Predicas Cristianas
Predicas cristianas predica de hoy: Un toque de fe
Predicas cristianas lectura bíblica de hoy: Marcos 5:24-29
Introducción
La semana anterior participamos en un análisis que nos obligó a recapacitar en nuestra relación con Dios. Fue un recado que nos hizo recapacitar en la forma que operamos y deliberamos. Fue un recado donde inspeccionamos el valor de darle a Dios la preferencia que Él merece en nuestra vida.
Creo que todos aquí logramos notar que cuando colocamos a Dios arriba de todas las cosas, entonces nuestra cotidianidad se nos hace mucho más cómoda. ¿Por qué ocurre esto? Esto ocurre porque cuando colocamos a Dios por arriba de todas las cosas, en si lo que estamos realizando es que estamos construyendo nuestra vida en una fundición firme, quien es Cristo Jesús.
Una de las desdichas más magnas en la iglesia de hoy son las personas que proclaman a Cristo, pero no marchan con Cristo. Existen un sinnúmero de personas que se bautizan, pasan por la iglesia semana por semana, pero no existen para Cristo. No llevan vidas justas, no llevan vidas rectas, y no dan lo mejor de ellos para alcanzar a aquellos que están pobres.
¿Por qué ocurre esto? Esto ocurre porque existen numerosos dentro del Cuerpo de Cristo que padecen de una enfermedad peligrosa. Una enfermedad que les causa una pérdida lenta, que rápidamente les llevará a una caída infranqueable. ¿Se puede hacer algo para prevenir esto?
Sigamos ahora a la Palabra de Dios para hallar la respuesta.
Marcos 5:24-29 – Fue, pues, con él; y le seguía una gran multitud, y le apretaban. 25 Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre, 26 y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor, 27 cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto. 28 Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva. 29 Y en seguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote.
Estoy seguro que todo el mundo aquí hemos leído estos versículos, ¿verdad? Y temores algunos todos podemos expresar que es un repaso de uno de los milagros de Jesús, ¿verdad? Pero les comento en el día de hoy, que aunque es un repaso de uno de los milagros de Jesús, en ellos existe una enseñanza mucho más honda.
Comento esto porque en estos versículos hallamos una buena representación, de la enfermedad que les comenté. En estos versículos hallamos una buena representación de la condición espiritual de demasiadas personas dentro de la iglesia. Inspeccionemos ahora estos versículos menudamente para establecer si lo que les digo tiene sentido. En este lugar de la historia Jesús ya había realizado milagros, y Sus enseñanzas y popularidad crecían por día. Por donde fuera que Él pasaba, todos los que habían oído de Él venían a conocerle.
Es por eso que en el primer versículo que estudiamos en el día de hoy nos dice: “y le seguía una gran multitud, y le apretaban.” Me vislumbro que la generalidad de las personas en esa muchedumbre fue a verle por fisgoneo. Es decir, fueron para notar si lo que habían escuchado sobre este hombre era realidad.
En verdad esto no es muy distinto a lo que ocurre hoy en día, comento esto porque la gran cantidad de las personas que se evangelizan a Cristo, su primera visita a una iglesia evangélica casi siempre es para compensar un fisgoneo. Este fue el caso aquí, probablemente que dentro de la muchedumbre existían algunos que tenían fe, pero también estoy convencido que la totalidad de los que salieron a verle lo realizaron por curiosear.
Como les exprese hace un instante, en estos versículos hallamos un develamiento de la condición espiritual de varias personas dentro del Cuerpo de Cristo. Expreso esto porque existen diversas personas que tal como está muchedumbre le siguen, pero no le continúan por fe sino para ver lo qué sucede.
La Palabra nos dice “y le seguía una gran multitud” Esto es algo que se halla mucho en las iglesias, topamos que existen excesivas personas que siguen a Cristo, y claro esto es algo muy bueno, este es el primer paso. Pero seguirle simplemente no es suficiente. Dios no apetece que simplemente que sigamos a Cristo, Dios apetece que caminemos a Su lado (Colosenses 3:2-4.)
