¿Qué haces ahí en el suelo?

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Predicas cristianas predica de hoy: ¿Qué haces ahí en el suelo?

Predica cristiana lectura bíblica de hoy: Josué 7:10 (Ver también versión DHH)

Introducción 

Todos queremos ser vencedores y conquistadores, y es porque en nuestra esencia llevamos la capacidad de avanzar y de surgir. A nadie le gusta la derrota, por el contrario, cuando emprendemos algo queremos obtener los mejores resultados.

Nadie dice: “Voy a comenzar un nuevo negocio porque seguro lo arruinaré”. En el fondo queremos que todo nos salga bien y saborear el éxito. Sin embargo, no siempre las cosas salen como las anhelamos.

Hay momentos en que las situaciones cambian el rumbo esperado dando un giro de 180º y en la mayoría de los casos no estamos preparados para enfrentar esos inesperados resultados. Es allí donde podemos sentirnos defraudados, angustiados, decepcionados y hasta frustrados, es allí donde sentimos que nuestra vida se viene abajo y nos caemos emocional y espiritualmente… Es allí donde nos sentimos como Josué derrotado y sin esperanza, y hasta culpando a Dios.

Experimentar la derrota o afrontar resultados inesperados nos pueden hacer sentir que estamos en el suelo, que “hemos tocado fondo”, que hay fango bajo nuestros pies y en cualquier momento nos podemos terminar de hundir, y esta sensación nos puede llevar a “tirarnos al suelo”, “tirar la toalla de la vida” y sentir que ya no hay salida.

I. Dios siempre nos anima

“…Y Jehová dijo a Josué: Levántate; ¿por qué te postras así sobre tu rostro?..” (Josué 7:10)

Analicemos brevemente la vida de Josué: Fue un gran guerrero, valiente, esforzado, lleno de fe, que siempre creyó a Dios y mantuvo buen ánimo en muchas etapas difíciles de su vida, sin embargo, en este momento experimenta la derrota por la batalla que acaba de perder contra Hai. El desánimo se apodera de él, rompió sus vestidos y se echó a llorar en el suelo todo el día. Es aquí donde Dios le dice: “Levántate, qué haces ahí en el suelo”.

Es normal sentirnos desanimados o sin esperanza por momentos o por circunstancias difíciles, pero no es normal que estos sentimientos se hagan parte de nuestra vida, no es bueno que una situación inesperada nos paralice y no nos deje pensar o actuar. Dios comprende que podamos entristecernos, desilusionarnos y desanimarnos porque a veces las cosas no salen como esperábamos, pero Dios no quiere que esto nos lleve a permanecer en el suelo.

Existe un proverbio ruso que dice: “Caerse es opcional, pero levantarse es obligatorio”. Y para el cristiano más aún porque hay grandísimas promesas de parte de Dios que nos animan a creer que Él siempre nos fortalece, nos muestra nuevos caminos, nos brinda Su diestra de poder para levantarnos y proseguir a la meta del supremo llamamiento.

Dios siempre nos da una palabra de ánimo y esperanza. Como hijo de Dios puedes reconocer Su voz porque Él siempre te animará. Dios cree en ti, Él nos ama y nos consuela, nos fortalece en nuestras debilidades y nos da nuevas oportunidades aún si hemos cometido errores.

Aunque tu familia, tus amigos o aún tus propios pensamientos te desanimen, Dios siempre te mostrará un camino nuevo de bendiciones y te dirá: Levántate, estoy contigo, no temas, debes alzar tu cabeza y ver lo que tengo para ti… Todo lo contrario no proviene de él. Hoy Dios te recuerda: “Muy amado, no temas; la paz sea contigo; esfuérzate y aliéntate” (Daniel 10:19).

II. Tu lugar no es el suelo, tu lugar son las alturas

Desde la creación de los primeros seres humanos, Dios nos bendijo y nos puso por sobre toda la Creación, nos hizo a su imagen y semejanza, y puso en nosotros muchos de sus atributos. Su bendición incluyó el llevar siempre fruto, el multiplicarnos y el gobernar.

