué decimos es lo qué llevamos dentro nuestro. Por ejemplo, él enseñaba y hablaba sobre su Padre, porque su tesoro estaba allí, en el abundaba su amor.
De igual forma, sí en nuestro corazón habitan los frutos del Espíritu Santo, entonces esa ley será manifestada por medio de lo qué decimos y también de lo qué hacemos. No habrá conversación qué no edifique y cruzando éste paso de espiritualidad, estaremos aún mas cerca la bella promesa eterna.
3. Compartir las victorias (Lucas 6:38)
Dios nos recompensa y llena de victorias en la medida en qué sepamos compartirlas. El triunfo no es solo nuestro, y se luce cuando puede ser aprovechado por los demás.
Uno podría llegar a pensar “¡Tanto me esforcé para qué termine disfrutando otro!” Y allí es donde tiene origen el pecado. Ese otro es igualmente creación de Dios. No debemos olvidar jamás de donde venimos, pues él también es nuestro hermano.
Esto no significa qué solo debemos compartir con nuestra familia, amigos ó guías espirituales. Eso sería lo mas fácil ya qué con ellos nos sentimos incómodos. Dios busca qué seamos valientes. Compartir las victorias debe superar los límites de lo qué nos parece justo, es decir llegar hasta aquellos qué nos consideran sus enemigos.
Para la gloria del Padre nuestro único enemigo es el pecado, y en cuanto a los pecadores, debemos permitir qué conozcan de las obras qué hace Dios. En ese compartir se encuentra la salvación.
Conclusión
Lucir la victoria, cuando se trata de Dios, tiene un sentido menos superficial qué el del mundo. No quiere decir colgar una foto en un cuadro ó alardear de aquello qué hemos logrado. Sino qué por contrario, significa adorar y dar todo la gloria de quién la hemos recibido.
Debemos hacerlo con gozo, como ganadores y sabiendo qué todavía nos falta tramo por recorrer. Cuando nuestra fe alcanza los márgenes del milagro, entonces la apertura de nuestra alma está accionando. ¡Dios está dejando ver su luz a través de nuestra piel! Nos hace fuertes, valientes y dignos por gracia.
Pero ¡Atención! Nada de esto sería posible sí antes no tenemos humildad. Humillación para ser fieles. Fidelidad para no necesitar del afuera, sino alimentar más bien lo qué llevamos por dentro. De esto se trata la verdadera victoria de Dios.
Sobre todo recordar qué es posible para qué podamos compartir. ¿Dónde nos estamos luciendo? Ojalá qué con aquellos qué mas que nadie necesitan salir de la oscuridad.
© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.
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