Predicas Cristianas
Predicas Cristianas Prédica de Hoy: Orden y trabajo
Predicas Cristianas Lectura Bíblica de Hoy: “Hijo mío, si salieres fiador por tu amigo, Si has empeñado tu palabra a un extraño, Te has enlazado con las palabras de tu boca, Y has quedado preso en los dichos de tus labios. Has esto ahora, hijo mío, y líbrate, Ya que has caído en la mano de tu prójimo; Ve, humíllate, y asegúrate de tu amigo. No des sueño a tus ojos, Ni a tus párpados adormecimiento; Escápate como gacela de la mano del cazador, Y como ave de la mano del que arma lazos”. Proverbios 6:1-5
Introducción
Muchos, sobre todo aquellos que no le conocen, o no están llenos de su amor, dicen que el Señor pide mucho. Dicen que sus exigencias para cumplir con Él son demasiadas.
Bajo este punto de vista debemos comprender que el Señor no pide mucho. Sino que en realidad lo pide todo de nosotros. Pues en definitiva todo es de Él. Si hemos entendido que solamente somos mayordomos de sus cosas, no nos costará demasiado cumplir sus exigencias.
Ahora bien, de toda esa mayordomía, hay dos cosas que el Señor nos pide con énfasis. Pues resultan fundamentales para cumplir con los propósitos de Dios en nuestra vida, estas son: El orden y el Trabajo.
Buenas intenciones
Son muchos los creyentes que tienen la mejor intención de trabajar para el Señor y extender su reino, pero lamentablemente se desvían de esos propósitos a consecuencia de quienes le rodean, o de quienes tienen por amigos. Sin darse cuenta van quedando prisioneros de sus propias palabras o de los compromisos que se van generando, pensando que realmente ésa es la voluntad de Dios.
En Marcos 16:15 en adelante nos habla la Escritura de la comisión que nos dejara el Señor y comienza diciendo: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. ……” Y recién en el vers. 17 nos dice: “Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios, …….” Y en el final del vs 18 “sobre los enfermos pondrán sus manos, y se sanarán”.
Dios es un Dios de orden
Sabemos que Dios, es un Dios ordenado y que respeta el orden como le gusta también que lo respetemos nosotros. Pero sucede que así como vemos hermanos que saben respetar el orden de Dios como también mantenerse en sujeción a la Palabra y a las autoridades impuestas por el Señor. También están aquellos que no les gusta ni el orden ni la sujeción.
Esto es lo que sucede cuando un creyente anda desordenadamente. Va de acá para allá orando y ministrando, muchas veces sin tener siquiera una cobertura espiritual real. Simplemente dicen que el Señor les guarda. Pero nunca consideran la posibilidad de estar fuera de la voluntad de Dios lo que haría que solamente sean guardados por la misericordia y amor de Él. El problema es que el desorden y la desobediencia no queda solamente en este hermano, sino que muchas veces afecta a otros creyentes, parientes o amigos.
Comprometiendo nuestra fe
Cuando nos comprometemos por una cuestión de amiguismo o familiaridad con aquellos que andan en esas condiciones, resulta ser que nos hacemos partícipes de ese desorden. Y sin darnos cuenta, o aún teniendo la mejor voluntad para con el Señor, nos vemos involucrados con ellos y sus desorden, llegando a estar tan fuera de la voluntad de Dios como ellos lo están.
El orden de Dios que leímos nos decía que debíamos predicar el evangelio, que debíamos hacer discípulos del Señor y bautizarles para que logren la salvación. Esto es lo primero, lograr que se vuelvan a Cristo, que se congreguen, que den muestra pública de amar al Señor en el bautismo y sean salvos. Esa es la primera y fundamental parte de la comisión. Luego haremos liberaciones, y luego impondremos manos a los enfermos para que sanen.
Pero sucede que quienes andan en desorden no respetan esto y les resulta más fácil andar por allí orando, liberando o imponiendo manos, que ganar almas para Cristo y llenar las iglesias de creyentes salvos y con vida eterna.
Nos hacemos prisioneros
Y es así que nosotros mismos nos hacemos prisioneros. Primero de nuestras palabras, cuando nos comprometemos a visitar un hermano u otra iglesia para acompañarle, sin consultar a nuestros guías espirituales. Y resulta ser que al final terminamos igual que ellos. Terminamos andando de iglesia en iglesia.
El enemigo nos hace pensar tal como lo hace el mundo. Y también decimos como ellos: “Dios esta en todas partes”. Así terminamos recibiendo diferentes doctrinas y enseñanzas, lo que solo produce confusión en nosotros mismos.
O bien terminan yendo de acá para allá orando y ministrando por su propia cuenta, desconociendo el orden y las autoridades puestas por Dios. “porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas” Romanos 13:1. Asumiendo como nuestra la obra y los dones, y no como que son del Señor y que bajo su autoridad debemos estar sometidos para emplearlos.
