Predicas Cristianas
Predicas Cristianas Predica de Hoy: ¿Quiénes entrarán en el reino de los cielos?
Predicas Cristianas Texto Bíblico: Mateo 7:21-23
Introducción
La gente tiene muchas ideas erradas sobre cómo realmente obtendrán la salvación de sus almas. La gente crea conceptos y se afirma sobre ellos, creyendo que Dios los juzgará por lo que ellos “creen”. Piensan que serán juzgados por sus propios estándares.
Por un lado, tenemos aquellos que son incrédulos, pero creen que irán al cielo. Aborrecen la Palabra de Dios, odian a los cristianos, y no se congregan. Aun así, consideran que por una razón que sólo ellos saben, Dios los salvará.
Por otro lado, tenemos a los inconstantes. Aquellas personas que han dado un paso más adelante que los anteriores. Pero siguen teniendo un pie todavía puesto en el mundo. Entonces, se pasan de un lado a otro, jamás se deciden por seguir al Señor. Esto son mejores en apariencia, pero iguales en vida. No están lo suficientemente comprometidos.
Además, tenemos a aquellos cristianos que tienen una verdadera fe. Pero sin temor alguno se entregan al pecado. Como después de toda la salvación es por gracia y no se puede perder, ellos están seguros de ser salvos, aunque vivan en pecado.
No obstante, el Señor Jesús hace una terrible advertencia ante todos estos pensamientos. No todo el que le diga Señor, Señor entrará en el reino de los cielos. Por tanto, en evangelio de hoy, veremos quiénes entrarán a este reino.
El reino de los cielos – Desarrollo
Contexto cultural.
Para comprender mejor estas palabras, debemos tomar en cuenta la gente a la que el Señor Jesús se dirigía. Él estaba hablando con judíos. Desde siglos anteriores, los judíos habían estado caracterizados por tener una religión externa. Ya Dios había acusado su hipocresía a través del profeta Malaquías. Por ejemplo, lloraban en el altar rogando perdón a Dios, mientras eran adúlteros (Malaquías 2:12-16).
Esta actitud dualista aún seguía en el tiempo de Jesús. Es más, era promovida por los fariseos y maestros de la ley. Toda la ley del Señor había sido cambiada por reglas humanas, todos trataban de tener una buena apariencia.
El reino de los cielos – Contexto literario.
Es por eso que el Señor Jesús proclama este sermón. El Sermón del Monte es una enseñanza en contra de la hipocresía de los maestros de la ley y de los fariseos. De hecho, las palabras del versículo 21 ya fueron dichas en 5:20. Si nuestra justicia no es mayor a la de ellos, no entraremos al reino de los cielos. De este modo, el Señor Jesús está hablando de manera contundente en contra de su cultura.
Por otro lado, en los versículos anteriores Jesús venía hablando sobre los falsos maestros (7:15-20). Estos tienen apariencia de verdad, pero se manifiesta su pecado al no dar verdaderos frutos. Están vestidos de ovejas, pero son lobos rapaces.
Y así como era el liderazgo del pueblo, así también el pueblo. Como regla general, esta hipocresía contaminó a la mayoría de los judíos. Todo se había vuelto en cosas externas: ir al templo, escuchar la palabra, ofrecer sacrificios, y guardar los días de fiesta. Por lo demás, los judíos vivían en oposición a Dios.
I. El reino de los cielos – La advertencia del Señor (vers. 21).
a. Dios no quiere solo apariencias.
Nuestro Señor Jesús hace una advertencia aquí que puede hacer temblar a cualquiera. Nos enseña que no todos los que “confiesen” a Cristo como Señor serán realmente salvos. Esto se refiere a los hipócritas que dicen algo con su boca, pero son otra cosa en sus vidas.
Sin embargo, el Señor nos advierte que los hipócritas no heredarán el reino de Dios. En la época de Jesús había muchos “religiosos” que entraban en esta categoría. Los fariseos, por ejemplo, solamente tenían una piedad externa, pues no amaban realmente a Dios. Los judíos de la época del Señor habían limitado las demandas de Dios a cumplir cosas externamente. Pero cuando uno examinaba sus vidas, todo era pura hipocresía, porque no obedecían realmente a Dios.
Esto puede aplicarse a nosotros también. En la iglesia cristiana existen muchos hipócritas. Personas que se hacen pasar como cristianos. Gente que cree que, con solo asistir a la iglesia, y decir que es cristiana, ya tendrá entrada al reino celestial.
b. Dios quiere que le obedezcamos.
Sin embargo, Dios no se deje llevar por las apariencias porque Dios ve el corazón. Dios no quiere que le sirvamos o le amemos a medias. Dios no quiere hipócritas, gente tibia que al final nunca se determina por seguir al Señor realmente.
Lo que realmente demuestra que somos hijos del reino, y salvos por gracia es que obedecemos los mandatos de Dios. El Señor quiere hombres y mujeres que se sometan a su voluntad de corazón. El Señor Dios quiere que le amemos con todo lo que somos y tenemos, que le entreguemos todos nuestro ser (Deuteronomio 6:5).
II. El reino de los cielos – Una falsa expectativa (vers. 22).
a. La alegación de lo impenitentes.
