Confesión positiva

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Predicas Cristianas Predica de Hoy: Confesión positiva, falsa doctrina

Confesión Positiva: Las falsas doctrinas de declarar y decretar su oscuro origen

Doctrinas esotéricas se han infiltrado en el evangelio. La confesión positiva, el hábito de declarar o decretar cosas no procede de la Biblia.

 Introducción

Desde hace tiempo en las iglesias existe la pésima costumbre de aceptar a pies juntillas todo lo que dice el pastor sin pasar por un tamiz crítico. Nadie suele leer la escritura para contrastarla con las enseñanzas que recibimos cada domingo. Confiar en los seres humanos es altamente peligroso, la Biblia llama malditos a aquellos que confían en sus semejantes antes que en Dios (Jeremías 17:5).

Desde no hace mucho tiempo en muchas iglesias se escucha esta jerga de declarar y decretar. Yo mismo nací espiritualmente en una de estas iglesias. Salir de este esquema de pensamiento me costó varios años. Le doy gracias a Dios por la luz que me dio en todos estos asuntos, y ahora paso a compartir lo aprendido con ustedes.

Después de bastante tiempo descubrí que no todas las iglesias cristianas enseñan esta doctrina, y a medida que el tiempo pasaba comencé a descubrir cada vez más conexiones con el paganismo, la metafísica y la magia.

Vamos a escudriñar este asunto a la luz de la palabra de Dios, para averiguar de estas ideas tienen o no algún sustento bíblico.

Origen de la confesión positiva

Para mi sorpresa pude descubrir hace años que las doctrinas de la confesión positiva y otras similares, proceden de antiguas creencias esotéricas denominadas “principios herméticos”.

En el ocultismo, en el libro del Kybalion existen siete principios, llamados los principios herméticos. Estos principios fueron promulgados por un sabio mítico de la antigüedad remota en Egipto: Hermes Trimegisto.

No se sabe si este hombre existió realmente, lo cierto es que se le atribuyen a él estas enseñanzas. Hermes también es un dios de la antigua Grecia. Los antiguos tenían como costumbre elevar a la categoría de dios a los muertos, especialmente a los difuntos ilustres.

Modernamente la palabra hermético alude a algo cerrado o difícil de conocer, entender o descifrar.

Estos principios son básicos para los magos y ocultistas que surgieron después de este extraño personaje a lo largo de toda la historia. También las sociedades secretas modernas son herederas de las doctrinas de las escuelas mistéricas de la antigüedad. Estas escuelas conservaron y divulgaron estos conocimientos entre sus miembros. Todas ellas conservan el legado de un conocimiento prohibido, al alcance de unos pocos y cerrado a todos los demás.

La llamada magia imitativa siguen estos principios herméticos mencionados arriba, al afirmar que “cada efecto reproduce una causa similar o que cada efecto se asemeja a su causa”. Un ejemplo de esto es cuando en el vudú se clavan agujas en un muñeco que imita a una persona en concreto, y esta persona percibe dolor en su cuerpo.

Estos principios ocultistas están recogidos en supuestas artes terapéuticas como la homeopatía (lo similar cura a lo similar), es decir aquella sustancia causante del mal también curará el mal. Todo esto suena bastante loco y verdaderamente lo es.

Derivada de estos principios herméticos, existe la llamada Ley de la Atracción que defiende que aquello que pensemos y hablemos será atraído a nuestra vida, ya sea bueno o malo. Según el ocultismo esto es una ley inmutable, pero lo que sí estaría en control del hombre es controlar los propios pensamientos y el lenguaje.

Según el esoterismo derivado de los principios herméticos, todas las personas y situaciones desprenden una vibración más alta o más baja. Nosotros podemos elevar nuestro nivel vibracional para conseguir aquellas cosas que deseamos y que tienen también alto nivel vibracional. Al conseguir esto ambas vibraciones entran en resonancia y se amplifican poderosamente logrando aquello que queremos.

Estas ideas fueron divulgadas por un filósofo, Emanuel Swedenborg, en el siglo XVIII. Swedenborg fue una persona muy culta e inteligente que tuvo grandes aportaciones a la ciencia y a la filosofía. Al final de su vida practicó espiritismo y tuvo numerosas experiencias místicas como visiones, sueños extraños y encuentros con ángeles. Swedenborg desarrolló una extraña filosofía que afirmaba que la realidad podía crearse y ordenarse a través de la mente humana.

