¿Cómo y por qué orar?

Predicas Cristianas

Prédica de Hoy: ¿Cómo y por qué orar?

Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Mateo 6:5

Introducción

Orar es creer, orar es fe, es dar las gracias en lugar de quejarse, confiar en lugar de esforzarse, regocijarse, aceptar, apropiarse y recibir.

Les refirió también una parábola acerca de la necesidad de orar siempre y no desmayar.

Les dijo: “En cierta ciudad había un juez que ni temía a Dios ni respetaba al hombre. Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él diciendo: Hazme justicia contra mi adversario. El no quiso por algún tiempo, pero después se dijo a sí mismo: Aunque ni temo a Dios ni respeto al hombre, le haré justicia a esta viuda, porque no me deja de molestar; para que no venga continuamente a cansarme. Entonces dijo el Señor:Oíd lo que dice el juez injusto. ¿Y Dios no hará justicia a sus escogidos que claman a él de día y de noche? ¿Les hará esperar? Os digo que los defenderá pronto. Sin embargo, cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” (Lucas 18:1-8)

Relación directa entre el mantenerse vigilantes y orar

Nuestro Señor pasa de inmediato de su palabra, acerca de su venida, a la palabra sobre la oración, indicando la relación directa que existe entre el mantenerse vigilantes y la oración.

Jesús hace osadamente que nos enfrentemos con una opción de la que no podemos escapar: tenemos o bien que orar o desmayar, una de dos. O bien aprendemos a clamar a un Padre invisible, que está siempre presente y con nosotros o nos desanimamos y desmayamos.

Tenemos a nuestro alrededor los brazos de un Padre y es a él a quien debemos clamar, porque en el Mesías su voz nos ha llamado ya a nosotros. Debemos responderle como un niño que llama a su padre porque, como les sucede a los pequeños, nosotros tampoco sabemos siempre lo que nos sucede.

Helmut Thielicke sugiere que a veces los niños no pueden hacer otra cosa que mirar a su madre con esos grandes ojos suplicantes, sin saber expresar lo que les pasa, pero normalmente la madre lo sabe y ella responde en el momento oportuno.

“Como el padre se compadece de los hijos nos dicen las Escrituras “así se compadece Dios de los que le temen (Salmos 103:13) pudiendo clamar a él cuando se hallan en problemas, aunque es posible que clamen por algo equivocado pero, sin embargo, cuando clamamos, hay un Padre que escucha y la fortaleza de un Padre actúa a nuestro favor.

Lo que Jesús pretendía era establecer un contraste entre las diferentes personas:

Para empezar, tenemos a la viuda y el juez. Aquí tenemos a un juez duro, tenaz, egocéntrico, a un viejo tacaño, con un corazón más frío que el hielo. Y la viuda tiene a una persona que la persigue, a alguien que la acosa, que la importuna y que hace difícil su vida.

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