Pero la totalidad de los creyentes realizan el error de especular que con estrictamente seguirle cumplimos. Varios le siguen por curiosidad, le siguen para observar que sucede, le siguen como comentamos los cubanos, por si las moscas. En si le siguen por múltiples motivos, pero el inconveniente está en que no le siguen con una fe legítima.
Perpetuando con la lectura notamos que nos dice: “Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre, 26 y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor.”
Recapacitemos en esto por unos instantes y veamos si esto también se aplica a la vida de muchas personas. No tenemos que pensar mucho en esto para observar que aquí hallamos la representación de varias personas que todavía no conocen a Cristo, ¿verdad? Pero en estos versículos también hallamos una buena representación de la condición espiritual de muchos piadosos. Recapacitemos en esto por unos instantes y notemos que si lo que les digo tiene sentido.
Estoy confiado que la generalidad de nosotros si no todos, en un lugar de nuestra vida nos hallamos tal como esta mujer. Estábamos al tanto que nos encontrábamos mal, Estábamos al tanto teníamos que realizar algo más; existía un ahuecó en nuestro ser. Tal como esta mujer, indagábamos la solución en las manos del hombre, pero no la hallábamos.
Estoy confiado que muchos de nosotros si no todos frecuentamos por todos los medios tenidos y por haber de localizar un descanso, realizamos de todo lo habido a nuestro alcance, pero las cosas jamás se repararon sino desmejoraron, ¿verdad? Si colocamos nuestra vista en nuestro alrededor, pronto nos tomaremos conciencia de que existen varias personas en este mundo que buscan colmar ese vació que abrigan, pero jamás lo pueden conseguir. Incontables son los que buscan colmar ese vació con las sustancias sicoactivas, con el alcohol, en las religiones, y hasta en los poderes de Satanás.
Pero por mucho que investiguen, la solución jamás será encontrada en ningún lugar de estos. Ninguna de esos sucesos son capaces de colmar el vació que vive en el corazón del hombre. Solo existe un suceso capaz de lograr esto, solo hay una persona en este mundo capaz de concedernos la paz, el amor, y el descanso que tanto se desea, y su nombre es Cristo Jesús (Mateo 11:28; Juan 14:27.) Una vez que le admitimos como nuestro Rey y Salvador personal, Él colma ese vació. El Espíritu Santo emprende a pilotarnos y a proporcionar convicción de pecado, y emprendemos a seguir a Jesús, pero seguirle no es bastante, hemos que marchar con Él.
Observen atentamente un detalle. En estos sucesos observamos que esta mujer conocía exactamente lo que le perturbaba, la Palabra nos dice que ella “padecía de flujo de sangre.” Sin duda alguna logramos ver que ella padecía debido a una condición física, una enfermedad con sintomatologías, pero les comento en el día de hoy que existen demasiados cristianos que tal como esta mujer sufren de una enfermedad no física, sino espiritual. Esta mujer sufría de una perdida, y les comento que existen varios dentro del rebaño de Dios hoy en día que sufren de algo igual.
Existen muchos creyentes que derrochan las bendiciones que Dios otorga sobre Su pueblo, y lo único que pueden hacer es cuestionarse ¿por qué? A ti que te cuestionas ¿por qué? te comento que es porque en tu vida coexiste una perdida. En el asunto de esta mujer notamos que tenía una pérdida de sangre; notamos que padeció de esta aflicción por considerable tiempo.
Hermanos, tal como esta mujer existen diversos creyentes que soportan de una pérdida espiritual, y que han estado soportando por largo tiempo. Es por este mismo motivo que instruyo con periodicidad la importancia de inspeccionar nuestra vida, nuestro modo de ser, nuestro modo de comportarnos, y nuestro modo de pensar. Lo realizo porque si no realizamos esto nunca hallaremos nuestros errores y fallas, nunca hallaremos donde esta nuestra perdida.
Déjenme mostrarles este punto de otra forma. Expresemos que emergemos del templo y vemos que la llanta de nuestro automóvil se encuentra baja de aire. ¿Cuál sería la primera reacción de muchos de nosotros? Si no nos falseamos a nosotros mismos, yo comentaría que lo primero que realizaríamos es acercarnos a la gasolinera más pronta y le proporcionaríamos aire y proseguiríamos nuestro camino, ¿verdad?
