Llévalos a las aguas

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Una gran realidad acerca de estos tiempos en que vivimos es que existe una gran incertidumbre acerca del futuro. La economía y el bienestar de muchos, sino de todos, está sufriendo por devastadoras circunstancias, pero más impórtate aún, la fe de un gran porcentaje de personas está siendo influenciada o desviada por aquellos que buscan justificar acciones que no edifican al pueblo de Dios, sino que destruyen la base fundamental y fibra moral del creyente.

Una gran realidad es que el verdadero creyente, es decir, todo aquel que busca hacer lo que es correcto ante los ojos de Dios en todo momento, somos una minoría.

Como les dije la semana pasada, existen numerosos cultos o religiones que han adoptado la herejía como la verdad de Dios, y de forma alarmante acosan al verdadero creyente para tratar de persuadirles a cambiar la verdad por la mentira. Así que la pregunta que debemos hacernos es: ¿qué tiene que hacer un verdadero creyente para evitar caer en ésta trampa?

Para contestar ésta pregunta hoy vamos a estudiar un breve momento fundamental en la vida de Gedeón, que fue el momento que produjo una victoria total sobre las fuerzas del enemigo, quien buscaba mantener al pueblo de Dios encerrado en la incertidumbre de su futuro, y quien le robaba la prosperidad y bendiciones que Dios deseaba que ellos tuviesen. Así que pasemos ahora a la Palabra de Dios y estudiemos un acontecimiento histórico que nos contestará nuestra pregunta.

Jueces 7:4-8Y Jehová dijo a Gedeón: Aún es mucho el pueblo; llévalos a las aguas, y allí te los probaré; y del que yo te diga: Vaya éste contigo, irá contigo; mas de cualquiera que yo te diga: Este no vaya contigo, el tal no irá. 5 Entonces llevó el pueblo a las aguas; y Jehová dijo a Gedeón: Cualquiera que lamiere las aguas con su lengua como lame el perro, a aquél pondrás aparte; asimismo a cualquiera que se doblare sobre sus rodillas para beber. 6 Y fue el número de los que lamieron llevando el agua con la mano a su boca, trescientos hombres; y todo el resto del pueblo se dobló sobre sus rodillas para beber las aguas. 7 Entonces Jehová dijo a Gedeón: Con estos trescientos hombres que lamieron el agua os salvaré, y entregaré a los madianitas en tus manos; y váyase toda la demás gente cada uno a su lugar. 8 Y habiendo tomado provisiones para el pueblo, y sus trompetas, envió a todos los israelitas cada uno a su tienda, y retuvo a aquellos trescientos hombres; y tenía el campamento de Madián abajo en el valle.

Como siempre digo, para tener un mejor entendimiento del mensaje que Dios tiene para nosotros en el día de hoy, nos será necesario hacer un breve repaso de historia. El libro de Jueces describe un tiempo bien triste en la historia de Israel. Ellos no tenían un rey y cada tribu hacia tal como le parecía[1].

Cuando tomamos el tiempo de analizar el libro completo, pronto encontramos que éste pueblo estaba atravesando por momentos difíciles; ellos sufrieron por un periodo de siete años en las manos de los madianitas debido a que ellos se habían apartado de los caminos de Dios. Esto es algo que queda extremadamente claro en Jueces 2:20-21 cuando leemos: “Y la ira de Jehová se encendió contra Israel, y dijo: Por cuanto este pueblo traspasa mi pacto que ordené a sus padres, y no obedece a mi voz, 21 tampoco yo volveré más a arrojar de delante de ellos a ninguna de las naciones que dejó Josué cuando murió”.

Y también en Jueces 6:1 cuando leemos: “Los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos de Jehová; y Jehová los entregó en mano de Madián por siete años.” ¿Qué fue lo que hicieron ellos? Éste pueblo que Dios había apartado, éste pueblo que Dios había elegido, ignoro los mandamientos, y regresaron a la idolatría. Así que la rebeldía e idolatría que ellos desarrollaron, fue lo que produjo que ellos tuviesen que atravesar por momentos difíciles.

Es más, la opresión y el sufrimiento por el que tuvieron que atravesar fue tan severo, que para poder vivir tuvieron que esconderse. Éste pueblo que debía estar viviendo grandemente bendecido se vio obligado a vivir en cuevas y cavernas para poder sobrevivir.

Los madianitas les rodeaban y le robaban todo lo que tenían.

Esto es algo que queda claramente declarado en Jueces 6:2-4 cuando leemos: “Y la mano de Madián prevaleció contra Israel. Y los hijos de Israel, por causa de los madianitas, se hicieron cuevas en los montes, y cavernas, y lugares fortificados. 3 Pues sucedía que cuando Israel había sembrado, subían los madianitas y amalecitas y los hijos del oriente contra ellos; subían y los atacaban. 4 Y acampando contra ellos destruían los frutos de la tierra, hasta llegar a Gaza; y no dejaban qué comer en Israel, ni ovejas, ni bueyes, ni asnos.”

