¿Por qué nos ofendemos?

Luis David Meza

¿Por qué nos ofendemos?

¿Por qué nos ofendemos? | Predicas Cristianas

INTRODUCCIÓN

La semana pasada comenzamos una nueva serie de mensajes acerca del poder destructivo de la ofensa. Conocimos que la ofensa es una trampa de satanás y como trampa tiene los dos elementos esenciales de una trampa: Está bien escondida y tiene una carnada atractiva para la víctima.

Entendimos que una persona ofendida va a generar muchos frutos desagradables para ella y para las personas que estén a su alrededor: Dolor, enojo, ira, celos, resentimiento, pleitos, contiendas, amargura, odio, envidia, murmuración, quejas, juicios y mucho más, lo que se demostrará con: insultos, ataques, heridas, divisiones, separaciones, relaciones rotas, traiciones y personas que se apartan del Señor, terminando en divorcios, problemas entre padres e hijos, hermanos que se dejan de hablar por años o para siempre, familias e iglesias divididas y personas que dejan de buscar a Dios y regresan al mundo, arriesgando perder la vida eterna.

Es de entender que la ofensa lastima el amor a Dios, pues no se le puede expresar amor al prójimo por quien la persona se siente ofendida.

La trampa de la ofensa se esconde en el fondo del corazón de la gente, tras el velo de una “normalidad”, de que así son las relaciones humanas y la carnada atractiva es un sentimiento de auto protección, movido por el orgullo, que hace que la persona ofendida se sienta injustamente tratada, se considere una víctima y por lo tanto justifica sus acciones de venganza, represalia, desprecio, menosprecio o abandono, siendo todas estas contrarias a las enseñanzas de amor y perdón que Dios nos dejó en su palabra y por las que Jesús murió en la cruz. Vamos a introducirnos a este segundo mensaje de la serie. Tenemos que erradicar de nuestra vida la ofensa, y eso no dependerá de que no haya quien nos ofenda, sino de que nosotros no caigamos en la trampa de ofendernos.

Hoy vamos a conocer la razón del porque caemos en la trampa de la ofensa, de aquí que el mensaje de hoy lleva por título: Entendiendo por qué nos ofendemos.

I. LA FALTA DE MADUREZ

La respuesta es muy sencilla, lo que nos lleva a caer en la ofensa es la falta de madurez espiritual.

Romanos 8:14-16 “ Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. 15 Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! 16 El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.”

Aquí podemos ver dos momentos diferentes en la vida de un cristiano: Cuando nacemos y cuando somos guiados.

Y la Escritura usa dos palabras diferentes para la palabra hijo. Una, cuando dice que hemos recibido el espíritu de adopción y el Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos, aquí la palabra griega original para hijo es la palabra teknon, que hace referencia a quien es hijo por el mero hecho del nacimiento, y 2) la otra cuando dice que los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios, aquí la palabra griega para hijos es huios, que hace referencia a quien puede ser identificado como hijo, porque tiene el carácter o características de sus padres.

Puedo explicarlo de esta manera, cuando nació nuestra hija, estaba rodeada de otros niños en la sala cuna y nadie podía identificarla como nuestra hija, si no fuera por un letrero que tenía en su cuna. Pero cuando creció, la gente la podía identificar y hasta la fecha, por los ademanes que hace, por como habla o como mira, se parece a mí en algunas cosas y a mi esposa en otras.

En la sala cuna solo era una teknón, hija por nacimiento, pero ahora es una huios, hija por nacimiento y porque se parece a sus padres.

Resumiendo, la palabra teknón significa: Bebés, hijos inmaduros y la palabra huios significa hijos maduros.

Muchos cristianos son hijos de Dios porque volvieron a nacer, pero con el tiempo, no se parecen a Su Padre Celestial, no son guiados por el Espíritu de Dios, actúan más por reacciones que por lo que lo que les guíe el Espíritu Santo y por eso se ofenden y se quedan con la ofensa.