El nuevo pensamiento: “Confesión positiva” 

Las ideas de Swedenborg fueron retomadas tiempo después por el norteamericano Phineas Quimby en el siglo XIX. Quimby fue el padre del movimiento del Nuevo Pensamiento.

El Nuevo Pensamiento defiende que la Inteligencia Infinita, a veces llamada dios, está en todas partes y reside en todas las cosas que existen realmente. La verdadera identidad del hombre es divina, y el pensamiento divino es una fuerza que actúa para el bien. Las enfermedades surgen en la mente y al cambiar a un pensamiento correcto, la enfermedad será curada.

El Nuevo Pensamiento es una filosofía que tiene claras conexiones con las religiones paganas, la magia y el esoterismo.

Como siempre, el hombre se cansa de escuchar una y otra vez la misma verdad, y ávido de conocimientos y experiencias nuevas abraza nuevas enseñanzas. A finales del siglo XIX y comienzos del XX, el cristianismo tiene que convivir con el racionalismo y el agnosticismo y muchos buscan una salida en busca de espiritualidad y la encuentran en el misticismo y la filosofía.

De las doctrinas del nuevo pensamiento surgen los libros de autoayuda, es por ello que a veces en las iglesias modernas observamos que muchas de sus enseñanzas son compartidas por los libros de autoayuda.

El Nuevo pensamiento está impregnado de ideas metafísicas, la Ley de Atracción, visualización creativa, poder personal, sanación, autosanación, pensamiento positivo.

Este movimiento tiene varios principios:

  • La naturaleza del ser humano es divina
  • El pensamiento en sintonía con Dios es una fuerza benéfica
  • Dios está en todos los seres y en todas las cosas (panteísmo)
  • El pensamiento tiene poder para sanar

EW Kenyon fue un pionero del evangelismo en los primeros tiempos de la radio. Una de las frases de Kenyon era: “lo que yo confieso es lo que yo poseo”, y por ello se le atribuye ser el creador de la teología de la confesión positiva. Kenyon estaba fuertemente influenciado por el movimiento del Nuevo Pensamiento.

Poco más adelante, otros de los adherentes de este movimiento como Kenneth Hagin y sobre todo Oral Roberts, retoman sus ideas contaminando gravemente al cristianismo. Hoy en día los mayores exponentes de este movimiento son personajes tan polémicos como Kenneth Copeland, Paul Crouch (cadena de televisión TBN) y Benny Hinn. La doctrina de la confesión positiva de estos líderes es: “Todo lo que declares te será hecho”.

Las ideas del movimiento del nuevo pensamiento muy afines a la Nueva Era han echado profundas raíces en el neopentecostalismo carismático. El cristianismo ha quedado tan deformado a través de estas denominaciones que a veces es casi irreconocible. Afirmaciones tan blasfemas como: “tienes un milagro en tu boca” son comunes en muchos predicadores carismáticos.

Confesión positiva: Errores de esta práctica

El hombre toma el lugar de Dios.

Dios creó el universo con el poder de su palabra (Hebreos 11:3), al pretender alterar la realidad mediante nuestra palabra nos igualamos a Dios. Sólo Dios crea cosas de la nada, nuestra palabra no tiene poder para alterar la realidad. Declarar una pila de platos sucios como limpios no altera su estado en absoluto, cualquiera en su cocina puede comprobar la falsedad de esta doctrina.

Para apoyar esta falsa enseñanza se invoca Romanos 4:17“como está escrito: Te he puesto por padre de muchas gentes delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen.”

 Como dice claramente el texto, es Dios y no el ser humano, quien llama a las cosas que no son y les da carta de existencia mediante su palabra. El empleo de este versículo para sustentar la teología de la confesión positiva es hermenéuticamente irresponsable.

También se usa Proverbios 18:21“Muerte y vida están en poder de la lengua, y los que la aman comerán su fruto.”

Este versículo no quiere decir nada más que debemos ser cuidadosos con nuestras palabras y que estas pueden provocar poderosos efectos para bien o para mal. Las palabras pueden destruir o edificar, esa es la enseñanza de este versículo. Los que usan este versículo para apoyar estas enseñanzas tuercen la escritura.