Entonces, ¿qué ocurre? Puede ser que alcancemos a nuestro destino sin problema, puede ser que todo supuestamente estará bien, pero tarde o temprano la llanta se quedara totalmente sin aire. Perderá totalmente el aire porque jamás sacamos el tiempo de buscar el lugar por donde se sale, jama sacamos el tiempo de arreglarlo. Puede ser una cosa lenta, pero tal como puede ser un proceso que demore también puede ser una cosa instantánea.
Puede ser que estemos en camino y de repente se pinche la llanta, perdamos control instantáneamente del vehículo y nos suceda un accidente. ¿Comentarían ustedes que esto puede ocurrir? ¿Le ha ocurrido a alguien alguna vez? Pero, ¿por qué ocurrió? ocurrió porque no se sacó el tiempo de arreglar el lugar por donde salía el aire cuando se contó con la oportunidad.
Sé que ya deben estarse comentando, muy bien pastor inspeccionaremos las llantas de nuestros carros en cuanto nos vallamos. Pero no les he llegado a impartir una clase de mecánica, hoy estamos inspeccionando nuestra vida espiritual. ¿De qué hueco les hablo entonces? Les estoy diciendo sobre del hueco que existe en la vida de demasiadas personas, el hueco que es el pecado.
Así como en el caso del neumático, si no registramos donde está el pecado en nuestra vida, si no registramos donde está la falta en nuestro encargo con Dios, casualmente llegara el instante cuando nos hallaremos vacíos espiritualmente. Puede ser que intentemos de llenar el vació asistiendo a la iglesia una vez por semana, puede ser que intentemos de llenar el vació asistiendo a la iglesia dos veces por semana, pero eso no es el procedimiento, eso es solo religiosidad. Ahora, no me vayan interpretar mal, concurrir a la iglesia es algo bueno, y a eso estamos citados.
Cuando concurrimos a la iglesia, y participamos con nuestros hermanos, cuando ensalzamos a Dios de un mismo corazón, y cuando oímos Su santa y divina palabra somos colmados nuevamente. Es decir, es como lo que realizamos con el carro cuando fuimos a la gasolinera más pronta y le inyectamos aire al neumático. Cuando vamos a la iglesia cogemos una ampolla temporal, pero aquí está el inconveniente, en esta pequeña palabra “temporal.”
La verdad del caso es que si no componemos el problema, tarde o temprano nos vamos a ver en un camino desamparado y tenebroso, nuestra vida espiritual pinchada. Si no reparamos el hueco tarde o temprano, cuando menos lo pensemos, todo a nuestro alrededor se vendrá en picada, y nuestra familia, amistades, esposo, esposa, hijas, hijos, todo pero todo será afectado por el efecto colateral.
¿Cómo podemos reparar el salidero antes de que esto ocurra? Observemos bien lo que hizo esta mujer, aquí para hallar la respuesta a esta pregunta. La Palabra de Dios nos dice: “cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto.” En este pequeño versículo existen tres pasos a seguir muy importantes.
Primero, ella “oyó hablar de Jesús.” Les indago, ¿cuántos han escuchado que Cristo es la solución? Pero la interrogación más embarazosa a contestar es ¿cuántos están convencidos de que Él es la solución? Muchos de nosotros hemos escuchado de Cristo, escuchamos y escuchamos, pero en realidad no oímos. Escuchamos y escuchamos pero no estamos seguros. Este es un hueco que existe en la vida de demasiado. Varios son los que no están totalmente convencidos que Él es la solución. Así que el primer paso es estar totalmente convencido de que Él es la solución. Tenemos que arrinconar toda duda (Mateo 21:21.)
Segundo, aquí leemos que ella “vino por detrás entre la multitud.” Es decir, ella hubo que abrirse vía entre la muchedumbre que la apartaba de Jesús. No sé a cuantos le ha debido realizar esto, no sé a cuantos les ha debido abrirse paso entre una gran multitud, pero les puedo decir que no es nada fácil. No hay nada más irritable que tratar de llegar a un punto determinado y que demasiadas personas estén metidas y no quieran moverse. Estoy completamente seguro que este fue el caso acá.