Entonces a la pregunta de por qué nos ofendemos, la respuesta es: Porque aun somos hijos inmaduros. Puede haber personas en la iglesia, en su barrio o en su familia, que tengan veinte años o más de cristianos, que pueden citar versículos y pasajes de la Biblia, que han oído mil sermones, pero siguen usando “pañales espirituales”. Cada vez que se enfrentan a una dificultad, en vez de responder siguiendo la guía del Espíritu Santo, solo buscan protegerse a su manera, son personas como las que le decía Pablo a Timoteo.

2ª Timoteo 3:7 “Estas siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad.” Estas personas nunca llegan al conocimiento de la verdad porque nunca la aplican.

Si deseamos crecer y madurar, debemos permitir que la verdad se abra paso en nuestras vidas. No es suficiente con dar nuestro consentimiento mental, sin obedecerla. Debemos ser obedientes en todo.

La falta de madurez lleva a las personas a preferir desobedecer alejándose de la ofensa, en vez de perdonarla, con el pretexto de la auto protección.

II. COMO OBTENEMOS MADUREZ ESPIRITUAL

Podemos ver que una cosa es ser hijo de Dios nacido de nuevo, y otra ser hijo de Dios porque lo que hacemos es guiado por el Espíritu de Dios. Esto mismo es lo que Jesús les estaba enseñando en el siguiente pasaje como se obtiene la madurez espiritual.

Mateo 16:13-18 “Viniendo Jesús a la región de Cesárea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? 14 Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas. 15 El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? 16 Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. 17 Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. 18 Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.”

Jesús les preguntó a sus discípulos que es lo que oyen de mí, haciéndonos saber dos cosas: 1) que la gente hablaba con los discípulos acerca de Jesús y 2) que los discípulos los escuchaban. Es decir, ni siquiera los discípulos de Jesús se pudieron apartar del chisme y la murmuración, o de la “comunicación extendida”.

Esto toma relevancia con lo que pasó después. Algunos dijeron que habían oído que él era Juan el Bautista, otros habían oído que él era Elías, otros que era Jeremías, y otros habían oído que era alguno de los otros profetas.

Ojo, todo esto contaminaba la opinión de los discípulos mismos de quien era Jesús, porque cuando Jesús les pregunta a ellos, a los que habían pasado años con él, quien era él, todos se quedaron callados. Yo quiero que se dé cuenta que si solo uno contestó, es porque todos los demás se quedaron callados.

Como está en punto y seguido la respuesta de Pedro, pasa desapercibida para muchos, que lo normal es que cuando preguntó Jesús quien dice la gente que soy, ahí si varios de los discípulos contestaron, pero cuando pregunta y ustedes que opinan, todos se quedaron callados. Ellos estaban en proceso de madurez y Pedro fue el único que ya era maduro para contestar esa pregunta.

Pedro contesta diciendo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente y Jesús le dice: Eso no lo oíste de ninguna persona, eso lo oíste de mi Padre y Jesús concluye: Sobre esta roca edificaré mi iglesia y las puertas de la desobediencia no prevalecerán contra ella.

La fuente de nuestra madurez espiritual.

Cuando Jesús dice que sobre esta roca edificará su iglesia, nos hace saber que Jesús está dejando a su iglesia fundada sobre algo muy sólido. Por supuesto que un hombre, aun como Pedro, no podría ser algo sólido sobre la cual pudiera edificarse toda la iglesia de Jesús por los siglos y los siglos.

Entonces ¿La roca es la revelación de que Jesús es el Hijo de Dios el Cristo? Tampoco, mucha gente sabe que Jesús es el hijo de Dios, el Cristo y ni siquiera viene a la iglesia, y no se comporta como un hijo y menos como un hijo maduro.

