Bosquejos Bíblicos
Prédica de hoy: ¿Cuál es tú valor?
Texto Bíblico Principal: “Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti” Isaías 60:1
Introducción
Sabemos que somos una ínfima gota en toda la creación, pero también conocemos qué somos hijos y hechura divina. ¿Somos poco ó mucho? ¿cuál debe ser nuestro valor? ¿de qué dependerá?
Toda la sabiduría que podamos recibir, viene del temor de Dios. En él podemos discernir sus mensajes y comprender para seguir haciendo su obra. Así que sí, ésta dualidad también tiene respuesta.
El valor y la salvación no dependen de nuestro propio juicio. Dios es quién responde y en sus profetas podemos encontrar inspiración.
I. ¿Cuál es nuestro valor personal? (Hechos 20:24)
El valor personal es ese que tenemos hacia nosotros mismos. ¿Cuánta importancia o mérito merecemos respecto a nuestra vida?
Ésta pregunta debe ser respondida con humildad. El valor propio no depende acciones buenas, dinero o cualquier cosa que podemos hacer. Lo primero qué debemos saber es que realmente no valemos nada.
¿Qué significa esto? Por nosotros mismos no hemos hecho nada. Es el Padre quien nos ha dado todo. Él nos salva por justicia, nos ama y nos recibe. No está en nuestra capacidad decir “hice ó soy muy valioso”.
Lucas, en el libro de Hechos, explica muy bien ésta situación. No significa qué debamos odiarnos ó qué tengamos baja autoestima. Pensar en el valor terrenal implica humillar nuestro corazón y reconocer que carnalmente, somos nada. Vacíos y por nosotros mismos no tenemos valor.
II. Valor espiritual (Mateo 10:29-31)
Siendo hijos del Padre ¿cómo podemos no tener valor?
Existe otro tipo de valor y es en el qué debemos profundizar. ¿Cuánto valemos ante Dios? Ese valor espiritual se responde aceptando que somos creación suya.
Él nos amó desde el inicio, nos instruye y perdona como hijos. ¿Para ese Dios amoroso y justo somos insignificantes? No. Somo obra suya y valemos mucho más de lo que imaginamos.
Cuando Jesús nos habla del afán, hace referencia a ésta dualidad. Somos ínfimos en la tierra, pero Dios nos conoce y valemos más que varios pájaros. Nuestras almas son honra suya ¿cómo podríamos dudar de eso?
III. ¿Cuál es tú valor? (Mateo 17:2)
Habiendo explicado esta dualidad, aún podríamos dudar de nuestra respuesta. No tenemos valor en la tierra pero nuestro valor espiritual es dado por gracia. ¿De qué dependerá esto?
Cuando Jesús habló de la fe fue realmente insistente. En ella abrimos la puerta a la salvación. Por fe nos movemos, aprendemos y buscamos a Dios. Cultivar nuestra fe es aumentare nuestro valor.
El valor que tengamos no nos lo puede decir nadie en la tierra. Sin embargo podemos estar seguros de que éste depende de nuestra fe. De igual manera no existe proporción de referencia posible, pero podemos echar un vistazo a la fe de Jesús. ¿Cómo era? Inmensa . Esto nos da una idea de su gran valor.
IV. Aumentar nuestro valor espiritual (1 Corintios 16:3)
Ser usados como instrumentos para la obra de Dios, aumenta nuestro valor. Pasamos de estar vacíos a tener un propósito maravilloso. Somos llenos de valor cada vez que expresamos ese espíritu de amor que se nos da. Todo esto solo podemos lograrlo mediante nuestra fe.
Jehová quiere que nuestra fe sea incalculable, que estemos atentos a su palabra. No para glorificarnos a nosotros mismos pensando que valemos mas que otros. Nuestra motivación debe ser el amor y la gratitud. El servicio debe ser incondicional.
Para aumentar nuestro valor, debemos ser humildes y aceptar lo indignos que somos de tanto amor. Parece paradójico, pero en realidad es parte del poder de Dios.
No podemos medir la abundancia espiritual como lo haríamos en la tierra. Lo que el mundo alaba, no corresponde a Dios. Por eso era sorprendente cuando Jesús explicaba que quiénes eran últimos aquí, serán primeros en el reino (Mateo 19:30). Nuestro valor se trata de buscar ese amor y humildad que no tiene nada que ver con lo mundano.
Conclusión
El valor de cada uno de nosotros solo puede responderlo Dios. Aquí en la tierra no valemos nada, pero para él nuestra existencia es alabanza suya.
No podemos medir nuestro valor espiritual como lo hacemos en el mundo. No somos lo que tenemos. Somos nuestra fe, lo que hacemos para la obra de Dios. Eso vale mucho más que cualquier otra cosa que podamos ofrecer.
Jehová espera de nosotros esa humildad. Actuar sin esperar el aplauso ó “ser mejores”. Lo realmente importante es la entrega sin pretensiones, lejos de la soberbia y cerca de la verdad.
Es una dualidad interesante, pues no valemos nada en el mundo. Nuestro tesoro es mucho mejor y se encuentra en el Reino de los cielos.
© Ricardo Hernández. Todos los derechos reservados.