Resulta fácil enredarnos en nuestras propias palabras cuando nos presentan la Escritura en Santiago 5:16 “Orad unos por otros, para que seáis sanados”. Es allí cuando nos olvidamos del orden y cuando el enemigo aprovecha para sacarnos del propósito.
Nuestra ceguera puede llegar a ser tal, que sin darnos cuenta siquiera, ya hemos caído prisionero, no nos importa a qué iglesia o donde vamos. No vemos la doctrina que se practica ni escudriñamos la Escritura para ver si estamos en el camino correcto (Hechos 17:11), Nos olvidamos que el Señor quiere que nos establezcamos en un lugar para allí bendecidnos.
Tu eres un hijo de Dios
Pero tu no eres uno de esos que andan por allí desordenadamente, tu eres un hijo de Dios escogido para el ministerio, para trabajar en la obra junto a tu pastor y junto a tus líderes. Además, tu quieres que se cumpla el propósito que Dios tiene contigo.
Tu quieres ser tan grande en la obra de Dios como Él quiere que lo seas, y por esto te quieres preparar. El único problema que tienes es que todavía no lo has dispuesto en serio, y hasta hoy solo ha sido una expresión de tu deseo.
Leamos ahora del verss. 6-11 “Ve a la hormiga, oh perezoso, Mira sus caminos, y sé sabio; La cual la cual no teniendo capitán, Ni gobernador, ni señor, Prepara en el verano su comida, Y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento. Perezoso, ¿hasta cuándo vas a dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño? Un poco de sueño, un poco de dormitar, Y cruzar por un poco las manos para reposo; Así vendrá tu necesidad como caminante, Y tu pobreza como hombre armado”.
El perezoso
Tu eres ese perezoso del que habla la Escritura. El que ha tenido muchas buenas intenciones para con el Señor, y en tu mente te convertiste en un predicador lleno del poder de Dios. Te convertiste en ese evangelista que llenaba las iglesias de almas ganadas para Cristo. Pero que a pesar de todas las veces que el Señor te habló, no te fue suficiente y pareciera que necesitas que el Señor se presente en persona ante ti para guiarte.
Eres tu ese perezoso que se queda con el sueño. Te quedas con la palabra o el deseo de cumplir con la voluntad de Dios. Pero cierras tus ojos cuando ves cómo los demás se preparan y avanzan. No piensas en que soñando nunca les alcanzarás. Té eres ese que no guarda las palabras que te fortalecerán en el día de la prueba. Ni tampoco recoges las enseñanzas que serán tu sustento el día de mañana, o en el momento de necesidad.
Tu, “Perezoso, ¿hasta cuándo vas a dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño? Un poco de sueño, un poco de dormitar, Y cruzar por un poco las manos para reposo”. Vos, mi hermano, que recibiste palabra de Dios llamándote al ministerio. Tu, que comenzaste muchas veces a trabajar en la obra y luego lo dejaste todo. Eres tu que nada estas haciendo por conocer la voluntad y el propósito de Dios contigo. Tú mi hermano, “¿Cuándo te levantarás de tu sueño?” ¿Cuando dejarás de reposar para convertir tus sueños en realidades.?
Tiempo de despertar
Ahora es el tiempo en que despiertes del sueño en que has caído. Es el tiempo en que salgas de la prisión en que te has sometido. Prisión debido a tus propias palabras, al juntarte con creyentes desordenados. Aquellos a quienes no les importan las autoridades que el Señor coloca. Y por esto no respetan las prioridades que la Escritura nos marca.
“Ve a la hormiga, oh perezoso, Mira sus caminos, y sé sabio. La cual no teniendo capitán, ni gobernador, ni señor, Prepara en el verano su comida, Y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento. Perezoso, ¿hasta cuándo vas a dormir?”
Mira a aquellos que llegaron luego que tu a la congregación. Y porque dispusieron su corazón para el Señor se están preparando para cumplir con lo que el Señor desea de ellos. Mira sus caminos y sé sabio, ¿hasta cuándo vas a dormir?
Conclusión
Mira que “Así vendrá tu necesidad como caminante, Y tu pobreza como hombre armado”. Cuando te decidas y quieras despertar y entonces te suceda lo de las diez vírgenes, allí en Mateo 25:1-13 “…….Y las insensatas dijeron a las prudentes; Dadnos de vuestro aceite, porque nuestras lámparas se apagan, vs 8, …….. mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos!. Más él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco” verss. 10-12.
Ahora despierta, deja de soñar, sé ordenado y ponte a trabajar para el Señor.
© Ricardo Hernández. Todos los derechos reservados.
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