Lucas 8:27-29 “Al llegar él a tierra, vino a su encuentro un hombre de la ciudad, endemoniado desde hacía mucho tiempo; y no vestía ropa, ni moraba en casa, sino en los sepulcros. 28 Este, al ver a Jesús, lanzó un gran grito, y postrándose a sus pies exclamó a gran voz: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te ruego que no me atormentes. 29 (Porque mandaba al espíritu inmundo que saliese del hombre, pues hacía mucho tiempo que se había apoderado de él; y le ataban con cadenas y grillos, pero rompiendo las cadenas, era impelido por el demonio a los desiertos.)”

Jesús estaba hablando con los demonios que tenía este hombre, a ellos eran a los que la sola presencia de Jesús atormentaba, y Jesús ya les había dado la orden de que salieran de ese hombre, y son esos demonios los que le dicen: Jesús, Hijo del Dios Altísimo.

Hasta los demonios saben quien es Jesús, por eso Jesús no se está refiriendo a ese conocimiento cuando dice “sobre esta roca edificaré mi iglesia”. ¿Entonces, a que se estaba refiriendo Jesús? ¿Cuál es la roca sobre la que debe estar edificada la iglesia del Señor?

Lo que Jesús está enseñando es que la roca sobre la que él quiere edificar su iglesia, no es el conocimiento, ni siquiera de quien es él, tampoco es la persona que recibe el conocimiento, sino que la roca es la fuente de donde viene todo conocimiento.

La roca sobre la que está edificada la iglesia del Señor es la forma de obtener el conocimiento, aquí Jesús hace énfasis diciendo: Esto te lo reveló mi Padre que está en los cielos.

Eso concuerda con ser hijos maduros guiados por el Espíritu de Dios.

Cuando usted reciba una ofensa directamente o porque alguien le dijo que hablaron mal de usted, o lo que sea, no reaccione según sus emociones, sino sea un hijo maduro y haga lo que el Espíritu de Dios le diga y entonces no se equivocará.

III. A LOS INMADUROS HASTA LA PALABRA DE DIOS LES OFENDE

A las personas inmaduras, aun la palabra de Dios les ofende, ellos no buscan crecer, ni parecerse a Jesús, ellos buscan su propia seguridad o posición.

Juan 6:59-61 y 66-67 “Estas cosas dijo en la sinagoga, enseñando en Capernaum. 60 Al oírlas, muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír? 61 Sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: ¿Esto os ofende? … 66 Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él. 67 Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros?”

Jesús les estaba diciendo que deberían comer de su carne y beber de su sangre, y sus discípulos que no habían madurado, no entendieron lo que decía y se ofendieron y se fueron de el, ya no andaban con el. Ellos esperaban que el reinará con poder natural, que destruyera a los romanos, y Jesús hablaba de morir en una cruz para que ellos pudieran comer y beber de él y fueran como Su Padre, pero en su inmadurez, se ofendieron y se fueron.

MINISTRACIÓN

Así, que la única manera de que no caigamos en la trampa de la ofensa es madurando en el espíritu, queriendo ser obedientes hasta nuestra propia muerte, pero no la física, la muerte de nuestras propias ideas, de nuestro orgullo, de nuestra seguridad, de nuestra independencia, por obedecer lo que Jesús nos mandó.

Busque ser guiado por el Espíritu de Dios, el Espíritu Santo, escuche su palabra con atención y con el anhelo de ser cambiado, pase tiempo con él a solas, sea honesto, ábrale su corazón, pídale que lo llene y que lo guíe, y usted irá creciendo, madurando para ser un hijo maduro de Dios.

© Luis David Meza. Todos los derechos reservados.
Plenitud en Cristo, Centro Formación, A,C.

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Luis David Meza
Autor
Luis David Meza
Plenitud en Cristo es una iglesia fundada el 25 de octubre de 2009 por los pastores Luis David Meza y Olga Meza. Somos una iglesia bajo la gracia, que anuncia el mensaje de la justicia de Cristo y su favor inmerecido por fe.

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