¿Eres tu o esperamos a otro?

Reflexiones Cristianas

Reflexiones Cristianas… Lectura Bíblica: Mateo 11:1-11

INTRODUCCIÓN

Juan el Bautista, después de señalar a Cristo como el Mesías (Juan 1: 23) y señalar los errores y pecados de Herodes (Marcos 6: 18),  fue apresado. Y, encadenado, desde una mazmorra oscura, quiso estar seguro de haber cumplido su misión de preparar el camino para el Mesías. Así que decidió enviar algunos discípulos suyos a preguntarle a Jesús si Él era el Cristo, el Mesías al que todos esperaban. O debían seguir esperando a alguien más.

Pero Juan sabe perfectamente con quién está hablando y que su reinado es uno espiritual que no va a competir con partidos políticos o con voluntades e intereses mundanos; por eso no pide ayuda para su liberación. ¡Cuántos milagros ha obrado Jesús! ¿Acaso no podría librar a Juan de la prisión y de la muerte? Pues no le pide a Jesús que haga ese milagro.

¿Entonces para qué oramos?

Dios nos permite estar en el mundo en medio de una cantidad enorme de voluntades libres que se auto–determinan  y toman sus propias decisiones. Y por vivir en sociedad, las decisiones de unos, necesariamente afectan a los que están alrededor. Y es por eso que en el mundo nos vemos rodeados de una gran cantidad de fuerzas y poderes que son inevitables, porque los provocan otras personas libres, que igualmente recibieron el regalo de la voluntad y la inteligencia con las que toman decisiones.

Esa libertad es un regalo de Dios que siempre va a respetar, porque Dios, siendo infinitamente sabio no puede contradecirse retirándoles un don. Así que eso significa que en muchas ocasiones sufriremos las consecuencias de las decisiones de otros en el ámbito que sea: política, economía, sociedad, trabajo, etc.

Una persona que conduce ebrio por la carretera, que provoca un accidente. Un político que promueve leyes que atentan contra la familia o contra la vida. Un ladrón que decide robar tu casa o asaltarte por la calle, un jefe injusto que maltrata a su empleados. Son ejemplos de cómo muchas personas pueden afectarnos de manera directa o indirecta.

Pero Cristo no vino a salvarnos de nada de esto. De todos modos vamos a sufrir estos y otros muchos problemas, incluyendo el deterioro de la salud y en algún momento la muerte. Y evidentemente Cristo tampoco vino a librarnos del dolor ni de la muerte física.

Y entonces nos puede asaltar la pregunta: ¿para qué sirve la oración realmente? Si al final de todo no nos va a poder librar de todas esas injusticias y amenazas contra nosotros. ¿Será que pedir la ayuda de Dios está de sobra? ¿Sirve de algo realmente la oración?

Claro que sirve

Nuestra fe nos aporta una gran seguridad y una enorme certeza. Dios nos garantiza que siempre estará buscando sacar un beneficio aún de aquellas cosas que nos causan dolor o nos afectan. Dios nos ama y eso nunca va a cambiar. De hecho, Cristo nos pidió que pensáramos en Dios como un padre (Lucas 11: 13), incluso nos dijo que le llamáramos Padre (Lucas 11: 2). Pues de la misma manera que un padre de familia trata siempre con amor a sus hijos y busca ayudarlos en todo y saciar sus necesidades, igualmente (pero con un amor infinito y con un poder infinito). Dios nos ama y se asegura de sacar un beneficio mayor de todo aquello que nos cause dolor.

En este pasaje del Evangelio, Juan el Bautista se encuentra encerrado y en peligro de muerte; pero sabe que todo ese sufrimiento va a contribuir en beneficio de su alma y de su salvación eterna. Jesús no libra a Juan de la injusticia humana, pero le manda hasta su celda un gran consuelo espiritual, pues le revela: “Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio” (Mateo 11: 5). Con lo cual Juan entiende que Jesús ya está ejerciendo su ministerio y que ha cumplido su misión. ¡Qué mejor consuelo que tener la certeza de haber cumplido su misión en el mundo!

Y es que Cristo no vino a quitarnos el sufrimiento, las pruebas, las dificultades de ningún tipo; no vino a garantizarnos la salud ni vino a asegurarse de que nadie de los suyos sufra. Lo que sí vino a garantizarnos fue la salvación eterna para quienes creen en Él (Juan 11: 25).

Por supuesto que en nuestra oración podemos pedir que nos libre del dolor, que nos ayude a sobrellevarlo, que nos dé fortaleza, que nos ayude a encontrar la solución a nuestros problemas, que nos ayude a sortear de la mejor manera posible todas las dificultades. Pero lo más importante es pedirle que nos ayude a encontrarle sentido al dolor, que nos permita salir más fuertes de esa dificultad, que ese dolor o esa enfermedad nos ayude a acercarnos más a Él.

CONCLUSIÓN

Jesús le manda decir una poderosa frase a Juan: “A los pobres es anunciado el evangelio” (Mateo 11: 6). Es la noticia del advenimiento del Reino de Dios. Que es un reinado espiritual, que no está ligado al poder humano. ¡Venga tu Reino! (Mateo 6: 10) No es un reino material, mundano que se acaba. Porque su reino no es de este mundo (Juan 18: 36) y la recompensa por reconocerlo como Rey, tampoco es de este mundo. Por eso, hoy Jesús nos enseña que cuando oremos, lo hagamos con confianza, porque sólo Él tiene palabras de vida eterna (Juan 6: 68).

© Hilda Hernández. Todos los derechos reservados.

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Hilda Hernández
Soy la esposa del pastor. Amante de mi Dios y Salvador Jesucristo y la palabra de Dios. Me gusta redactar y compartir mensajes cristianos y reflexiones cristianas. Es mi oración que mis redacciones le sirva de bendicion.

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