Pacto de oración

La promesa de Joel 2:28, repetida por Pedro en el día de Pentecostés en Hechos 2:17. es: “Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Santo Espíritu sobre toda carne.

Esta visitación del Espíritu puede ser comparada a lluvia que viene del cielo.

Las lluvias que Dios enviaba sobre Canaán eran tanto lluvias tempranas y lluvias tardías (Joel 2:23) Las lluvias de otoño o las lluvias tempranas de octubre-noviembre eran para ablandar la tierra dura y seca para permitir que la semilla fuese sembrada. Después vienen las grandes lluvias del invierno en diciembre, enero y febrero.

Finalmente llegan las lluvias tardías de abril, las más apreciadas porque maduran el fruto y acortan el período de aridez del verano. La lluvia tardía se halla ‘ relacionada con el período de madurez de la cosecha.

¿Cuál es nuestra fuente de agua, espiritual, para estos últimos días? ¿Estamos edificando la iglesia por nuestro propio esfuerzo?. ¿Por nuestras estrategias inteligentes, planes bien delineados, metodologías de iglecrecimiento, etc.?

¿O hay una fuente mejor?. ¿Un derramamiento del Espíritu de Dios sobre toda carne humana? Los avivamientos pasados tienen que hacernos pensar que han sido como la lluvia temprana. Que ha llenado al cuerpo de Cristo con un sentido restaurado de identidad bíblica y de misión. Cada uno de ellos ha insistido en la llenura del Espíritu Santo para cumplir la misión encomendada por Cristo. Es el Espíritu de Dios que forzó a los creyentes del pasado a desistir de un cristianismo pasivo y buscar personalmente una experiencia continua y vital con el Dios viviente.

Ahora en pleno siglo XXI, ¿No es tiempo para la lluvia tardía, la lluvia que madura la cosecha final ? (Amós 9:13).

Creo oír a Dios diciendo a la iglesia:

Si se humillan y buscan mi rostro como lo hicieron sus padres en tiempos pasados, Yo derramaré la lluvia tardía sobre ustedes. Lo que he propuesto hacer en este siglo es tan abundante que los avivamientos ya ocurridos han de parecer como ¡Otra pequeña llovizna en comparación a la visitación que he de enviar. Desechen toda dependencia en el hombre, y en las habilidades de la carne. Remueven su corazón hacia Mí, Yo les visitare

Espero que como de Pastores, líderes o miembros de la iglesia de la ciudad, en la cual Dios nos tiene, sometamos nuestros corazones para despertarnos otra vez al llamamiento que Dios nos hace, de ser un pueblo con:

  • 1. Hambre del Señor.
  • 2. Un amor genuino hacía los demás.
  • 3. Una entrega a su Palabra.
  • 4. Una entrega a restaurar la iglesia neotestamentaria.

Que el Señor obre entre nosotros de tal forma que los avivamientos pasados, sean una simple llovizna pasajera en comparación a lo que Él da al mandarnos la lluvia tardía en los años postreros, amén.

Ahora bien, si tomamos en consideración lo que dijimos a un comienzo , citando a Santiago (4:2, 3), en relación al quehacer de la obra, deducimos dos cosas

1. El intento frenético de hacer cosas que se llevan todo nuestro tiempo y atención: actividades, eventos, campañas, estrategias, etc. No alcanzando lo deseado porque: no pedimos (Santiago 4:2).

2. Y cuando pedirnos, pedimos mal, con fines egoístas (.. gastar en vuestros deleites Santiago 4:3) , por ejemplo: demostrar los logros de “mí ministerio”, satisfacción personal, énfasis en las añadiduras (“… Mas buscad primeramente el reino de Dios … y todas estas cosas os serán añadidas Mateo 6:33).

Si tomamos en cuenta estos principios, quizás podríamos tener la respuesta (o por lo menor parte de ella), del por qué no hemos logrado ser más efectivos en el trabajo que como iglesia de la ciudad hemos venido desarrollando.

Entonces debemos crear estrategias de oración y mecanismos por los cuales podamos medir los resultados de ella, por favor, no malinterpretemos, no estoy diciendo que usted no ora con su congregación, o en forma personal, lo que estoy diciendo es que tenemos que concertarnos como iglesia local, en el poder del acuerdo que estableció el Señor en su Palabra: “Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos” (Jesús: Mateo 18:19)

¿Cómo lo hicieron los hombres de Dios en el pasado?:

A continuación mencionaremos algunos personajes bíblicos que oraron con efectividad, con dirección, recibiendo respuesta a sus peticiones, porque lograron discernir la voluntad de Dios para sus tiempos:

Salomón. (2 Crónicas 6: 16, 17) “Ahora ,pues, Jehová Dios de Israel, cumple a tu siervo David mi padre lo que le has prometido diciendo: … Ahora, pues, Jehová Dios de Israel, cúmplase tu palabra que dijiste a tu siervo David”.

Salomón al momento de consagrar el templo le pide a Dios que cumpla lo que le había prometido a David, su padre, es decir, comienza a “reclamar” cumplimiento de las cosas que Dios mismo había dicho.

Nehemías. (1: 8) “Acuérdate ahora de la palabra que diste a Moisés tu siervo, diciendo:… ” Este líder le recuerda a Dios la palabra dicha a Moisés y reclama en oración su cumplimiento.

Daniel. (9:2, 3) ” … en el año primero de su reinado yo Daniel miré atentamente en los libros el número de los años de que habló Jehová al profeta. Jeremías, que habían de cumplirse las desolaciones de Jerusalén en setenta años. Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza”

Daniel mientras escudriñaba en las Escrituras descubre una palabra de Dios dicha al profeta Jeremías, con relación al cautiverio babilónico, ya había llegado el tiempo de su cumplimiento, y comienza a orar reclamando a Dios que cumpliese los dichos de su boca.

Podríamos seguir citando una serie de personajes de la Escritura, pero creo que estos son suficientes para damos cuenta que aquí se esconde un principio que: Dios ha determinado, en su voluntad, lo que Él quiere para una nación, pueblo o ciudad; aún antes de la fundación del mundo (Efesios 1:3,4), solo espera a hombres diligentes en escudriñar las Escrituras, que descubran Su Corazón por medio de la oración y entiendan cuales son los planes u propósitos que debemos de cumplir como iglesia.

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Jorge Meneses Soto

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