Yo estoy seguro que ellos trataron de defenderse, que ellos trataron de esquivar los ataques, pero debido al gran número del enemigo, éste pueblo no pudo lograr nada hasta que nuevamente se volvieron a Dios. Esto es algo que queda bien reflejado en Jueces 6:5-6 cuando leemos: “Porque subían ellos y sus ganados, y venían con sus tiendas en grande multitud como langostas; ellos y sus camellos eran innumerables; así venían a la tierra para devastarla. 6 De este modo empobrecía Israel en gran manera por causa de Madián; y los hijos de Israel clamaron a Jehová.”

Las Palabras claves aquí son: “los hijos de Israel clamaron a Jehová.” ¿Por qué es necesario saber estos breves detalles? Es necesario saber estos detalles porque en ellos encontramos la base sobre la que edificaremos en el día de hoy. En éste breve repaso histórico encontramos tres detalles que el pueblo de Dios debe siempre tener muy en mente, ya que como dice el refrán:

“aquellos que ignoran los errores del pasado, están condenados a repetirlos.”

Número uno; encontramos que el pueblo de Dios de ese entonces estaba atravesando por momentos de incertidumbre, no muy diferentes a los que estamos atravesando nosotros hoy en día. El enemigo les rodeaba y buscaba destruirles.

Número dos; encontramos que al igual que hoy en día, la fuerza del enemigo era superior en número a éste pueblo.

Número tres; que cuando ellos se volvieron a Dios nuevamente, Él fue quien les entregó la victoria total sobre toda fuerza del enemigo.

Así que manteniendo esos detalles en mente, continuemos ahora con nuestro estudio de hoy.

Lo primero que encontramos aquí es que se nos dice: “Y Jehová dijo a Gedeón: Aún es mucho el pueblo; llévalos a las aguas, y allí te los probaré; y del que yo te diga: Vaya éste contigo, irá contigo; mas de cualquiera que yo te diga: Este no vaya contigo, el tal no irá. 5 Entonces llevó el pueblo a las aguas; y Jehová dijo a Gedeón: Cualquiera que lamiere las aguas con su lengua como lame el perro, a aquél pondrás aparte; asimismo a cualquiera que se doblare sobre sus rodillas para beber. 6 Y fue el número de los que lamieron llevando el agua con la mano a su boca, trescientos hombres; y todo el resto del pueblo se dobló sobre sus rodillas para beber las aguas.”

En realidad aquí encontramos la respuesta a nuestra pregunta del día de hoy, pero antes de proceder al punto principal, primero debemos saber que cuando Gedeón primero hizo el llamado para reunir un ejército, él reunió un ejército de 32,000 soldados. Pero Dios le instruyo a que eliminare la mayor parte de ésta fuerza, e inicio todo deshaciéndose de los temerosos o cobardes.

Esto es algo que queda bien claro en Jueces 7:2-3 cuando leemos: “Y Jehová dijo a Gedeón: El pueblo que está contigo es mucho para que yo entregue a los madianitas en su mano, no sea que se alabe Israel contra mí, diciendo: Mi mano me ha salvado. 3 Ahora, pues, haz pregonar en oídos del pueblo, diciendo: Quien tema y se estremezca, madrugue y devuélvase desde el monte de Galaad. Y se devolvieron de los del pueblo veintidós mil, y quedaron diez mil.” ¿Por qué comenzó con los cobardes?

Comenzó por los cobardes porque el cobarde nunca podrá confiar en Dios absolutamente; el cobarde siempre tendrá duda; el cobarde siempre será detenido de triunfar por el temor. Ahora bien, como podemos ver en estos versículos, de los 10,000 hombres que le quedaron a Gedeón no todos fueron elegidos para confrontar al enemigo.

Dios mando que él les probara llevándoles a las aguas a beber, y a consecuencia 9,700 hombres adicionales fueron eliminados del ejército. Hermanos, Gedeón finalmente se enfrentaría en contra de este gran ejercito con solo 300 hombres. ¿Por qué estos 300 solamente? La respuesta a ésta pregunta y a la pregunta que hicimos al inicio yace en la manera que ellos tomaron el agua. Permítanme explicarles esto de otra manera para que entiendan bien lo que les estoy diciendo.

Como todos sabemos, el cuerpo humano está mayormente compuesto de agua, es decir de un 50-70%, así que el agua es algo imprescindible en la vida de toda persona.

Pruebas científicas han comprobado que una persona puede vivir de cuatro a seis semanas sin alimento, pero solo puede vivir de ocho a catorce días sin agua; por supuesto todo esto depende de las condiciones climáticas e internas de la persona, lo que quiere decir que el número de días que una persona puede vivir sin agua puede ser drásticamente reducido. Algunos nutricionistas y médicos dicen que vivir sin agua por una semana es simplemente un milagro. ¿Por qué les he dicho esto?

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José R. Hernández
Pastor jubilado de la iglesia El Nuevo Pacto, en Hialeah, FL. Graduado de Summit Bible College. Licenciatura en Estudios Pastorales, y Maestría en Teología.

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