Estoy completamente seguro que ella no dijo “me regalan un permiso por favor” y todos se retiraron a un lado y le abrieron paso. Estoy completamente seguro que ella tuvo que abrirse paso a empujones, codazos y pisotones. Estoy completamente seguro que no le fue nada sencillo, tuvo que pelear y forcejear todo el trayecto hasta acercarse a Él.
Existen demasiados que se hallan mirando a Jesús de lejos sin poder acercarse a Él. Es por eso que debemos inspeccionarnos e indagarnos, ¿qué muchedumbre nos aparta a nosotros de Jesús? Muchos son lo que le observan, y le oyen a través de Su santa y divina Palabra, pero no logran acercarse a Él. Pero, ¿por qué no?
No logran acercarse a Él porque existen dificultades que se tienen que superar; no logran acercarse a Él porque existen muros que se tienen que destrozar; no logran acercarse a Él porque existen paredes reforzadas que tienen que ser demolidas; no logran acercase a Él porque existen muchedumbres que hay que cruzar. Esto fue puntualmente lo que realizo está mujer cuando ella “vino por detrás entre la multitud.” Lamentablemente no todo creyente tiene este valor. No todo creyente está preparado a realizar como esta mujer. No todo creyente está preparado a empujar todo a un lado. No todo creyente está preparado a abrirse un paso derecho y recto a Jesús. Pero es esto mismo lo que se tiene que realizar.
Para poder dominar tenemos que colocar de nuestra parte (Santiago 4:7.) Tenemos que recapacitar en nuestra vida, y hallar los fallos. Tenemos que apartar todo a un lado y abrirnos el paso hacia donde Él se halle. No es bastante seguirle, tenemos que marchar a Su lado (Isaías 55:7.) Pero para lograr marchar a Su lado primero debemos que abrirnos el camino. Tenemos que abrirnos paso por medio de esa muchedumbre que nos aparta, esa muchedumbre de espíritu religioso, esa muchedumbre de vicios, esa muchedumbre de rencores, esa muchedumbre de celos (Proverbios 3:6; 16:25.)
Tenemos que abrirnos paso por medio de esa muchedumbre de cosas que el contrario ha puesto y continúa colocando entre nosotros y Dios. Continua porque su gran aspiración y misión es la de apartarnos de la voluntad de Dios, su gran aspiración es de no dejar que se nos otorguen las bendiciones de Dios. Creo que si nos ponemos a contar todas las cosas que se pueden presentar como inconveniente en nuestra vida espiritual para apartarnos de la voluntad de Dios, nunca podríamos acabar. Entonces el segundo paso a seguir es inspeccionar que nosotros mismos tenemos algo que realizar. Tenemos que inspeccionarnos y ver lo que nos aparta a nosotros individualmente, y excluirlo de nuestra vida.
Tercero, leemos que ella “tocó su manto.” Pero, ¿cómo lo toco? La Palabra aquí nos dice: “Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva.” Es decirlo le toco totalmente convencida, lo toco conociendo que Él le sanaría. ¿Cuál fue la consecuencia de su fe? “Y en seguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote.” Con solo tocar Su manto ella quedo totalmente sana. Con solo tocar Su manto esa desolación de la cual sufrió por tantos años quedo totalmente sanada. Así que el tercer paso a seguir aquí es acercamos a Su santa y divina presencia confiadamente (Hebreos 4:16.)
Para concluir
Lamentablemente, existen varios en el cuerpo de Cristo que se hallan en el mismo contexto que se hallaba esta mujer. Existen varios que se hallan tolerando y penando, indagando y tratando, pero las cosas no les van nada bien. Existen varios en el Cuerpo de Cristo que padece a causa de una perdida, una obra perdida por el pecado y o falta de fe. Esta es la sufrimiento de la soportan muchos, la enfermedad la cual soportan sin poder hallar solución.
Pero en el día de hoy les comento que Cristo está presente. Él está acá para curar tu espíritu, Él está acá para excluir tu dolor, Él está acá para que hoy tomes las bendiciones que el Padre tiene para ti. No le consientas al enemigo que ponga una muchedumbre en la mitad. No pongas en tela de juicio que Él está presente, se valiente y cruza por la mitad de las circunstancias, se valiente y ábrete paso, acércate a Él toca Su manto y serás curado.
© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.