Debemos obedecer a Dios

Cuando obedecemos a Dios lo glorificamos. Pues aquel que cumpla Su voluntad entrará al Reino de los Cielos. Ser necios a la palabra de Dios nos traerá castigo pues nos alejamos de Su voluntad y caemos en pecado.

Lo que quiere el enemigo, lo que quiere el demonio, es que desobedezcamos a Dios. Eso intenta hacerlo siempre, tentándonos para caer en el pecado, para cometer malos actos y para no cumplir su palabra.

Pero no podemos dejarnos influenciar. Debemos saber reconocer al enemigo que nos aleja de la Gloria. Debemos ser fuertes, resistirnos y enfrentarlo (Santiago 4:7). Recordemos que con Dios somos más fuertes que cualquier daño, o maldad que nos quieran hacer (Romanos 8:28-39). La fe es suficiente para derrotarlos.

Debemos actuar con obediencia

Si decimos amar a Dios debemos actuar con obediencia. Pero la obediencia plena, no a medias. Dios se manifiesta y se revela con el hombre obediente porque es quien le muestra amor y fe.

La obediencia a Dios es un llamado que no podemos ignorar (1 Reyes 2:3). Es una muestra de la confianza que tenemos en Él, que todo lo que nos pida lo cumplamos ciegamente, ya que vendrán bendiciones para nosotros.

Debemos conocer a Dios para entender Su bondad y misericordia. Cuando le conocemos bien no habrá forma de desobedecerle. Debemos entender que Dios tiene planes para nuestras vidas (Jeremías 29:11).

Él sabe muy bien lo que necesitamos (Mateo 6:8). Así que permitamos con la obediencia que Él desarrolle su plan en nosotros, actuemos conforme a Dios y veremos toda su Gloria.

Conclusión

Seamos fieles siervos de Dios. Cuando obedecemos a Dios nos convertimos en sus siervos. No esperemos más, y dediquemos nuestras vidas a la obediencia y cambio.

Transformemos nuestras vidas al servicio de Dios. Él siempre nos mostrará el camino correcto de la verdad y la vida, que siempre es la consagración de nuestros actos a la obediencia y a nuestra alianza con Dios.

La obediencia es un gesto de esperanza, de creer en la salvación, de querer un cambio profundo en nuestras vidas. La obediencia es un gesto de apasionarnos por Dios, sus obras y querer estar en paz con nuestro espíritu dejando atrás el pecado y las influencias malignas que nos persiguen.

Cuando obedecemos a Dios nos alejamos esa maldad, y nos acercamos a la Gloria del Reino de los Cielos. Sigamos los mensajes cristianos y acerquémonos a Dios.

La obediencia es una acción esencial para la salvación, que compenetra al hombre con Dios, que lo hace puro, que limpia su corazón y que lo une a Dios.

Seamos obedientes y motivemos a los demás a serlo. Si todos obedeciéramos a Dios, la felicidad fuese infinita, nada malo ocurriría. Pero cuando desobedecemos a Dios nos alejamos de su voluntad, y no somos glorificados.

Dejemos que Dios haga su obra en nosotros, Permitamos que nos transforme y nos colme de bendiciones. Sólo su palabra salva, y solo el cumplir con Su voluntad nos hará dignos de la vida eterna,.

Conozcamos a Dios y dediquemos todo nuestro tiempo a servirle. Seamos siervos útiles de Dios, y las bendiciones, la felicidad, la abundancia sorprenderá en nuestro hogar, en nuestro trabajo y en cualquier lugar donde nos encontremos.

© Eduardo Marin. Todos los derechos reservados.

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Eduardo Marin

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