Setenta veces siete

Reflexiones Cristianas

Reflexiones Cristianas Texto Biblico: Mateo 18:21-23

INTRODUCCIÓN

El mensaje de Cristo en el Evangelio es muy radical y contrario a todo lo que cualquier persona de su época esperaba. Sus expresiones sobre el amor y el perdón eran poco menos que  incomprensibles y se podría decir que inaceptables para un mundo que se regía en sus relaciones por la ley del talión, por la venganza de sangre y por el “ojo por ojo”. Es decir, que el ofendido tenía todo el derecho de aplicar al ofensor un daño igual a la ofensa que había recibido.

En realidad las leyes no son el problema, porque de alguna manera tienen que impartir justicia para permitir un cierto orden social. El problema es que apliquemos sin cuestionamientos la medida del “ojo por ojo” también en las relaciones interpersonales cotidianas.

1. Perdonar siempre

El nuevo mandamiento de Cristo es reformador de la conducta y de las relaciones: “Ama a tu prójimo como a ti mismo” y perdona sus ofensas hasta “setenta veces siete”; pon la otra mejilla y si te obliga a caminar con él una milla, camina con él dos.

Incluso manda llegar al extremo de amar al enemigo (Mateo 5:39-44). Esto es, sin duda, una doctrina sobrenatural  que nadie había enseñado, es un mensaje tan radical que garantiza que es un mensaje divino, porque sólo Dios puede hablar de perdón, sólo Él tiene la autoridad de darle más importancia a la reconciliación con el hermano, que a la ofrenda del templo (Mateo 5:24).

Hoy el mensaje de Cristo sigue vigente, pero a pesar de eso, estamos acostumbrados a devolver mal por mal. Por eso surgen las guerras entre países, porque antes surgió la guerra entre hermanos, la venganza en la familia o en el trabajo, el odio hacia quien es diferente o la indiferencia ante el hermano necesitado.

2. Hay mucho que perdonar

El mensaje de Cristo no es para personas débiles o blandengues de voluntad, es para personas de carácter que cargan su cruz con dignidad, sin mostrar a los demás cuánto cuesta (Mateo 6:6), que son capaces de dominar la ira y los deseos de revancha.

Seguir a Cristo requiere una voluntad firme e imparable, que no se doblega ante el impulso de la venganza; porque perdonar a quien nos hace el mal, puede llegar a ser muy duro. Aunque afortunadamente no es tan cotidiano.

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