Otra cita usada para apoyar este sinsentido es Mateo 17:20“Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible.”

El contexto de este versículo es la incapacidad mostrada por los discípulos para expulsar a un demonio de un joven, debido a su falta de fe. La declaración de Jesús significaba que mediante la fe iban a poder realizar cosas increíbles dentro de la voluntad de Dios. El poder que ejercieron los apóstoles en su ministerio era mediante Dios, para Dios y dentro de la voluntad de Dios. El texto no avala que declarar algo implique que se realice automáticamente.

Si alguien declara que el mundo estará en paz para siempre, tal cosa no va a suceder. La razón es que la Biblia enseña que hasta que Cristo venga, habrá guerras y conflictos, por tanto esta declaración es contraria los designios revelados de Dios, y por tanto no tendrá ningún efecto.

Esta doctrina fomenta la arrogancia del hombre y lo hace autosuficiente. El hombre se pone en un lugar de autoridad, y se hace semejante a un rey que emite sus decretos, que deben cumplirse en todo el dominio de su reino, aquí sería el universo entero. En el mundo carismático se habla mucho de autoridad, pero poco de obediencia a Dios y de servicio al prójimo.

El hombre invade la soberanía de Dios

El hombre actúa como si fuera un mago diciendo palabras mágicas para hacer sus deseos realidad, ya no está sujeto a la voluntad de Dios sino que impone su voluntad.

En este esquema de cosas, Dios actúa como un mero ejecutor de nuestros deseos, como una simple herramienta. Esta doctrina fomenta la arrogancia humana y nos hace independientes del creador. Esta concepción torcida es consistente con la idea de un Dios impersonal, entendido como una fuerza universal sin voluntad o deseos, sólo que este no es el Dios de la Biblia, sino que más bien es el dios del hinduismo o el budismo.

Mediante esta enseñanza el hombre se constituye en dios, de acuerdo con las palabras destructivas pronunciadas por Satanás en el Edén: “seréis como dioses” (Génesis 3:5)

El dios de las declaraciones es el genio de la lámpara, un poderoso esclavo encerrado que no tiene otra opción que hacer todos nuestros deseos realidad.

Crea caos en el universo

Si cualquiera puede alterar la realidad a su conveniencia para obtener sus propósitos, el universo queda reducido a una guerra entre magos que profieren conjuros (declaraciones) y que terminan interfiriéndose unos a otros pero ninguno prevalece. Este universo no tiene rey, sino muchos reyezuelos.

Denota rebeldía contra los designios de Dios

Aquí se trata de hacer nuestra voluntad y no de pedir a Dios algo humildemente. Es posible que Dios quiera que estemos enfermos, con algún propósito desconocido. En las escrituras Dios permite la enfermedad (caso de Job) y a veces la causa (Isaías 30:26, Deuteronomio 32:39).

Hace de la oración algo inútil

Si declarando algo obtenemos lo que queremos, ¿para qué orar? Con esta doctrina el hombre declara su independencia de Dios y hace su voluntad y capricho. La escritura dice claramente que si tenemos necesidades debemos pedir con oración y súplica (Efesios 6:18).

Conclusión

En resumen, la teología de decretar y declarar parece sacada de una película de Harry Potter. Resulta muy claro que el evangelio es claro ejemplo de los tiempos de apostasía que fueron predichos en el Nuevo Testamento en los cuales confiar en ideas humanas sin contrastar con la palabra de Dios es sumamente peligroso. Estas enseñanzas tienen el potencial de llevar nuestra alma al infierno. Recordemos que la Biblia llama anatemas (malditos) a quienes prediquen otro evangelio (Gálatas 1:8).

Igual que en el cuento del emperador desnudo, los predicadores de la confesión positiva y del evangelio de la prosperidad están desnudos a la vista de todos, su desnudez no escapa a nadie, pero nadie tiene el valor para denunciarlo. Muchos prefieren imaginarse en sus mentes costosas vestiduras que cubren sus vergüenzas.

¿Puede ser alguien verdaderamente cristiano sin tomarse en serio la palabra de Dios? Jesucristo es nuestro Pastor y la Biblia es nuestra guía. No debemos olvidar esto jamás, es asunto de vida o muerte.

© Juan C. Planterio. Todos los derechos reservados.

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