El orgullo aleja a Dios de nuestra vida

III. Dios y la humildad

A. Dios da gracia al humilde. Proverbios 3:34.
B. Dios guía a los humildes. Salmo 25:9
C. Dios atiende al humilde. Salmo138:6
D. Dios exalta al humilde. Salmo 147:6

IV. ¿Cómo ejercitar la humildad?

A. No tener un concepto superlativo de nosotros mismos.

La humildad tampoco consiste en andar con apariencias falsas. Hablar de lo que sabemos hacer, de cómo somos y qué hemos aprendido en esta vida es una manera práctica de conocernos a nosotros mismos. De esta forma será más fácil elaborar un concepto sobre cómo somos como personas.

B. Ver a los demás como superiores a nosotros. Filipenses 2:3

Esto no significa que debamos tener algún tipo de complejo de inferioridad, no. Se trata de no ver al prójimo como si yo fuese mejor que él, pues todos somos iguales ante Dios. Aquí juega un papel muy importante el amar al prójimo como a nosotros mismos.

C. Aceptar la corrección. Job 5:17

D. Humillarnos ante Dios para que sea él quien nos exalte y no nosotros a nosotros mismos. Santiago 4:10.

Conclusión

Jesús es el ejemplo máximo de humildad. Todos hemos aprendido que él siendo el rey del universo y con todo a su disposición, decidió humillarse para venir a morar con el hombre. Quien a propósito lo recibió mal desde su propio nacimiento, y le entregó su tiempo, sanidad de muchas enfermedades, liberación, resurrección de muertos y lo más importante, la salvación de nuestras almas.

Jesús nos da ejemplo en todo. Hoy quizá al leer mensajes cristianos como estos usted diga ‘sí, eso ya lo sé’, la pregunta es, ¿lo está viviendo? ¿Lo estoy viviendo?

El reino de los cielos es para los humildes, así que debemos ejercitar este principio para hallar gracia ante Dios.

© Gabriel González. Todos los derechos reservados.

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Gabriel González

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