En el diseño de Dios fuimos creados para gobernar, para vivir en deleite (el Edén), para ser felices y para estar en lugares de altura al lado de nuestro Señor.

Por esta razón es importante entender que el suelo no es nuestro lugar, la derrota no está en nuestro diseño porque Él nos hizo para gobernar y estar en las alturas.

Para proseguir en medio de toda circunstancia debemos cobrar ánimo y entender esta gran verdad: Nuestro diseño original es la bendición y la multiplicación, nuestro lugar es la grandeza y el gobierno, nuestra mirada debe enfocarse en lo eterno y lo sobrenatural. Esta es nuestra esencia transmitida por ese Espíritu vivificador que recibimos por medio de Cristo Jesús.

No creas a la circunstancias, no creas a las voces que te llevan a más desánimo y a no ver la salida, cree la Palabra de Dios que te dice todos los días: “Levántate, tu lugar no es el suelo, tu lugar no es la cama, tu lugar no es el desánimo, tu lugar no es la derrota”.

Cada circunstancia por difícil que sea es pasajera, todo en la vida son etapas que pasan y vienen otras, así que visualiza las promesas de esperanza de Dios y aférrate a ellas. Levanta tu cabeza, alza tu mirada y recobra nuevas fuerzas en Dios.

“…Dios es el que me ciñe de poder, Y quien hace perfecto mi camino; Quien hace mis pies como de ciervas, Y me hace estar firme sobre mis alturas; Quien adiestra mis manos para la batalla, Para entesar con mis brazos el arco de bronce…” (Salmos 18:32-34). Te invito para que creas cada palabra de esta porción del Salmo 18, es Dios quien nos da fuerzas para que nuestro camino sea perfeccionado y hace nuestros pies ligeros, es decir, podemos caminar sin cargas y además nos entrena para salir victoriosos… ¡Qué grandioso es nuestro Dios!

III. No tengas miedo ni te preocupes

Ni el temor ni la preocupación vienen de parte de Dios. Más bien ocúpate en lo que sí te corresponde como el esfuerzo, el planificar tus metas, el trabajar, el buscar de Dios, pero la preocupación, aquella que nos lleva a desfallecer y a quebrantar nuestro ánimo, eso no te corresponde.

Es muy difícil caminar con temor y preocupación porque ellas nos llevan a la angustia y nos consumen las fuerzas, es como nadar en contra de la corriente y no avanzar, terminamos en el mismo punto pero sin fuerzas, y finalmente nos ahogaremos.

“…Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros…” (1 Pedro 5:7). Las ansiedades, las preocupaciones y las cargas debemos llevarlas delante de Dios y dice la Palabra que cuando las llevamos a su presencia entonces Él tiene cuidado de nosotros.

¡Qué gran promesa! ¡Él tiene cuidado de ti y de mí! Toda ansiedad se desvanece cuando podemos confiar en el cuidado de Dios, en que como buen Padre toma nuestra mano, allana nuestro camino y aún envía ángeles para que nuestro pie no tropiece en piedra.

La preocupación y el temor no están en nuestra nueva genética divina, es sólo una ilusión que intenta tocarnos y engañarnos, pero la verdadera fe nos lleva a confiar en que es Dios quien tiene cuidado especial de nosotros.

CONCLUSIÓN

Hoy Dios nos recuerda que nuestro lugar no es el suelo. Si hemos caído en la desesperanza, la decepción o el desánimo en alguna área de nuestra vida, tenemos que recordar quiénes somos y a quién le pertenecemos y levantarnos en el nombre de Jesucristo. Esta es nuestra obligación.

Muchas cosas dependen de nosotros, de nuestras decisiones, hay trabajo dependiendo de nosotros, hijos dependiendo de nosotros, familias y aún nuestro país depende de nosotros. No es tiempo ni momento para perderlo en el suelo lamentándonos, llorando, angustiándonos.

Levantémonos voluntariamente con fe en cada promesa de Dios y veremos un destino diferente para nosotros y para nuestras generaciones porque así Dios lo ha prometido.

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