Nada que dar

Es nuestra responsabilidad de hablar y decirles que quizás personalmente no tengamos la respuesta a su dilema, pero si queremos darles algo que tenemos, queremos darles el amor de Cristo. Estoy seguro que si nos ponemos a pensar podremos recordarnos por lo menos del nombre de una persona cual sabemos que esta deshabilitada y pidiendo limosnas en la puerta.

Pero puede ser que estemos pensando que no tenemos nada que darles, pensando que esa persona no quiere oír lo que tenemos que decir, que no quiere oír la palabra de Dios de Dios, entonces simplemente le pasamos por su lado e invocamos el derecho de permanecer en silencio.

¿Por cual puerta pasamos nosotros todos los días e ignoramos a los que piden limosnas? Tenemos nuestros trabajos, amigos, familiares etc. Pasamos por estas puertas pero no reconocemos a los que están deshabilitados pidiendo limosnas, fallamos y no hacemos como hicieron Pedro y Juan.

Fallamos y no decimos “mírennos a nosotros, fuimos iguales que ustedes, pero fuimos sanados.” “Déjenme darles la solución a su problema, déjenme decirles como Dios me sano a mi.” Dios quiere usarnos para hacer su voluntad. Él nos provee con las oportunidades en todo tiempo.

Los estudios bíblicos nos dejan saber que en este caso Dios hizo un milagro a través de Pedro y Juan. Lo ultimo que este hombre que estaba sentado allí se imagino fue que el seria sanado en ese día. El solamente estaba sentado allí para recoger un poco de dinero para poder vivir, pero Dios le dio mucho más.

Dios lo sano físicamente para que nunca más tuviese que pedir limosnas. Dios ha hecho lo mismo con nosotros. Cuando le invitamos ha que entrara en nuestras vidas Él nos sano, Él entro y todo empezó a cambiar, empezó a tomar control. En tiempos pasados, nosotros éramos cojos y deshabilitados, pero ahora caminamos en Cristo Jesús.

Antes teníamos preocupaciones, pero ahora hemos aprendido a confiar en nuestro Señor. Hemos aprendido que solo Él controla lo que sucede, y que solo Él nos puede proteger. Hemos aprendido a poner toda nuestra confianza en Dios cual quiere decir que ya no somos cojos y deshabilitados.

La palabra de Dios aquí nos dice: “Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos; y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios.” Este hombre obviamente estaba muy contento con lo que Dios había hecho por él. ¿A caso no estuviéramos contento alguno de nosotros si estuviésemos deshabilitados pero ahora podíamos caminar?

Estoy seguro que todos los que estamos aquí hiciéramos lo mismo, saltaríamos y alabaríamos a Dios. Estoy aquí en el día de hoy para decirles que Él ha hecho lo mismo con cada uno de nosotros. Éramos cojos y deshabilitados pero Él nos ha sanado.

Pasamos de los sufrimientos y tristezas al gozo y alegría. Nosotros fuimos sanados al igual que ese hombre. ¿A qué me refiero cuando digo el gozo y alegría? Me refiero al gozo de saber que algún día estaremos reunidos con nuestro Señor Jesucristo, me refiero a la alegría cual es el saber que ya no vivimos en el reino de las tinieblas, sino en el Reino de Dios.

Quizás personalmente no tengamos lo que una persona este buscando, pero si tenemos la respuesta a todo sufrimiento. Puede ser que no podamos proveerles con una solución a su situación de inmediato, pero podemos proveerles con el mensaje de salvación. Porque la salvación no se puede comprar con todo el oro y plata en el universo.

Para concluir. Les pregunto de nuevo: ¿tenemos nosotros el derecho de permanecer en silencio? Nosotros tenemos el poder dado por Dios de hacer mucho más. No estamos llamados a permanecer en silencio, estamos llamados a llevar la palabra de Dios de Dios.

Tenemos las respuestas, tenemos las soluciones, tenemos lo que están buscando los deshabilitados. Como cristianos no tenemos el derecho de permanecer en silencio, si este fuese el caso ninguno de nosotros estuviéramos aquí hoy.

Es nuestra responsabilidad de darnos cuenta de las oportunidades que nuestro Señor nos provee para predicar su Reino aquí en la tierra. Es nuestra responsabilidad de buscar y ayudar a los cojos y limosneros que viven en el mundo.

Es nuestra responsabilidad de introducirles a la verdadera y única solución a sus problemas. Es nuestra responsabilidad de orar por todas esas almas. Recordemos que cuando oramos con un corazón puro y llenos de fe, Él Padre nos escucha (1 Pedro 3:12).

© 1999, Jose R. Hernandez. Todos los derechos reservados. 

Predicas Biblicas.. Predicaciones Cristianas

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José R. Hernández
Pastor jubilado de la iglesia El Nuevo Pacto, en Hialeah, FL. Graduado de Summit Bible College. Licenciatura en Estudios Pastorales, y Maestría en Teología.

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