Ahora, el Señor Jesús dice que habrá muchos que, al ser juzgados, darán alegaciones ante Dios. Jesús nombra tres alegaciones. En primer lugar, dice que profetizaban en su nombre. Profetizar aquí puede referirse a la capacidad de predecir el futuro, pero también a la de ser predicador o maestro.
También alegan que tenían autoridad sobre los poderes demoníacos. Podían liberar a las personas de espíritus malignos. Y además, podían hacer muchos otros milagros. Y de paso, lo hacían “en su nombre”, es decir, en el nombre del Señor Jesús.
b. Los milagros y cosas similares no son garantía.
Sin embargo, el Señor Jesús les enseña que estos no son garantía de que alguien esté en la verdad. Los falsos maestros pueden hacer estas cosas, como los hechiceros del Faraón (Éxodo 7:10-11). Sin embargo, no necesariamente significa que sean salvos, aun cuando parezca muy sorprendente.
De la misma manera, ninguna cosa aparentemente “sorprendente” puede hacernos salvos. Ni una gran oratoria, ni un gran conocimiento, ni una gran capacidad de persuasión, ni el dinero, ni ninguna apariencia religiosa podrá salvarnos.
c. Tenemos que ser hacedores del bien.
Estas personas serán condenadas porque realmente eran hacedores de maldad. No habían creído en Cristo realmente. Su fe era externa para agradar a la gente, y engañar a la iglesia. Sin embargo, Dios no puede ser burlado.
El Señor conoce todas nuestras obras, y sabe lo que realmente somos. Cuánto nos preocupamos por las apariencias. Cuánto trabajamos por lo que digan los demás. Somos santos ante los demás. Pero cuando estamos a solas, donde nadie nos ve, nos convertimos en demonios. Vivimos como si nunca hubiésemos conocido a Dios.
III. El reino de los cielos – Un rechazo contundente (vers. 23).
a. No les conocí.
Ahora bien, esto no significa que el Señor nunca haya sabido que ellos vivían en pecado. La Escritura muy claramente enseña que Dios es Omnisciente. Y por tanto, Jesús tiene conocimiento de todo.
Este conocimiento del que habla el Señor aquí es un conocimiento relacional. Jesús no los conoció en el sentido de que estas personas nunca tuvieron una relación personal con Dios realmente. Ellos alegan haber tenido una cercanía con Jesús, de modo que en su nombre hacían proezas. Pero el Señor les declarará que nunca se relacionaron genuinamente con él.
b. Apartaos de mí.
Estas son unas de las palabras más terribles que se hayan podido pronunciar en la Escritura, y que se pronunciarán en el día final. Ser apartados del Señor Jesús implica un rechazo eterno. Tal rechazo llevará a la condenación de las almas en el infierno.
Qué terrible será para ellos haber estado engañados toda su vida. Y que luego, al final del todo, el Señor Jesús los rechace. Muchos viven así, pensando que, a pesar de su hipocresía, serán aceptados. Pero nuestro Señor es contundente. Ya están advertidos.
c. Hacedores de maldad.
Son rechazados porque eran hacedores de maldad. Tenemos que notar que Jesús muestra que esta es la característica principal de estos hombres. Esto no significa que por uno o dos pequeños pecados, los creyentes somos hipócritas y entonces seremos condenados. Ni el creyente más genuino está libre de pecado.
Esto se refiere a personas que confiesan haber conocido a Jesús, pero viven en desobediencia. Son tibios, e inconstantes, su religión es superficial. Son aquellos hombres temerarios que se entregan al pecado, confiando en que no les sucederá nada.
Conclusión
Por tanto, hemos aprendido quiénes serán realmente salvos. No son los incrédulos, no son los hipócritas, ni son los que viven en pecado. Son aquellos que se entregan al Señor Jesús
Cabe destacar, no obstante, que no es nuestra obediencia la que nos salva. Somos salvos por la gracia de Dios, por la fe en Jesucristo. Sin embargo, la verdadera fe no es infructífera. Ella nos lleva a vivir en temor y sumisión a Dios en toda nuestra vida.
Aplicaciones
Cree en el Señor Jesucristo.
Querido amigo. Si al escuchar estas palabras aun no has creído en Jesucristo, entonces ven a Él. No sigas confiando en las cosas que tú crees que te salvarán. Porque si no, serás decepcionado cuando el Señor pronuncie estas palabras hacia ti. Ven en fe a Él, y arrepiéntete de tus pecados.
Decídete en seguir al Señor.
Si te encuentras en una situación de tibieza, estas palabras son para ti más que para otra persona. El Señor aborrece la tibieza. O eres de un lado, o eres de otro. Si mantienes tu pie firmemente en el lado de la oscuridad, no piensas que serás salvo por medio tocar el terreno de la luz. El llamado que Dios te hace es radical. Deja de ser inconstante, y sigue al Señor con todo tu ser.
Obedece sus mandamientos.
Por último, con la fe en Jesucristo, esfuérzate en obedecer sus mandamientos. Una fe de palabras no será suficiente para entrar al reino celestial. Tu fe debe demostrarse en tu obediencia a Dios. Vive y esfuérzate por cumplir su voluntad.
© Julio Torres. Todos los derechos reservados.
Predicas Bíblicas … Predicas Cristianas