Reflexiones Cristianas
Reflexiones Cristianas.. Lectura Biblica: Sucedió que estando él en una de las ciudades, se presentó un hombre lleno de lepra, el cual, viendo a Jesús, se postró con el rostro en tierra y le rogó, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. Entonces, extendiendo él la mano, le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante la lepra se fue de él (Lucas 5:12-14).
INTRODUCCIÓN
Siempre estaremos en condición de indigentes delante de Dios, por eso la mayoría de nuestras oraciones serán de petición, de solicitud de ayuda, pero también de agradecimiento por todo lo que recibimos de Dios.
El episodio del leproso que se acerca a Jesús diciéndole: “Si quieres, puedes limpiarme”, nos enseña que nuestra oración debe ser confiada, como de quien tiene la certeza absoluta en el poder infinito de Dios.
LA ORACIÓN SÍ TIENE SENTIDO
Sólo la confianza en el poder de Dios y en su amor por nosotros, nos puede convencer de que una enfermedad puede vencerse, que un problema puede resolverse, que un matrimonio puede rescatarse, que una persona puede convertirse, que un hijo puede enderezar su camino. La oración sin confianza es un sinsentido, Dios quiere que pidamos con confianza, como quien se dirige a su Padre.
La oración está hecha sólo para quien tiene una fe viva y una confianza bien firme en Dios; quien pide de manera pusilánime, quien pide sólo con los labios “de dientes para afuera” (pero con el corazón lejos de Dios), quien duda al orar, siempre pensará que la oración es un sinsentido, que no sirve de nada, porque quien ora así piensa que si él con sus fuerzas y su inteligencia no puede mejorar las cosas, entonces nadie puede remediar ni arreglar, ni resolver. Sin embargo, el ejemplo del leproso de este episodio nos muestra que la oración confiada es la debilidad de Dios. Pero si dudas en recibir lo que pides, es mejor no pedir nada.
Porque en numerosas ocasiones Dios ha cambiado el curso y las leyes de la naturaleza, ha obrado milagros, ha dado de comer a los hambrientos, ha hecho salir agua de la roca, ha resucitado muertos, ha convertido el agua en vino, ha hecho caminar sobre las aguas, ha limpiado leprosos o le ha devuelto la vista a los ciegos. ¿Hay algo imposible para Dios?
Cuando la oración es humilde y confiada como la del leproso, el corazón de Jesús se derrite en amor y entonces como con el leproso dice con voz de mando: “¡Quiero!, queda limpio. Cúrate. Vuelve a la vida. Tus pecados quedan perdonados…” Y derrama una fuerza curativa del tamaño de nuestra fe.
DAR EL PRIMER PASO
Vale la pena ponerse en marcha, salir de la propia cueva donde estamos recluidos, esa cueva que nos aleja de Dios. Hay que superar las dificultades de movilidad por esa enfermedad que nos aqueja o el pecado que nos ha herido, o la soberbia que nos encadena.
Si queremos la salud, hay que hacer caso omiso a la burla de la gente que no cree. Porque muchos le habrán dicho al leproso: no le hagas perder tiempo al Maestro, no contamines, apestas por donde vas. No podemos hacer caso a las ofensas por nuestra condición, que nuestra fe sea tan alta y tan fuerte que nada nos la oculte y nada la debilite.
CONCLUSIÓN
Ponte en marcha, haz como el hijo pródigo (Lucas 15: 11) y prepara tu petición. Acércate como el leproso, ponte a su paso, sal al encuentro, súbete a un árbol como Zaqueo (Lucas 19), toca el borde de su manto como la mujer enferma (Lucas 8: 44), grítale como el ciego Bartimeo (Marcos 10: 46), abre un boquete en el techo (Lucas 5: 17), haz lo que sea necesario confiando en que sólo Él te puede escuchar y sólo Él te puede curar.
Dios ya nos ha dicho cuál es su debilidad, como el Padre que ama a sus hijos, les perdona sus ofensas y está feliz con ver que se dirigen a Él con humildad de quien se sabe indigente, con la confianza de quien sabe que se dirige al Omnipotente, con la sencillez de un niño que habla con su Padre, que le dice: “Si quieres, puedes ayudarme en mis necesidades” y Él se compadecerá y nos dirá: “¡Quiero!”
© Hilda Hernández. Todos los derechos reservados.