Adulteración del Evangelio

Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Predica de hoy: Adulteración del Evangelio

Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Deuteronomio 4:2

Introducción

¿Alguna vez ha tratado de explicarle algo a alguien, solo para ser malinterpretado por esa persona? ¿Cómo podría querer manipular tus propias palabras y cambiar el mensaje? Eso es exactamente lo que significa la palabra “adulterar”.

Si tenemos cierta información y en lugar de hacer un análisis completo y objetivo, decidimos cambiar su significado cuando nos conviene, la tergiversamos. Esto puede suceder en innumerables áreas de la vida: conversaciones familiares, talleres e incluso esfuerzos de evangelización.

Ahora podemos observar este fenómeno en masa. Tenemos tanta información y puntos de vista disponibles para nosotros, cuántos de ellos entran en conflicto con un objetivo en particular. Cada grupo social quiere compartir su “verdad” y usarla para influir en quienes la escuchan y la siguen.

¿Qué lugar ocupa el evangelio en toda esta situación?

Siendo el mensaje más poderoso de la tierra capaz de transformar y dar dirección a nuestras vidas, no es extraño pensar que también fue una de las distorsiones más buscadas. Como creyentes y fieles hijos de Dios, es nuestra responsabilidad ser receptivos y conscientes de la información que damos y recibimos.

I. En contar nuestra verdad

1. Evangelizar es nuestro propósito (Mateo 18:19-20)

Ser elegido por Dios significa comenzar una vida llena de metas. Uno de los evangelios más importantes es ser misioneros. Básicamente, hablamos esta verdad a nuestros hermanos desde un lugar de amor y devoción para la gloria del Padre.

Saber compartir la palabra de Dios es sin duda la respuesta a la violencia, la confusión y el desvío. Cuando logramos excluir todo lo que antes interiorizamos, practicamos el acto de amar. El evangelio de Jesucristo solo se puede predicar con sinceridad si se guía por el amor y la fe, de lo contrario es imposible.

Hay personas que tienen por objeto llevarse la palabra de Dios a la boca, pero no para salvar almas, sino para intentar cuestionarla y causar confusión. Este es un pecado muy serio y por lo tanto debemos estar listos para compartir el mensaje correcto.

2. El Evangelio es indiscutible (Juan 14:6)

El evangelio, nuestra gran y única verdad, es indiscutible e intachable. Si queremos hacernos más sabios que las Escrituras tratando de convertirlas en nuestro beneficio, eso significa que queremos salirnos de la voluntad de Dios.

Jesús dijo tan claramente que él es el camino, la verdad y la vida, porque sabía que muchos querían transmitir el mismo mensaje e incluso en Su nombre.

Si dejamos que la duda gobierne nuestra boca, puede librarnos de muchas otras enfermedades. Lo más peligroso de aceptar o adulterar la palabra de Dios es que, en lugar de mantener la fe, comenzamos a cuestionarla en cada oración. Esto es importante para nuestras vidas porque nada debe impedirnos decir nuestra verdad.

3. El Evangelio transforma (Romanos 12:2)

El conocimiento cambia, para bien o para mal, en la medida en que lo impartimos. Para nuestra salvación, el evangelio es lo único en el mundo que nos garantiza paz y protección en este mundo y aún más allá.

Cuando empezamos a decir nuestra verdad a través de la palabra de Dios, empezamos a aumentar nuestra fe, cambiando poco a poco lo que llevamos dentro.

¿Es posible pero negativo? Solo cuando se olvida el verdadero propósito y se distorsiona para otros fines. Quien se vale de la palabra del Padre para enriquecerse, para confundir a los demás o para engrandecer su ego, está pecando gravemente, porque no supo responder a la llamada de Dios.

II. ¿Cómo evitar la adulteración del Evangelio?

1. Buscando sabiduría (Santiago 1:5)

Es bastante común que la principal fuente de distorsión sea la falta de sabiduría. Aunque la “sabiduría” no se adquiere de la noche a la mañana, hay que cuidarla.

Explicar el Evangelio sin estudiarlo detenidamente, y sin pedir inspiración a Dios, puede ser un riesgo de malentendido. Lo que yace entre sus páginas no siempre son mensajes literales. Suele necesitar contexto y ojo entrenado porque Sus palabras están llenas de metáforas y artificios literarios, sin contar que pueden no gustarnos.

El hecho de que sea sabio compartir la palabra de Dios significa también aceptarla, independientemente de nuestra opinión. Él existe para salvarnos por gracia, no para estar bajo nuestra condenación. Su capacidad de cambiar se convierte en lo mismo que se opone a los deseos carnales que conducen al pecado.

2. Buscando integridad (Filipenses 4:8-9)

Se necesita mucha honestidad para no adulterar el Evangelio. Darnos cuenta de que lo que dice es mejor que todo lo que existe, y dejar así nuestro egoísmo, es un proceso de justicia y verdad.

Ser justos y honrar justamente a Dios no debe ser ni siquiera un deber para nosotros. La honestidad debe ser nuestra necesidad ya través de la cual podamos vivir nuestra paz.

Hay lugares en la Biblia donde se nos dice que reflexionemos sobre esto. Todo lo bueno como aquello en que se manifiesta el Espíritu Santo. No solo superficialmente, sino realmente profundo en lo que pensamos y sentimos más allá de nuestras palabras.

Es posible adulterar el evangelio, incluso si todo lo que decimos es al límite, pero esto no se refleja en nuestro ejemplo.

3. Teniendo conciencia de nuestras acciones (Mateo 7:21-23)

En este pasaje del Evangelio, Jesús explica cómo es posible que aun profetizando y “llamando” Su nombre, algunos no entren en el reino de los cielos. Explique esto con la frase “criminales”. En este caso, la ilusión es más profunda porque se manifiesta a través de la percepción y la acción.

Es muy importante cuidar nuestras acciones, es decir, lo que realmente hacemos con nuestra libertad. Nuestras intenciones definen y protegen quiénes somos y lo que creemos, la base de nuestro amor y cómo lo expresamos.

Muchas distorsiones resultan del hecho mismo de que no hay una verdadera expresión de fe. Cuando sucede algo así, malinterpretamos cada verdad que hemos dicho. Existen para ser creídos, no fingidos. Su finalidad es compartir, que no es lo mismo que divulgar.

Resumen

En el Evangelio estamos en constante aprendizaje, tenemos los mejores Maestros que, como una lámpara grande y cálida, comparten con nosotros su sabiduría. En otras palabras, en lugar de alejarnos de toda duda, debemos ser más abrazados y firmes en nuestra fe.

El mundo tiene hambre y busca a los que no confían para hacerlos esclavos del pecado. Cuando estamos verdaderamente comprometidos con lo que Dios permite, las distorsiones, las preguntas o las pruebas no pueden separarnos de él. Por eso debemos buscarla humilde y constantemente, compartir sus verdades con amor y sobre todo enfrentar las dificultades.

Nosotros mismos corremos el peligro de desvirtuar Sus palabras si no lo comprendemos. Por lo tanto, debemos prepararnos antes de hablar, sabiendo que debemos ser sinceros y que nuestra intención es pura expresión de la verdad.

© Reenier Gonzalo Prado. Todos los derechos reservados

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